Calle Castelli: carteros, sastres y costureras, veredas con arroz y balcones al cielo
Caminar la calle, el barrio. Mirar lo que no se ve, descubrir en la arquitectura una manera de expresión distinta y única.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
El 12 de octubre de 1812 Juan José Castelli pidió una hoja y un lápiz y escribió un curioso mensaje: “Si ves al futuro, dile que no venga”. Murió ese mismo día, afectado por un cáncer en la lengua, justamente él, que era considerado “El orador de la revolución de Mayo”.
Tenía 45 años de edad y arrastraba la culpa de haber fusilado, en julio de 1810 y por orden de la Junta, a Santiago de Liniers, el héroe de las Invasiones Inglesas.
La calle que evoca su nombre nace en la avenida Colón al 300 y es una de las arterias de ingreso y salida a la ciudad. Caminar unas pocas cuadras céntricas alcanza para percibir las distintas capas del tiempo en su arquitectura, la historia escrita en piedra con paredones, molduras, rejas y balaustradas.
Las casas chorizo
“El olor del jazmín y la madreselva,/el silencio del pájaro dormido,/el arco del zaguán, la humedad/esas cosas, acaso, son el poema”. Jorge Luis Borges
Infaltables en toda la ciudad. La casa de los tanos, con sus tiras de habitaciones recostadas sobre una de las medianeras, cosidas por un pasillo-galería exterior y una singular comunicación interna. Delante, un pequeño patio con un árbol frutal o limonero, al fondo la letrina y el gallinero.
Sobre la línea municipal aparece un paredón en el cual se destacan dos pilares marcando la puerta de ingreso, el lugar de la charla y el afile. Están allí, dispersas, con sus vitrales y sus balaustradas, algunas adecuadas a los tiempos modernos, otras conservando sus lineamientos originales.
El cemento náutico
“En esa hora en que la luz/tiene una figura de arena,/di con una calle ignorada,/abierta en noble anchura de terraza,/cuyas cornisas y paredes mostraban/colores blandos como el mismo cielo/que conmovía el fondo”. Jorge Luis Borges
Otro estilo que se suma de a cientos en la ciudad. Es una derivación del art decó con algunos componentes del movimiento moderno propios del diseño de la escuela alemana Bauhaus. Se las conoce como casas barco, son minimalistas, desprovistas de toda decoración, resueltas sus plantas altas con paredes curvas imitando la proa de un buque.
Es habitual que tengan balcones con barandas de aluminio o acero cromado, ventanas tipo ojo de buey techos planos en voladizo. Sus ventanas en esquina parecen estar pensadas para asomarse a otear el horizonte, en un imaginario viaje por un mar de asfalto.
Tampoco falta la vivienda bien art decó, el de la geometría, los abanicos, las guardas y los abanicos. Características de un estilo de entreguerras, asociado al glamour, a la diversión y el poder.
Las casas viejas
“Quizá esa hora de la tarde de plata/diera su ternura a la calle,/haciéndola tan real como un verso/olvidado y recuperado”. Jorge Luis Borges
Propias del estilo italianizante, sus fachadas están cargadas de ornamentos, derivados del Renacimiento y, los más recargados, del barroco. Castelli tiene muchos modelos en excelente estado, adaptados para entidades educacionales y otros usos.
Siempre son una maravilla de ver, por la calidad de una mano de obra artesanal única con las que se las construyó, por sus puertas y rejas, por sus remates. Fachadas para recorrerlas con la vista, de cerca, de lejos, de afuera, de adentro.
Oficios de otros tiempos
“Todo el jardín es una luz apacible/que ilumina la tarde./El jardincito es como un día de fiesta/en la pobreza de la tierra”. Jorge Luis Borges
Dos sedes gremiales particulares se ubican en esta calle. Por un lado, la del Sindicato Unión Obreros Sastres y costureras, la casa de los obreros del vestido, un oficio que supo tener su época de oro.
Por otro, la vivienda dl sindicato de trabajadores de correos y telecomunicaciones (FOECYT), la casa de los carteros. Oficios que marcaron época, la de los sastres, las academias de corte y confección, la llegada de la esperada carta.
Balcones al cielo y una de cal otra de arena
“Los patios y su antigua certidumbre,/los patios cimentados/en la tierra y el cielo./Las ventanas con reja/desde la cual la calle/se vuelve familiar como una lámpara”. Jorge Luis Borges
Era habitual en las primeras décadas del siglo pasado construir vivienda y dejar preparado el piso balcones para una futura ampliación en altos. Era una anticipación constructiva que evitaba a futuro tener que romper el frente y una señal de una esperanza de crecimiento. Esos balcones quedaban en la fachada como unas molduras en extendido voladizo. Las familias que no pudieron concretar esa ampliación dejaron entonces las viviendas con ese detalle que, en este ejemplo, ha servido para colocar varios aparatos de aire acondicionado.
Hay también en el recorrido intervenciones en viviendas, ampliaciones o adecuaciones. En algunos casos con un criterio y un sentido estético adecuado, de respeto al diseño. Es el caso de este chalé Tudor, con aires góticos, que modificó su fachada, agregando una puerta y particionando el portón. Si bien resignó un atractivo ornamento, se respetó el estilo y la terminación. Un modelo a seguir.
En otros, con una completa desaprensión a lo existente, modificando la fachada e incluso pintando una parte de la misma. Se trata de una casona de 1909 que contaba con un hall, 11 habitaciones, cocina, 3 baños y un local de oficina. Su reconversión ha seguido un camino distinto al anterior.
Entre un ejemplo y otro la calidad del paisaje urbano, el valor de la cuadra, el detalle que hace más o menos interesante a una ciudad.
Hacia el cielo
No faltan en la calles los edificios en altura. Uno muy particular en la esquina de Castelli y Rondeau, con su frente de casi 30 metros, una gran placa orientada a la salida del sol y de ancho mínimo.
Es la calle donde además se ubica la sede de la Asociación Médica, que ocupa un inmueble con un proyecto muy de los 70, con juegos de volúmenes y desniveles, construido en su momento por una firma inmobiliaria. A pocas cuadras, otros dos inmuebles guardan similitud en materia de diseño, y se suma con sus líneas modernas la sede de los Bomberos de la provincia de Buenos Aires, inaugurada en 1971.
Se suman otros sitios singulares. Uno, la sede de la Asociación Colombófila La valiente mensajera, entidad fundada en 1912 que conserva una maravilla de cartel sobre su puerta de ingreso. La sede data de 1950, cuando la entidad comenzó a construir su local propio con el aporte de los asociados, en un terreno donado por el entonces intendente José Aralda. Se mencionó en esa oportunidad que nuestra ciudad era "una pequeña Bélgica" ya que aquí tuvieron logar los primeros cruzamientos de mensajeras que por entonces poblaban el país.
Muy cerca, un espacio emblemático y reconocible: la sede del Registro Civil, el lugar donde desde hace décadas, en una modestísima sala se realizan los casamientos por civil. Vereda siempre regada de flores y de arroz.
Quedan por descubrir decenas de detalles. Los viejos transformadores de electricidad (tres modelos diferentes con las firmas de distintas empresas), las atractivas rejas de los balcones, las firmas de los constructores, los pasillos, las puertas y los patios.
Es la ciudad que se hace barrio y respira, a otro ritmo, la calle que cobra vida y habla.
Y algo más
Rejas, detalles ornamentales, puertas art decó y algo más ofrece este recorrido. Sólo es cuestión de mirar y prescindir del apuro que cada día nos lleva más rápido a ninguna parte.