Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Avenida Alem: la calle de los grandes cambios

“La adecuación de un lugar y sus usos tiende a la mezcla, a la variedad, a lo inesperado, al espectáculo de un espacio compuesto”. (Francois Ascher)

Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.
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Por Mario Minervino / mminervino@lanueva.com
Audionota: Romina Farías (LU2)

   La avenida Alem era, a fines del siglo XIX, principios del XX, una calle que “no conducía a ninguna parte”. Calle de Quintas, con cercos de tamariscos, árboles frutales y rosedales.

   Su transformación comenzó en 1906, con la inauguración del parque Municipal, la primera propuesta recreativa que llevó a los bahienses a alejarse de la plaza Rivadavia.

   La gente comenzó a caminar por esta ancha avenida y la convirtió en el gran paseo de la ciudad. Se habló entonces de Alem como el Palermo bahiense, la nueva Alvear, en relación a esa aristocrática avenida de Buenos Aires.

   En 1913, con la inauguración del teatro Municipal el paseo se hizo más interesante, las quintas se fueron loteando y se comenzó a gestarse un neto corte residencial, con una arquitectura de chalés, viviendas señoriales de aires afrancesados, retiradas de la línea municipal, todas aportando sus jardines al frente y una interesante arboleda de vereda.

   Pero a partir de las décadas del 60 y del 70 comenzó a vislumbrarse un cambio. En las tipologías edilicias, con los primeros edificios en altura y las primeras propuestas gastronómicas.

   ¿Es un cambio positivo para la ciudad? ¿Es una modificación inevitable? ¿Es posible encontrar un equilibrio entre lo nuevo y lo histórico?

   El resultado de las opiniones de profesionales, ex funcionarios y vecinos es una variedad de miradas que, lejos de agotar el tema, refuerzan el debate y la discusión, dejando en claro la complejidad que significa una ciudad y como es el propio ciudadano el que va dando lugar a nuevos usos y costumbres.

Entre el buen gusto y el uso

   “Nací en la época que la Avenida Alem tenía el prestigio que luego ostentó Palihue y hoy exhiben los barrios privados. Viví cuando las farolas -que le daban afrancesado carácter de boulevard- fueron desplazadas a otros espacios (plazas, parques y a alguna casa de fin de semana, según comentarios de empleados). Fui responsable, lo digo con orgullo y asistido por el rigor histórico, de la implementación de una dinámica al Teatro Municipal que disparó el actual perfil gastronómico, que me agrada en la medida que convivan el buen gusto y que la piqueta no se ensañe con el criterio de preservación que debe primar, sin frenar la evolución natural de una comunidad que debe en armonía poner en marcha”. (Ricardo Margo, ex director Instituto Cultural de Bahía Blanca).

Un lugar de encuentro


   “El urbanismo camina detrás de las costumbres de la gente y las ciudades son dinámicas por excelencia. La calle Güemes de Mar del Plata, por ejemplo, en algún momento era netamente residencial pero la gente fue viendo con buenos ojos la aparición de negocios. Alem era residencial y se fue convirtiendo en un lugar de encuentro, comercial y cultural. Las costumbres van marcando esos caminos. Es cierto que algunas viviendas de la avenida se han reconvertido, pero ha sido por las mismas costumbres de los bahienses que han querido adoptar ese sector como lugar de esparcimiento. Las necesidades de la gente impulsan esos cambios”. (Rodolfo Dillon, ingeniero civil).

Parte del cambio cultural


   “No está mal el cambio que ha tenido Alem. Es una pena que se hayan perdido algunas casas bonitas, pero la avenida está viviendo las consecuencias de un cambio cultural en la gente, de estar más al aire libre. La altura de los edificios son razonables y se está modificando un área como sucede en otras ciudades del mundo. También se consolidan calles como Don Bosco, Aguado-Brasil o la avenida 14 de Julio. La ciudad se está convirtiendo en policéntrica, el centro tradicional va perdiendo fuerza, una tendencia a veces comercial, otra cultural, relacionada con el comportamiento de la gente. Creo que en Alem se ha respetado bastante la edificación y por ahí la municipalidad podría poner algún límite en el uso de las veredas, con algunas intervenciones de baja calidad y evitar los carteles que afectan la visual del teatro municipal. (Agrimensor Jaime Linares, ex intendente Municipal y ex senador de la Nación).

La presión del mercado


   “Lo que está sucediendo en Alem es un desplazamiento de la residencia unifamiliar, en una zona que adquiere valor, por una multifamiliar y comercial. Ese es un proceso normal, aunque hay que tener cuidado porque lo que produce es cierta “obligación” de trasladar la vivienda ante la presión del mercado. Por un lado, el propietario de una casa recibe la oferta por el mayor valor del suelo y por otro lado tiene la actualización de los impuestos en función de esa valorización. El otro componente es su perfil histórico, vinculado al paisaje urbano, que no está bien que se pierda. Haber reducido las alturas de los edificios es muy bueno, así como los retiros que protegen ese paisaje. Se podría moderar con política fiscal, sacarle presión a quién vive y capturar la renta extraordinaria que produce la autorización en altura o el cambio de uso. Puede sonar antipático, pero no le sirve a nadie que ese suelo sea más caro, el dueño de una casa que se ve presionado a irse y el paisaje pierde valor patrimonial”. (José María Zingoni, ex director del Plan Estratégico de Bahía Blanca, arquitecto y docente de la UNS).

Crear nuevos centros


   “Alem ha ido cambiando, desde la calle de quintas, a casas de alto estándar hasta la aparición de los edificios en altura y servicios. La ciudad necesita reforzar la estructura de su centro y generar ejes sectoriales de servicios, mejorar la oferta de consumo y de ocio. También crear centros en la periferia, con distintos signos. No solo crecer hacia el norte, también el sur necesita una revitalización. Por otro lado el urbanismo del municipio debería ser un ensayo para un cambio posible, superar esta cuestión de dibujar ensanches de vereda y no ser una excusa para la privatización del espacio público. Es importante un plan urbano integral, reordenar Alem como un complemento al centro, buscando determinado tipo de consumidor. Como todo cambio generar conflicto, pero si ocurre dentro de un ordenamiento general complementa la oferta de usos. Lo importante siempre en pensar en el ciudadano. (Luis Pites, arquitecto, ex director de Planificación y Desarrollo Urbano del municipal y docente de la UNS).

Tristeza


   “Si debo dar mi opinión sobre lo que se está haciendo sobre Alem me sale decir un simple “triste”, así como es triste la falta de conservación de fachadas en la ciudad, la pérdida de molduras, ornamentos, bajorrelieves, detalles irreproducibles. Es triste, y no necesariamente indispensable en pos del desarrollo económico. Se pueden conservar fachadas y hacer edificios detrás, se pueden hacer espacios de comida respetando el estilo preexistente. Se puede.
Nadie se ocupa de controlar es. Y con la falta de regulación se demuelen frentes únicos y se pierden estilos que, de mantenerse, evocarían la evolución de la ciudad.  Otra cosa que no se valora son los árboles que enmarcan las calles y acompañan a nuestros edificios.  Se talan para cualquier proyecto arquitectónico y no suelen reponerse (no debería permitirse que se quiten árboles para construir sino hacer los proyectos en función de los árboles que están)”. (Gina Porcelli Piussi, arquitecta).

Un espacio dinámico


   “La avenida Alem se transformó en uno de los espacios más dinámicos de la ciudad, en términos de intervenciones urbanas y de reconversión, con lo cual le otorga una lógica de funcionamiento totalmente diferente al resto. Mirando desde el ocio, lo turístico y recreativo es uno de los espacios más demandados como esparcimiento gastronómico y de paseo. Adquiere cierta representatividad al nuclear diferentes equipamientos de gran demanda social. Ahora, en términos patrimoniales podemos hablar de la avenida como un gran espacio de disputa, en el cual aparecen actores con diferentes relaciones de poder y objetivos. Esto se visualiza entre quienes apuntan a un desarrollo económico y comercial con una mirada más preservacionistas, de salvaguardar hitos de la identidad de la ciudad. En esta lucha se ve la debilidad en los instrumentos normativos y de planificación. Alem es un área patrimonial pero normas sumamente frágiles no aseguran su preservación. Se necesita tratar de compatibilizar los nuevos desarrollos con la preservación del patrimonio, sin por eso pensar en fosilizar la ciudad o dejarla como un museo a cielo abierto”. (Andrés Pinassi, Doctor en Geografía y docente de la UNS).

La vida, los afectos


   “Para mí la avenida tiene una connotación emotiva muy importante. Nací en Alem 91, en esta calle vivieron mis abuelos, pasé mi infancia, hice mis primeros amigos, crecí en el club Napostá. Era otra fisonomía completamente diferente, residencial, que disfrutábamos. Ahora creo que los cambios son parte lógica del desarrollo urbano. El pase a lo comercial y gastronómico aparece como normal, uno lo entiende por el propio crecimiento de la ciudad. Incluso le da otra fisonomía, más atractiva, con más vida social. Es cierto que uno tiene pena por algunas casas que se van perdiendo –la de mis abuelos por ejemplo—y en ese sentido es bueno que ese cambio se haga respetando cierta estética y ajustado a determinadas normativas. No sé si sus habitantes estarán felices, pero creo que la avenida sigue siendo un atractivo lugar de paseo”. (Ignacio Barga, médico traumatólogo y presidente del Club Napostá)

El valor simbólico


   “Para abordar la avenida Alem primero debemos entender el alto valor simbólico que tiene, entendida como un área residencial con cierta tipología de viviendas y su alto valor inmobiliario. Una calle señorial, paseo obligado desde siempre, con importantes hitos como el Teatro Municipal, la Universidad, el Parque de Mayo. Hoy sumamos el valor que adquirió por su conectividad, consolidando así un corredor con usos complementarios. Esos usos gastronómicos, recreativos y servicios son entendidos como una transformación, generando una movilidad particular, que sigue cambiante en la dinámica de los procesos socioculturales. Lo mismo ocurre en lo residencial, mutando de la vivienda individual a la multifamiliar. La intervención de las propiedades existentes no está mal, sino que son una respuesta social a una problemática habitacional, recreativa y comercial. El marco normativo es insuficiente, amerita un análisis permanente. Intenta revalorizar el carácter paisajístico de la avenida con los retiros y ocupaciones pero queda resolver algunos puntos que hacen que las propuestas no sean lo interesantes que podrían ser. No es precisamente no permitir sino encontrar un punto de acompañamiento para llegar a un resultado superador que mantenga la esencia del área”. (Analía Ocampo, arquitecta).