Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Los enormes desafíos que afrontó el personal de salud ante el coronavirus

Debemos ser conscientes de lo mucho que debemos, y deberemos, al personal sanitario cuando la pandemia acabe.

   Cuando la pandemia termine, veremos el mundo con ojos diferentes. Es probable que todos aprenderemos algo, pero la huella que esta crisis dejará en los profesionales sanitarios será imborrable. 

   Aparte de su enorme impacto sanitario y económico, la pandemia de COVID-19 ha modificado la forma de practicar la medicina y probablemente incidirá en la educación médica. 

   Es posible que dicho efecto acelere la transformación que están experimentando ambas actividades.

   Esta pandemia ha demostrado que la globalización es mucho más que la unificación del mundo económico. Algo que se inició en el interior de China, rápidamente llegó al corazón de Europa, y desde allí rodeó al mundo en menos de dos meses.

   El mundo ha tenido pandemias devastadoras, probablemente de la que más se habla es de la Gripe Española, la más contemporánea, pero ha habido fiebre amarilla, viruela, peste, y otras que diezmaron poblaciones enteras, sobre todo por la falta de medicinas. 

   Hoy el avance de la ciencia tiene niveles de excelencia pero esta nueva pandemia la encuentra sin una respuesta adecuada. Rápidamente se comenzaron a experimentar vacunas, que a un año de comenzada ya se están aplicando, con alentadores resultados aparentemente.

   Las generaciones de médicos y personal sanitario que actúan en esta pandemia no tenían experiencias similares. 

   Algunos quizá en el pico del Cólera de los 90 o luego con la gripe A, pero ninguna sin la velocidad y letalidad del contagio de ésta, que los encontró a la mayoría en condiciones subóptimas, lo que los convirtió en el colectivo más vulnerable por ser la primera barrera y la esperanza que en ellos volcaron los pacientes y además, arrastrados a interminables jornadas de trabajo por la multiplicidad de casos y la escasez de recursos. 

   Muchos, que ante la crisis del sistema han debido tomar decisiones de prioridades, habrán experimentado por primera vez en hechos concretos,  lo que estudiaron en bioética. 

   Muy pocas veces la historia pone a prueba a los médicos como lo está haciendo estos días.

   La masividad de los medios de comunicación poco ayudó en los comienzos ya que una sobreinformación y no siempre bien intencionada atentaba contra todo intento de establecer políticas y prioridades para enfrentar este desconocido enemigo. También, lo que mundialmente parece inevitable, se politizó el tema y en muchos casos se puso la política por encima de la salud. 

   La aparición de las vacunas de distintos orígenes y las opiniones sobre éstas, fue un reflejo de lo dicho anteriormente, a lo que poco aportó la aparición de opiniones de los “antivacunas”.

   Un año después, ya con programas avanzados de vacunación en todo el mundo, aunque todavía  con cifras alarmantes de contagios o de nuevas variantes de la peste en muchos países, el tema parece encausado. 

   Se conoce más al enemigo, se han implementados condiciones de trabajo adecuadas y la vacuna parece ser la única solución por el momento ya que no hay medicina alguna que haya demostrado eficacia para el tratamiento de los enfermos. 

   En este nuevo contexto, el personal sanitario sigue siendo la primera barrera, la persona en que el enfermo confía, y la que sabe como actuar en cada circunstancia, con un acelerado aprendizaje extra facultad en el medio. 

   Debemos ser conscientes de lo mucho que debemos y deberemos al personal sanitario, al que no siempre se respetó y trató adecuadamente en este año, y repetirle tantas veces como sea necesario: Gracias.