“Soy insoportable, lo sé, pero amo a Comercial, a White y a mi familia más que a mi mismo”
Mateo Silenzi suma 29 partidos en la Primera división del conjunto portuario, pero parece que tuviera mil. El 19 de noviembre cumple 20 años, pero habla como un jugador consagrado y con mucho recorrido en el fútbol, en este caso el de la Liga del Sur. Parece tímido, pero no lo es. Su corazón es verdiamarillo y su alma también, “hasta la eternidad”, como aclara él.
Por Sergio Daniel Peyssé / [email protected]
Instagram: @sergiopeysse
Twitter: @elpeche1973
(Nota ampliada de la edición impresa)
De Comercial hasta la médula...
Esa primera sensación dominó claramente la escena cuando me senté frente a él en el cálido living-comedor de la casa donde todas las tardes lo esperan con el mate o el café con leche: la de sus abuelos Ester y Raúl.
Tímido solo de apariencia. Habla con la misma intensidad que muestra al momento de correr, meter y sentir esa ineludible necesidad de defender la verdiamarilla a cualquier precio.
Como lo hizo el domingo que pasó en el clásico frente a Huracán, donde fue figura con la 5 en la espalda, de volante central, un puesto que nunca le fue habitual pero que le encanta porque, como dice él, “en el medio de todos es donde se decide todo”.
Ahhh... no lo presenté, le pido perdón, el entrevistado es Silenzi, pero no “Cacho”, su padre, actual ayudante de campo de Horacio Azzolini en el plantel superior y también entrenador de la cuarta y la quinta división del club, el hombre del momento es Mateo Jaoquín, que este año cumplirá los 20 y como regalo se va a tatuar, en alguno de los gemelos, el escudo de su amado y venerado club, al que volvió después de un paso por las menores de Olimpo en AFA (2016 y 2017).
--Bueno “Mate”, ¿por dónde empezamos?
--Yyy... Volvimos a ganar el clásico, es el segundo de manera consecutiva, solo espero que en lo que queda de este 2022 siga esa supremacía porque son triunfos que se disfrutan el doble o el triple si los comparamos con otros. En ambas ocasiones, en el que fuimos locales y el del último domingo en el bulevar, fuimos más que ellos y nos quedamos merecidamente con los tres puntos.
En Infantiles fue un delantero con poco gol, en Menores hizo surcos en todas las canchas como lateral-volante, en Olimpo casi todos sus encuentros fueron de “4” y desde el retorno a su primer amor, a partir dee 2018, fue extremo en la era Recalde y ahora se debate a duelo en cada uno de los cruces que tiene que experimentar en la zona neurálgica del campo.
--¿Por qué tantos movimientos posicionales?
--Es raro, de “5” había jugado en la novena de Olimpo, con Oscar Fritz como DT. Lo hice en pocos partidos, pero ahora en Comercial, cuando el “Colo” (Azzolini) se hizo cargo de la dirección técnica (debutó la fecha que pasó ante Huracán), me pidió de probar ahí y me animé: ¡como le iba a decir que no!. Lo mío fue siempre ir por afuera, ganar en velocidad, desbordar, y ahora me tengo que mentalizar en ser más posicional, estar siempre bien parado y equilibrar al equipo con balances defensivos y ofensivos.
--Cierro los ojos y me parece escuchar lo que algún técnico te indicó en alguna que otra ocasión. ¿Me equivoco?
--Ja, ja... Nooo, hoy aprendo mucho de Azzolini, quien todos los días me da un consejo para que yo razone y pueda llegar a lograr una aceitada lectura de juego, algo primordial si pretendo crecer y mejorar como futbolista.
“En este momento juego al lado de Cristian Ramos, quien tiene características de enganche, de pararse más arriba, entonces tengo que ser más de contención, siempre con la misión de ir a buscar la pelota atrás y meterme entre los centrales cada vez que sea necesario. La idea de Comercial es salir jugando desde el fondo, y yo soy la primera opción de pase para el arquero o cualquiera de los cuatro del fondo. Además, el `Colo´ me pide que sea nexo entre las líneas, que me acerque a los volantes que más juegan y que no me vuelva loco con romper e ir para adelante sin sentido”.
--Sin comparar procesos, porque el librito de un entrenador no es igual al otro, te lo tengo que preguntar: ¿qué diferencias existen entre este equipo de Azzolini y el que dejó Pablo Recalde antes de que arranque el Clausura?
--Con el "Reca" apostábamos a la segunda pelota, eramos muy fuertes en el juego aéreo y nos habíamos convertido en un rival duros e incómodo para todos. Ahora intentamos jugar un poco más, salir con balón dominado desde nuestro arco... En realidad es un funcionamiento distinto, con mucha circulación y constante mutación de posiciones para que el adversario no nos tome la mano.
“En cancha de Huracán, despareja desde donde la mires, fue imposible dar dos pases seguidos, por eso elegimos como variante buscar a Romero (Nazareno), que actúe de pivote para la llegada de los volantes externos. Si hilamos fino, al final Azzolini terminó utilizando la estrategia de Recalde... (risas). En el fútbol está todo inventado”.
--¿Qué significa ganar un clásico?
--No quiero ser exagerado, pero es como ganar un Mundial; por un tiempo te cambia la vida, salís a la calle feliz, te sentís pleno, no sé, es tocar el cielo con las manos. Cada vez que llega este partido pienso como hincha, que perder significaría estar un tiempito bajoneado y con “depre”. Si pierdo siento que la pasión me condena; sé que estoy loco, pero lo vivo así y nadie me va a poder cambiar.
“Te digo más: el hincha de Comercial es muy sentimental, con un alto grado de representatividad y de pertenencia hacia el club y a sus colores, por eso creo que, si pierde un clásico, le molesta más los reproches internos que las cargadas de los rivales. No me gusta perder a nada, sufro como un condenado, y más si es ante Huracán, un partido aparte y con una adrenalina especial, que va más allá de la posición que cada equipo ocupe en la tabla o de la situación deportiva que pueden atravesar ambos en ese momento”.
--Vuelvo a ese “5” que nunca fuiste pero donde querés trascender: ¿te convence jugar ahí?
--Yyy... Sí, me gusta porque no te aburrís y estás en permanente contacto con el balón. Mi puesto es de lateral-volante, porque me gusta mucho ir para adelante y llegar vacío --o por sorpresa-- al área enemiga. Igual me adapto a lo que me pidan; siempre fui de pensar en el equipo antes que en el ego personal.
En la piel y en el corazón
Aclara que ahora ya no está tan pendiente de las redes sociales, pero si abrís su Facebook, su Instagram o su Twitter, el verde te encandila más que el amarillo en casi todas las fotos donde aparece él vestido de jugador. Pero no en todas, porque las imagenes de sus abuelos (Ester y Raúl) ocupan más espacio que su familia directa.
“Son mis ídolos, mirá, tengo sus nombres en mis brazos”, y muestra los tatuajes que más convencido se hizo.
“Soy insoportable con el fútbol, lo sé y me lo dicen todo el tiempo, pero amo a Comercial,a White y a mi familia más que a mi mismo”, reconoce frunciendo el ceño y a nada de la emoción.
--Justo te iba a preguntar lo que significaba Comercial en tu vida, pero no sé, como que ya me respondiste...
--Es todo y más también. Mi papá trabaja ahí, mi tío (Gonzalo Gil) jugó ahí y yo, desde que tengo uso de razón, veo el mundo de amarillo y verde. Me formé en el club y voy a terminar mi carrera en Comercial.
--¿Por qué no continuaste en Olimpo?
--Mi paso por esa institución lo disfruté mucho. El primer año fue muy bueno, rendí a pleno, pero el segundo fue con intermitencias debido a algunas lesiones (primero me desgarré y después sufrí una molesta lumbalgia) y no conseguí regularidad. También se me complicó con la escuela y me estaba cansando el hecho de ir todos los días de White al complejo de Teléfonos.
“Un día dije basta y volví a Comercial, mi lugar en el mundo, donde me siento más cómodo. Es mi casa, voy a cualquier hora, me manejo por mi cuenta, todos saben quien soy y que cuido y defiendo al club frente a cualquier circunstancia”.
El 14 de agosto de 2021 sufrió la rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda, se operó y tardó once meses en volver, pero aclara que juega sin miedo y que la lesión le dejó de dar vueltas pos su cabeza.
“En el momento me afectó porque sucedió (frente a Libertad en Villa Rosas, victoria visitante 3-1) cuando Comercial ya se había perfilado para ascender. La gente estaba entusiasmada con el equipo y yo venía teniendo un gran año, siendo titular y sintiéndome importante en la cancha y en el día a día con el plantel”, contó este técnico químico recibido en la EEST Nº 1 de Ingeniero White y actual empleado de TGB (Planta General Daniel Cerri).
“Romperte la rodilla a los 9 minutos es un tiro en la cien; me acuerdo que se me nubló la vista y enseguida me puse a pensar que iba a pasar por una cirujía por primera vez en mi vida. No fue fácil estar encerrado, soy inquieto y quiero estar en mil lados a la vez, pero la familia, mis amigos y mi novia (Agustina Rodríguez, whitense, con la que lleva un año y medio de relación) me ayudaron a superar el mal trago”, deslizó “Mate”, que llegó a los 29 encuentros en la Primera del Puerto, con un gol en su haber (se lo marcó a Sansinena en el Promocional 2019).
La bisabuela "Maruca" y su abuelo el "Gil", su ídolo. Fotón.
Raúl y Ester, los abuelos superhéroes.
--¿Cómo fue la rehabilitación?
--Fue muy buena en cuanto a la contención, y me saco el sombrero con mi kinesiólogo (Luciano Pérez Lagleyze), un profesional con todas las letras, Mi recuperación se la debo a él. A veces iba triste, malhumorado, con dolores, y el grupo liderado por “Pitu” Bilbao siempre estaba al pie del cañón alentando y pidiéndome que no afloje.
“A lo último ya nos peleábamos, yo quería jugar porque me sentía bien, pero me pedían que espere, y tenían razón, las decisiones apuradas salen mal, y yo siento que tuve el tiempo necesario para estar bien otra vez, con la rodilla estable y la masa muscular necesaria. La pegué con mi kinesiólogo, le voy a estar eternamente agradecido”.
--¿Es una presión extra tener que rendir futbolísticamente en un lugar donde uno de los evaluadores es tu papá, quien desde hace años cumple tareas en las formativas comercialinas?
--No, con él tengo una relación especial, hablamos mucho de fútbol pero no del día a día de Comercial porque él está ahí y sabe todo lo que pasa. Me respeta como hijo y para mi es un amigo con ciertos derechos, porque me marca los limites que me tiene que marcar y siempre me hizo diferenciar el bien del mal. El no se mete en lo que yo hago ni yo opino de su forma de proceder como entrenador.
“En 2019, cuando salí campeón en Menores, el técnico mío era él, y desde ese día supe comprender que en el club es el DT y que en mi casa es mi papá. Pero no es ninguna presión porque no tengo ni me da ningún tipo de concesiones”.
Además de papá Gustavo, en la casa de Brown 3240 también viven mamá Ivana y la bella Agostina, la hermana mayor que le lleva cuatro años a Mateo.
--¿Cómo es un día en el hogar de los Silenzi?
--¿Con fútbol o sin actividad de ningún tipo?
--Supongamos que juega Boca, River y Comercial.
--Uhhh, lo primero que hacemos es sortear quien va a manejar el control remoto. A Agostina, que se acaba de independizar, le gusta el fútbol, pero dos por tres ponía algún canal de noticias y mi papá y yo estallábamos de furia, aunque siempre contábamos con el consentimiento de mamá, que entiende y sabe mucho de fútbol. En mi casa se habla todo el día de este bendito deporte, y si juega Comercial, los preparativos comienzan a las 7 de la mañana, con el bolso, el equipo de mate, las cábalas, la organización del viaje en caso de ser visitantes, todo, no queda ningún detalle librado al azar.
“Voy a los de mis abuelos (Ester y Raúl son sus ídolos, los tiene tatuados en sus brazos) y arranca la discusión, de cómo jugó Boca, River o la Selección, hasta bajar a la Liga del Sur haciendo hincapié en el momento de Comercial. Es una risa porque somos todos técnicos, y el que más se enoja es el `Gil´ (Raulito), que si se pelea con su hijo (Gonzalo) pueden estar horas discutiendo, y de mala manera, sin piedad de uno u otro lado. Pero siempre por la pelota y este juego que nos apasiona a todos, por eso están perdonados, je, je”.
--Entre tu abuelo, tu papá y tu tío, ¿quién sabe más de fútbol?
--Vos querés que me maten, ¿no?. Mi papá y mi tío analizan mejor el juego, mi abuelo es “Enrique el antiguo”, se quedó en la prehistoria, sabe mucho de los equipos de antes, de décadas donde se corría menos y, según él, donde el talentoso sobresalía sobre el atleta. Ahora lo tiene de punto a Armani, no puede entender porque no sale en los centros...(risas).
--Si tenés que volver a nacer, ¿elegís la misma familia?
--Obvio. Soy y somos muy pasionales, centramos nuestras vidas en el fútbol, no se hablan de otros temas para no herir susceptibilidades, y eso nos permite que todos estén bien con todos. Si el mismo día juega Boca y River, en la casa de mi abuela nos dividimos: unos van a la habitación y los otros se quedan el tele del living. Eso sí, hay sorteo, porque sino se pudre todo. Un superclásico es una guerra, hay fuego cruzado, es tremendo, como para filmar la locura que se genera.
En el nombre del...
Padre. Gustavo, más conocido como “Cacho”, jugó en Comercial y en La Armonía, primero de centrodelantero, después de “5” y en la parte final de su carrera como primer marcador central.
– “Heredé la viveza, la entrega y el sacrificio, la voluntad de estar y hacer para poder trascender. Mi `viejo´ le pegaba bien a la pelota y era muy equilibrado para jugar, algo que le valoro mucho y que todavía veo lejos de lograr”.
El consejo: “No se involucra en mi vida futbolística, me va a ver siempre y jamás escuché un grito o un reproche, ni para ni para nadie. Para él, faltarle el respeto a alguien en una cancha está prohibido. Suele corregirme algún aspecto básico del juego, sobre todo en la marca o en los relevos, pero no está encima mío ni me da ninguna cátedra. Odio perder, y cuando era chico me ponía muy mal, pero él me hizo entender que en el fútbol, al menos a este nivel, los sinsabores le ganan ampliamente a las alegrías”.
Abuelo. Raúl Gil, talentoso volante o insider por la izquierda en el fútbol antiguo, vistió las camisetas de Pacífico y Villa Mitre en la década del `60 y `70.
– “De él adquirí la inteligencia, la viveza para jugar y sacarle ventaja al rival en alguna acción clave. El tiraba caños, la gastaba, era talentoso por naturaleza, yo soy más de marca, no tengo tanta habilidad”.
El consejo: “Me pide que disfrute, que lo tomé como un juego, que no es cuestión de vida o muerte. El no puede entender que corramos tanto, que el fútbol haya cambiado rotundamente en dos o tres décadas, pero siempre me dice que aproveche porque se termina rápido. Que aprenda y sea respetuoso”.
Tío. Gonzalo Gil, el “Hueso”, fue el que más trascendencia tuvo, llegando a jugar algunos partidos de Nacional B con Olimpo. También pasó por Rosario Puerto Belgrano, Bella Vista y Comercial.
– “De él copié el profesionalismo, el hecho de ser serio y de no faltar nunca a entrenar. También el orden y que no falte nada a la hora de ir a jugar, que los dos pares de botines estén brillantes y que la ropa se encuentre bien doblada en el bolso. Gonzalo tiene un karma con su hijo Alejo, que se parece al abuelo Raúl, buen jugador, pero fiaca para entrenar y poco corredor”.
El consejo: “Que dentro del amateurismo sea lo más profesional posible. Una vez, después de un partido, me fui a Monte a pasar el día y me dijo de todo; según él era un momento donde tenía que tener la cabeza enfocada en el fútbol”.
Comercial. “Dentro de la cancha por ahí no se nota, pero juego como hincha, dejando todo y arriesgando hasta lo que no tengo. Por mi club lloré muchas veces, sobre todo en menores, después de una derrota abultada o tras quedar eliminado en una instancia final. En Infantiles, si perdía, no salía a la calle, sentía vergüenza y no quería que nadie me diga nada. Toda esa locura la fui dejando de lado al crecer y madurar, pero igual me sigo amotinando cuando Comercial pierde o entra en alguna crisis futbolística”.
La anécdota
– “Cuando debuté en Primera (21 de abril de 2019, 0-2 con Tiro en el Polígono), quise dejar la escuela, así que imaginate el revuelo que se armó en mi casa. Estudiando en la Técnica, se me complicaba para entrenar con la Primera (cursaba de 13 a 22), porque en menores la piloteaba, salía antes, faltaba o me escapaba, y me alcanzaba para jugar los fines de semana. Hasta ahí todo manejable, pero llegó la obligación de ir todos los días al club, de no faltar a las prácticas...”
-- “El día que debuté en Primera había entrenado todos los días porque fue en semana santa y no había tenido clases, pero después de ese primer partido había que volver a la Escuela, y ahí estaba el problema. El lunes no fui a entrenar y el martes llegué tarde, así que cuando esa noche llegué a casa le dije a mi mamá que no iba a estudiar más, que me quería dedicar al fútbol. No me respondió, pero con su cara me había dicho todo”.
– “Me encerré en mi habitación dos semanas seguidas, solo salía para comer e ir a entrenar, pero no a la Escuela. Mi mamá lloraba de impotencia y mi papá por no poder convencerme”.
-- “Solo pensaba en jugar al fútbol, entonces se me ocurrió cambiarme al Colegio Sarmiento, porque ahí sí me daban los horarios para poder ir a entrenar. Me anoté, hice los papeles para el ingreso, pero cuando llegué a la puerta vi que mi mamá no estaba convencida y le hice una propuesta: seguir en la Técnica, ir de 13 a 15, cortar para ir a entrenar y volver a las 18 para seguir cursando. Así completé la secundaria, más allá de que estaba todo el día fuera de mi casa. Y le estoy agradecido a mi mamá, quien no permitió que deje de estudiar, porque gracias a la Técnica pude conseguir el trabajo que tengo hoy”.