Bahía Blanca | Sabado, 28 de junio

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Según la Agencia de la Energía se aproxima el fin del reinado de los combustibles fósiles

El organismo señaló que la demanda de petróleo, gas y carbón tocará techo a finales de esta década, lo que podría ser un duro golpe para las aspiraciones exportadoras del país.

En lo que podría constituir una mala noticia para la Argentina, y en especial para Vaca Muerta, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) pronostica que la demanda de petróleo, gas y carbón, los principales responsables del cambio climático que está golpeando a la humanidad, tocará techo a finales de esta década.

En tal sentido, el organismo señala que se avecina un periodo de precios bajos debido al exceso de producción, especialmente en lo hace al gas natural 

Según esas estimaciones, la oferta de Gas Natural Licuado pasaría de los 580 billones de metros cúbicos (bcm) de 2023 a los 850 para 2030. 

Este fuerte crecimiento supondría una baja en el precio internacional del GNL. 

En caso de confirmarse,  la nueva situación complicaría los planes de exportación de Vaca Muerta e YPF, ya que el GNL es la gran apuesta de la petrolera estatal en particular y del yacimiento en general a mediano plazo.  

Los altos precios actuales del GNL podrían disuadir a los compradores y dejar un exceso de capacidad en el mercado. 

El principal comprador del Gas Natural Licuado debería ser Europa, pero por el aumento de los precios, existe la posibilidad de que el continente azul migre a energías verdes.

Un aumento de casi el 50% en el suministro mundial de GNL está "en el horizonte", dice el informe World Energy Outlook de la Agencia Internacional de Energía, pero los países con la infraestructura para absorber esa capacidad están invirtiendo en energía limpia.

El panorama de este informe es catastrófico en cuanto a los precios del GNL, Según los cálculos de la agencia, los precios tardarían más de 25 años en recuperarse, o sea, hasta pasado 2050.

Los analistas de esta agencia prevén que antes de 2030 se logrará que la mitad del consumo de la electricidad mundial se cubra con fuentes de bajas emisiones (mayoritariamente renovables, aunque también otras tecnologías como la nuclear) gracias al “ritmo sin precedentes” en el que se están desplegando la solar y la eólica en el mundo. 

“En la historia de la energía, hemos sido testigos de la era del carbón y la era del petróleo, y ahora nos estamos moviendo a gran velocidad hacia la era de la electricidad, que definirá el sistema energético mundial en el futuro y se basará cada vez más en fuentes limpias”, sostuvo Fatih Birol, director de la AIE, a través de un comunicado que reprodujo el diario español El País.

La AIE estima que antes de 2030 las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2) alcanzarán su techo para luego caer. Luego, esta agencia pone sobre la mesa tres posibles escenarios de evolución en función de lo ambiciosos que se muestren los gobiernos a la hora de desengancharse de los combustibles fósiles, que todavía hoy cubren el 80% de la demanda energética mundial. 

En el escenario más conservador y al que conducen los compromisos actuales de los Estados, las emisiones caerán al ritmo de un 1% anual entre 2030 y 2050. 
En el más ambicioso, que llevaría a que el calentamiento global se quedara dentro de los límites de seguridad más estrictos, esas reducciones anuales deberían ser del 15% hasta 2050.

En estos momentos, debido a los gases expulsados hasta ahora, el planeta es de media ya 1,2 grados Celsius más cálido que en la era preindustrial. 

El objetivo más ambicioso del Acuerdo de París contra el cambio climático pasa por no superar a finales de este siglo la barrera de los 1,5 grados. Pero los planes actuales de los gobiernos (que contemplan esa caída de las emisiones de solo un 1% anual entre 2030 y 2050) llevarán a un calentamiento de unos 2,4 grados. 

Para conseguir cumplir la meta de los 1,5 grados, se requieren aumentar mucho más la velocidad y una tasa de reducción anual del 15%.

Este informe llega a menos de un mes del inicio de la cumbre del clima anual de la ONU, que este año se celebra en Bakú, capital de Azerbaiyán. 

En la anterior, celebrada en Dubái, las naciones se comprometieron a triplicar la potencia renovable en 2030 respecto a los niveles de 2022. Al ritmo actual, en el escenario menos ambicioso, para 2030 esa potencia se habrá multiplicado por 2,7, cerca del objetivo de Dubái.

Pero cada vez está más claro que el problema ya no está tanto en lo que hay que añadir al sistema (las renovables), sino en lo que hay que retirar (los combustibles fósiles). 

Porque lo que ha ocurrido hasta ahora es que a pesar del “despliegue récord de energías limpias, dos tercios del aumento de la demanda mundial de energía en 2023 se satisficieron con combustibles fósiles”. 

Es decir, crece la energía suministrada por las tecnologías limpias, pero también la generada con carbón, petróleo y gas, y esto lleva a que las emisiones no terminen de tocar techo.

Pero la AIE pronostica un cambio de tendencia, incluso en el escenario de políticas climáticas menos ambicioso de los gobiernos. De aquí a 2035, según esta agencia internacional, las renovables van a satisfacer “prácticamente todo el crecimiento de la demanda de energía” mundial, lo que lleva a ese pico general del uso de los tres combustibles fósiles antes de 2030.

Hasta ahora, el desarrollo de las renovables se ha producido en un contexto de volatibilidad de los precios de los combustibles fósiles y una enorme caída de los costos de las tecnologías solar y eólica. Pero la AIE apunta a que se entrará en una nueva fase en la segunda mitad de esta década marcada por los continuos peligros geopolíticos, pero también “por un suministro relativamente abundante de múltiples combustibles y tecnologías”. Según sus cálculos, se producirá “un exceso de suministro de petróleo y gas natural licuado”, además de un exceso de capacidad de fabricación de paneles y aerogeneradores en el mundo. Esto implicará precios más bajos de los combustibles fósiles, algo que deben aprovechar los responsables políticos para conducir las inversiones hacia las energías limpias.

Para Mark Campanale, fundador y director de Carbon Tracker, un grupo de analistas británico centrado en políticas climáticas, este informe anual de la AIE debe ser tomado como una “advertencia” para los inversores. “Esta es la muerte de la rentabilidad de muchos productores de petróleo y gas”, asegura.