Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía: de aquellas paredes de adobe a estos edificios modernos

Con la llegada del ferrocarril y la habilitación del Puerto Comercial en White, la situación de la ciudad comenzó a evolucionar a pasos agigantados. Ese crecimiento encontró en la arquitectura una expresión clara y contundente.

   En 1942, "La Nueva Provincia" daba cuenta del "gran cambio urbano" que vivía Bahía Blanca con la aparición en el perfil ciudadano de los primeros "rascacielos".

   "Podemos dejar de lado el perfil chato de un `chacra empedrada', como alguna vez nos calificaron", refería el cronista dando cuenta de un mote que se repetiría en el tiempo. Porque en aquellos años, los edificios en altura venían a hablar de progreso y crecimiento.

   "La chatura" que durante la primera mitad del siglo XV identificó a nuestra ciudad, no dejaba de ser, no obstante, de una calidad edilicia-arquitectónica de calidad, con obras que aún siguen siendo emblemáticas en el contexto urbano.

   Los primeros edificios de la ciudad fueron los típicos ranchos --tan comunes en la llanura pampeana-- construidos con paredes de adobe y cubierta de paja a dos aguas, sin más pretensión que la de ofrecer cobijo ante el duro clima local.

   Pero con la llegada del ferrocarril y la habilitación del Puerto Comercial en Ingeniero White, la situación socio-económica de toda la ciudad comenzó a evolucionar a pasos agigantados y poco a poco ese crecimiento encontró en la arquitecturas una expresión clara y contundente.

   Las entidades bancarias fueron de las primeras en calzar sus obras en tierra tan fértil, con edificios monumentales y un lenguaje arquitectónico muy de boga entonces en Buenos Aires, inspirados en modelos históricos.

   Los bancos de Londres, Nación, Español y Alemán abrieron un camino que comenzó a modificar el centro bahiense, acompañados por obras como la sede del Club Argentino (Colón y Vicente López) y del Hotel Sudamericano (Colón y Brown).

   En 1906, la primera obra pública edilicia estableció otra altura, con la aparición de la torre del Palacio Municipal, un hito de la nueva ciudad.

   La década del '20 y del '30 consolidó el centro con construcciones que hoy integran lo más agrandado del patrimonio arquitectónico local: el Palacio de Tribunales, la nueva casa de la Biblioteca Rivadavia, la nueva sede del Banco de la Nación (Moreno y Estomba), el edificio de Correos (Moreno y Vicente López) y la monumental sede del Banco Hipotecario (Colón y Vicente López), formaron una altura media de construcción de unos 20 metros de altura, aunque con un lenguaje historicista más apropiado al gusto oficialista que a la concepción moderna de un edificio en altura.

   Finalmente, en la década del 40 comenzó el auge de los edificios en altura, un poco por moda y mensaje de crecimiento que por verdadera necesidad, estilo que se consolidó de manera definitiva en los '50 y '60, con la aparición de más de 300 edificios que modificaron para siempre el skyline bahiense, su línea del cielo, con una altura promedio de 45 metros (12 pisos) y ya sí con el perfil propio de los rascacielos.

   Desde entonces la ciudad definió su perfil urbano. Con crecimientos también en barrios periféricos, pero sin abandonar jamás su tendencia hacia lo alto.

   De hecho, en estos días, pueden observarse decenas de nuevas obras que se plantan en 10-12 pisos, sobre todo en la zona del microcentro, conviviendo, en cuanto a auge de modelo, con los bloques de hasta cuatro pisos que por centenares se erogaron en los últimos años en varias zonas de la ciudad, sobre todo el barrio Universitario.

"El" informe

    En marzo de 1908, Arturo Coleman, máxima autoridad del Ferrocarril del Sud, elevó a sus superiores un amplio informe referido a los avances edilicios de la ciudad.

   "Hasta hace dos o tres años (r)escribió Coleman (r), apenas se veía una casa de dos pisos en Bahía Blanca, pero desde entonces la edificación ha adelantado rápidamente. Entre los edificios más destacados está el de La Previsora, que consta de 90 habitaciones distribuidas en 4 pisos; el de la compañía de Seguros Bahía Blanca, con el gran Café América en la planta baja.

   "El palacio municipal, espléndido edificio de tres pisos, pronto será terminado y habilitado. El edificio del señor Gerardi (Galería Peuser), que está terminándose, consta de tres pisos y de 80 habitaciones. La casa Gath y Chaves ha ocupado otra casa de tres pisos, que acaban de edificar los señores Garat Hermanos.

   "El Banco Español del Río de la Plata, frente mismo a la Plaza Rivadavia, está por concluirse. Los señores Drysdale, de Buenos Aires, y la Droguería Inglesa han levantado también dos magníficos locales.

   "El panorama que elevaba Coleman era por demás revelador: Bahía Blanca vivía su gran transformación de pago chico a ciudad".

   Durante 1907 se construyeron 287 casas y a mediados de 1908 había 196 en construcción y otras 419 en reparación o modificación. Al alumbrado eléctrico se había sumado la usina de gas de Villa Rosas y el servicio de aguas corrientes. Los tranvías a vapor eran un signo de modernidad y en las zonas suburbanas se trazaban los primeros barrios Villa Mitre (1.020 lotes); Villa Nocito (268); Bella Vista (403); Villa Bordeu (238) y Noroeste (175), entre otros.

   Los 1.472 habitantes censados por Sarmiento en 1869 se habían convertido, 39 años después, en casi 60 mil almas.

   La historia reciente, con Bahía Blanca creciendo hacia arriba y hacia la periferia es conocida... 

Un precursor

   Hace 32 años, en agosto de 1980, el Consejo Honorario Asesor de la comuna rechazó el proyecto de construir 2.500 viviendas en terrenos ubicados sobre la ruta 33, donde actualmente se ubica un barrio cerrado.

   Nadir S.A. se llamaba la empresa que pretendía construir esta verdadera "ciudad satélite" en 180 hectáreas de tierra de su propiedad, a 10 km del centro bahiense, a la que bautizó Rayulú.

   La idea era atender con este complejo la insatisfecha demanda de viviendas de los trabajadores del polo petroquímico. El trabajo estaba estructurado con la construcción de 600 viviendas por año, hasta completar las 2.500, generando un conglomerado de unos 10.000 habitantes.

   Entre las objeciones al emprendimiento, figuraba la supuesta falta de capacidad de Paso de las Piedras para abastecer de agua al barrio y su ubicación, "prematura para el desarrollo de Bahía Blanca", según anunció la oficina de Planeamiento, sugiriendo "una radicación más próxima al casco urbano".

   En ese punto, Martín La Rosa, titular de Nadir, señaló la inexistencia de otras tierras en toda la zona urbana y suburbana bahiense. "Incluso, fueron solicitadas tierras fiscales y la Municipalidad nos informó que no tiene", indicó.

   Por entonces, el financiamiento de la obra estaba asegurado: capitales nacionales y extranjeros aportarían los 1.500 millones de dólares necesarios.

   La votación negativa del Consejo (integrado por Obras Públicas del municipio, ingenieros, técnicos, agrimensores, arquitectos, constructores, UNS, escribanos y sociedades de fomento) fue decisiva. Semanas más tarde, ante el repetido cuestionamiento comunal, Nadir desistió de la obra.

Rascacielos en el Penna

   Hace más de 45 años, en mayo de 1967, se presentó al público el proyecto edilicio del Sindicato Unico de Trabajadores del Espectáculo Público (Sutep), acaso el más ambicioso en la historia de la ciudad.

   La ilustración da una idea clara del emprendimiento urbano que el gremio se proponía erigir en cercanías del Hospital Penna, donde, se dijo, había adquirido 12 hectáreas de tierra. Se trataba prácticamente de levantar un nuevo pueblo, ya que consistía en la construcción de 1.152 viviendas, con una población estimada de 4 mil almas.

   Se dijo entonces que las tierras disponían de servicios (agua, electricidad, gas y obras sanitarias) y que los edificios se harían mediante un novedoso sistema constructivo llamado Outinord, el cual permitiría terminarlos en apenas 12 meses. 

   El barrio estaría compuesto --novedad para este tipo de emprendimientos-- por varios tipos de viviendas, a saber: 192 casas individuales, 480 departamentos de tres y cuatro ambientes, distribuidos en monobloques de planta baja y dos pisos, y 8 torres de 15 pisos de altura, con departamentos de 3 ambientes y 4 ambientes. A esto se sumaría un gran centro comercial, una escuela y una iglesia. La financiación vendría del Banco Provincia y del Hipotecario, con créditos blandos, a un interés anual del 3%, encuadrados en el denominado Plan Federal de viviendas.

   Bautizado con el nombre de Rosendo López, la monumental obra no pasó del dibujo. Cuando el Sutep concretó, en 1968, el llamado a licitación de su barrio, lo hizo en otro sector, ocupando 4 manzanas, con 300 viviendas organizadas en monobloques y manteniendo sí su designación original.

Los viejos elevadores

   En 1978, las autoridades portuarias "pensaron" mejorar el sector de los viejos elevadores de chapa de Ingeniero White, para lo cual consideraron imprescindible deshacerse de ellos.

   Los edificios habían sido construidos en 1908 por la empresa británica del Ferrocarril del Sud, concesionaria de la terminal, cuyos ingenieros recurrieron a un diseño de neto corte industrial, prefabricado con perfiles metálicos en Inglaterra y revestidos en chapa, material que comenzaba a dar respuesta a este tipo de edificios en lugar del ladrillo común que, por ejemplo, se utilizó en los silos de puerto Galván. 

   El resultado fueron dos edificios que, en 1975, fueron considerados candidatos a integrar el patrimonio arquitectónico de la humanidad que prepara la UNESCO.

   Nada de esto tuvo peso cuando, en 1978, una empresa capitalina ganó la licitación para desguazarlos, tarea que demandó unas pocas semanas, privando a la ciudad de uno de sus valores artísticos más importantes.