Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

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Calle Rivadavia: la singular emoción de caminar por una República

Calle Rivadavia, Villa Mitre. La República, la Ciudad, un barrio con una identidad única donde la arquitectura también cuenta su historia.

Cada barrio de nuestra tiene su impronta, su estilo, su historia, su paisaje. Pero Villa Mitre tiene algo especial, que no la hace mejor ni peor, la hace distinta. Si bien sus vecinos nunca formalizaron un movimiento separatista --siguiendo el modelo de 1882 ocurrido a orillas del Riachuelo, cuando un grupo de genoveses declararon la República Independiente de La Boca--, ellos se perciben como para de una República, de una Ciudad dentro de la Ciudad. Lo dicen sus murales urbanos y lo manifiesta un rasgo de identidad y arraigo poco común.

Caminar las cuatro cuadras de calle Rivadavia, entre Agustín de Arrieta y Falucho, permite recorrer parte del barrio en todo su espesor. Descubrir su arquitectura, que es el componente que en esta sección miramos, para disfrutar de ese arte, encontrar detalles y sacar provecho de la capacidad de comunicar que tienen las obras.

Lo que fue y será

"Un barrio con identidad y tradición es un oasis en medio del caos urbano, un refugio donde los lazos de vecindad y solidaridad se fortalecen, y donde se perpetúa la esencia de una cultura."  Eduardo Galeano

La calle tiene viviendas abandonadas, que fueron negocios, que tienen una historia guardada en alguna memoria. Intacto su frente de revoque y ladrillo, las persianas metálicas bajas y los vidrios rotos dan cuenta de una quietud cargada de pasado. Una foto antigua muestra su primera etapa de ladrillo sin revocar.

Nunca falta tampoco el modelo art decó, ni siquiera en los suburbios. El estilo del glamur siempre dice presente, con sus líneas geométricas, sus guardas y sus círculos. A veces, como en este caso, modesto en el tratamiento del frente, pero presente en la carpintería. En la simpleza del estilo también su fuerza.

La riqueza de la calle siempre está en la oposición de los estilos, usos y destinos de sus obras. En este caso, sobre un portón azul que suele estar cerrado, asoma una construcción ladrillera, de corte industrial. Un ocasional caminante detiene su marcha y mira con curiosidad una obra tiene su carga de misterio. Hoy es un depósito que utiliza EDES. Cuando los ingleses administraban el servicio habrá sido una estación transformadora ó una subestación. El edificio vale, desde lo histórico y cultural, su peso en oro.

La primera casa, una casa de patio

Como en todo barrio que se precie de tal siempre aparecen las casas chorizo, las que los inmigrantes levantaban con sus propias manos siguiendo el mismo orden de las habitaciones en hilera, recostadas sobre una de las medianeras, con un pasillo lateral que las recorría por fuera, la cocina y el baño alejados, un patio adelante con un limonero o naranjero, un muro sobre la línea municipal y un patio atrás con la huerta y el gallinero. Las casas de los gringos, la casa de patios, la casa de los abuelos.

Y por supuesto que hubo una primera casa en Villa Mitre, y fue chorizo. Esa vivienda levantada por Santos Cicchini ya no existe, ocupado el terreno por otra obra, con un atractivo jardín delante. Ua referencia histórica en la vereda da cuenta de su historia.

La rejería conforma siempre otro punto de atención de las casas. Trabajos artesanales y decorados, que cierran ventanas a modo de balcones y puertas con arabescos y diseños personalizados protegiendo los paños vidriados.

Los murales al día y una plaza que es un centro

La emblemática esquina de Rivadavia y Garibaldi muestra una vivienda de altos, fragmentado su frente con voladizos corridos. Es la sede del teatro ATS. El logo de la esquina ha resignado su última letra y un colorido mural da cuenta de la actividad que se desarrolla en el lugar, una espacio para aprender, formarse y proyectarse desde el arte.

En la mitad del paseo, la plaza central. La que refuerza la ieda de un propio centro. Se llamó primero 26 de septiembre y luego fue rebautizada como Bartolomé Mitre. Se disfruta al ritmo de Las Palmeras y el tradicional kiosco barco, una joyita art decó inspirada en las cabinas de los buques, reconvertido en despacho de comida rápida cuya cartelería amarilla no ha podido imponerse al conjunto verde, negro y blanco que identifica al barrio.

En eso hay que tener cuidado, porque todo elemento quieto ó móvil –postes, carteles, bancos, luminarias— acaba pintado con esos colores, los de la bandera siria que identifica a esa nutrida comunidad que a principios del siglo XX eligió este barrio.

En la mitad de cuadra está el monumento a la Virgen de la medalla milagrosa, inaugurada en julio de 1978 por la Unión de Padres de familia del colegio San Vicente de Paul.

Un detalle de esquina: con la puesta en valor de las veredas se construyeron rampas. Las baldosas usadas –amarillas-- tienen una rusticidad para ser identificadas por lo videntes. Alguien hizo creer que las baldosas de las veredas serían negras. Y la combinación de esos colores corresponde a los del club Olimpo, rival deportivo por excelencia del club Villa Mitre. Muchos pusieron el grito en el cielo. Pero el amarillo sí fue amarillo, pero el negro en realidad era gris. La combinación era otra.

Enfrente a la plaza, el Colegio San Vicente de Paul, que comenzó a funcionar en 1918 como escuela taller, con su magnífico templo religioso. El conjunto terminado en revoque símil piedra, con la participación de dos protagonistas de la arquitectura y la construcción: Bernardo Paesa y Cabré. Las ventanas con arcos de medio punto parte de la estética del renacimiento.

En la torre del templo, un maravilloso reloj, alemán, marca Weule, con cuatro cuadrantes, donado por Victoria Echave de Boussious en 1927. Sus campanas se escuchan en cuartos y horas.

Un toque de fulget, mujeres radicales y un nombre en la pared

Sigue luego una variedad de componentes edilicios, desde un frente terminado con fulget, material tan de moda en los 60 y tan resistente al paso del tiempo, vecino a un taller que ha con dos murales que destacan su presencia.

Unos pasos más adelante, el subcomité de la Unión Cívica Radical, el centenario partido de Alem, Yrigoyen, Illia y Alfonsín. Con una curiosidad no menor: un mural en su lateral, dedicado mujeres que se han destacado en la política, con frases y rostros de Alicia Moreau, Elvira del Carmen Rawson Guiñazú y Florencia Gómez Miranda.

Cada esquina siempre es un desafío para un arquitecto. Un lugar distinto, que es referente de la cuadra y encuentro de dos calles. En este caso una resolución de volumenes escalonados y una interesante y rico contraste de materiales y texturas, conviviendo ladrilo, revestimiento de piedras, revoque y vidrio. En la planta alta, dos detalles: un nicho con una imagen religiosa y, amurada a la pared, a la usanza de los chalés, el nombre de la casa, Alicia.

La curiosa respuesta de la Inteligencia Artificial

Cuando en 1906 se hizo el primer remate de terrenos en Villa Mitre, las promoción del mismo la bautizó “La Reina de las Villas”. Nació con otros aires.

Pero hay otra curiosidad que no puede ignorarse. Sin pretender profundizar en sus alcances, eficacia y confiabilidad, todos hablan hoy la revolución que significa la Inteligencia Artificial (IA). El sitio Chat GPT, por caso, un modelo de lenguaje de OpenAI, tiene capacidad para contestar todo tipo de preguntas. Muchas veces las respuestas son increíblemente extraordinarias, otras un verdadero fiasco.

El ensayo para este artículo fue pedirle que aportara frases de autores reconocidos –poetas, escritores, artistas, intelectuales—referidas a Villa Mitre. El resultado fue sorprendente. Desde Jorge Luis Borges, pasando por julio Cortázar, María Elena Walsh y Adolfo Bioy Casares dieron su parecer sobre el barrio.

Dijo Borges: “La identidad de un lugar se construye a través de su historia y su gente. Villa Mitre, con su legado, es el alma de Bahía Blanca." Escribió Cortazar: "Villa Mitre, ese rincón emblemático de Bahía Blanca, donde las calles hablan y los sueños se entrelazan". Y uno más, María Elena Walsh. "Villa Mitre, como un libro abierto. En sus calles y casas, se encuentra el espíritu de nuestra identidad”.

Pero la IA no es tan fiable. Cuando se le pide que confirme a los autores de las frases anteriores, contesta de inmediato: “En realidad son frases ficticias, atribuidas a reconocidos autores para darles mayor autoridad. No son citas reales”. No deja de ser curioso. Pero es seguro que, cada uno de esos escritores, con su estilo literario, hubiesen ensayado definiciones muy cercanas a las artificales.