"Siempre existe plena confianza en que todo va a mejorar"
El licenciado Idígoras, presidente de CIARA-CEC, señaló que, más allá de la sequía reinante, Argentina se tiene que parecer a Brasil. Y pidió cambios urgentes.
"El sector aceitero se vio afectado por la sequía, a tal punto que los 22 mil millones de dólares que le faltan al país este año es faltante de la industria aceitera. Le compramos soja, maíz y trigo a los productores y la soja la transformamos en harina y aceite de exportación, pero se perdieron 9 millones en maíz y 8 en trigo. De 4.600 barcos al año, en este 2023 se redujo a 2.000 y de 3,5 millones de viajes de camiones a los puertos, este año se reducirá a 1,2 millones”.
Para el licenciado Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina y el Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC) y coordinador del Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), el factor climático influyó de manera notable en la producción de granos, por lo que el sector aceitero, al igual que el resto de los sectores ligados a la agroindustria, sufrieron las consecuencias.
“A partir de septiembre se paralizan la mayoría de las fábricas de moliendas del país por falta de soja. Es un año patético, aunque siempre existe plena confianza en que todo va a cambiar y mejorar. El más optimista siempre es el productor, que vuelve a reiniciar el ciclo con todo su esfuerzo apostando a la próxima campaña”, sostuvo Idígoras.
--¿El sector agroindustrial sigue aportando su esfuerzo para la generación de riqueza, más allá de los vaivenes existentes?
--La agroindustria exportadora, más allá de la terrible sequía, sigue siendo el principal aportante de divisas al país en el 2023. Y, además, somos siempre optimistas, porque tenemos un mercado internacional altamente demandante, donde las proteínas vegetales, como es el caso de la harina de soja, sigue teniendo una demanda incremental. El sudoeste asiático continúa creciendo en materia de consumo per cápita y por lo tanto sus demandas siguen siendo elevadas.
“No obstante, también existen amenazas de competitividad frente a un Brasil que viene siendo una topadora, que tiene una supercosecha y en este 2023 va a superar a nuestro país. Después de 22 años Argentina va a perder el primer puesto de exportador mundial de harina y aceite a manos de Brasil. Por eso hay que ser activos en ese mercado internacional muy competitivo”.
--¿Están dadas esas condiciones favorables?
--Sí. Entiendo que la próxima campaña será mejor que la actual y por lo tanto el productor se animará a sembrar. La otra variable es la situación macroeconómica, que es la barrera que impide un crecimiento exportador de la Argentina. Si esas barreras empiezan a tener una expectativa favorable, sin dudas la agroindustria va a ser la primera en reaccionar.
--Usted fue muy crítico recientemente, alegando que nuestro país se tiene que parecer a los de los competidores.
--Brasil es hoy el ejemplo deseado para la Argentina. Allí la muestra del éxito agroindustrial se basa en una política de estado, más allá de los cambios de gobierno; es decir, cuenta con una política agroindustrial similar. Se promueve, en primer lugar, el acceso al financiamiento a los productores para que puedan tener las condiciones de siembra mejores. En segundo lugar permite el accionar de las cadenas agroindustriales para exportar con mayor valor agregado mediante el financiamiento de la logística tanto terrestre como portuarias de distintos nodos, que se están llevando a cabo para reducir los costos de transporte interno.
“En tercer lugar no hay un castigo de derecho de exportación y cuarto, toda la normativa de política cambiaria es muy favorable. En Argentina tenemos un esquema con muchas restricciones en materia de política cambiaria. Todo eso disminuye las chances de desarrollar y hacer crecer a este sector”, apuntó.
--Entonces, ¿habría que eliminar el derecho de exportación y tener un solo tipo de cambio?
--No sólo eso, necesitamos distintas acciones. Una directa del gobierno para buscar un tipo de cambio único y competitivo, lo que daría la posibilidad de un fuerte crecimiento exportador. Y, además, que el próximo gobierno tome la decisión de ir a un déficit cero. Eso encajaría perfectamente para que haya una eliminación de los derechos de exportación o una rebaja sustancial que enseguida iría al precio y allí el productor se animaría a hacer una inversión mayor. Entonces habrá mayor producción y se verá traducido, en el corto plazo, en exportación e ingreso de divisas.
“En el 2022 hubo más 40 mil millones de dólares de ingresos de divisas de este sector. Si se bajan las retenciones, y hay una unificación del tipo de cambio, podríamos incluso atravesar esa barrera de los 40 mil millones de dólares que sería imprescindible para nuestro país”.
--¿Qué más se podría anexar para que la capacidad de la molienda se pueda ocupar a pleno?
--Por ejemplo, la profundización, mediante dragado, de la Hidrovía de Rosario, que hoy es la autopista exportadora de la Argentina, ya que más del 85% de lo que se vende sale por ahí; y casi el 90% de las importaciones también ingresan. Tenemos una autopista deteriorada, falta una mejora en profundidad, porque los barcos tienen un calado mayor para ingresar mercaderías.
“Nuestras cargas hoy no se pueden completar en Argentina, quedan semivacías cuando salen y, por eso, se completan en Brasil, país al que le estamos regalando carga. Y también es clave el tema ferroviario, darle la posibilidad a todas las empresas para que puedan tener su propio convoy de carga. Eso haría más competitivo al transporte ferroviario, imprescindible para las largas distancias hacia los puertos”, sintetizó.
--La guerra entre Rusia y Ucrania, ¿genera alguna oportunidad para nuestro país en el mercado de aceites?
--La guerra ha llevado a una definición geopolítica de la oferta de alimentos en el mundo. Europa está mirando a Ucrania como un abastecedor tradicional en una región de conflicto bélico, que ojalá se resuelva pronto. La sensación es que va a durar mucho tiempo, por lo que se buscan nuevas fuentes de suministro y, en ese sentido, la región Mercosur se transforma en la principal región del mundo de interés.
“Argentina, en el caso del aceite de girasol, pese a que Rusia y Ucrania representan el 78% de las ventas mundiales, tiene una oportunidad enorme de crecimiento, desarrollo y expansión. Hay que apostar a eso y también al maíz y trigo, porque los países del norte de África, que se abastecían de Ucrania, hoy buscan a la Argentina como proveedor. Son nuevas alternativas frente a escenarios de conflictos bélicos en zonas de producción; por suerte la región Mercosur es una zona de paz”.