Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Pobreza y ayudas sociales: el análisis de dos especialistas del Conicet

María Emma Santos y Valentina Viego hablaron sobre la situación bahiense. 

Santos y Viego / Fotos: OPHI y Archivo La Nueva.

   En Argentina más de 4 de cada 10 personas son pobres. Y en Bahía Blanca, más de 3 de cada 10. Datos alarmantes, que preocupan aún más por las consecuencias económicas de una pandemia que no acabó.

   "Estamos en una coyuntura particularmente difícil, con hogares recientemente empobrecidos. Hay un núcleo de pobreza estructural en Argentina, un piso de alrededor de un 25 %, que no hemos podido reducir ni siquiera en tiempos de crecimiento económico en los últimos 30 años", dijo María Emma Santos, investigadora del Conicet y profesora del departamento de Economía de la Universidad Nacional del Sur (UNS).

   En Bahía Blanca, el Gobierno nacional realizó, a través del Ministerio de Desarrollo Social, una inversión superior a los $ 1.771 millones durante el período comprendido entre diciembre de 2019 y noviembre de 2021. Según indicaron desde la cartera, se usaron para el programa Potenciar Trabajo, la urbanización de barrios, la asistencia alimentaria en comedores, la Tarjeta Alimentar y el financiamiento no bancario para empresas recuperadas.

   A nivel nacional, además, llegaron a la ciudad prestaciones de la seguridad social a través de Anses, como la Asignación Universal por Hijo, el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), entre otros.

Cómo funcionan las ayudas sociales en Bahía

   Pese a la consulta de La Nueva., no se proporcionaron datos sobre ayudas a nivel provincial. Y en el orden local, desde el Municipio destacaron el acompañamiento que se hizo con la entrega de alimentos que luego se transformó en un monto otorgado a través de una tarjeta social, y otras formas de ayuda que aún se sostienen.

   "En algunas ocasiones se promueven las capacidades que cada persona tiene, informando dónde acceder a educación formal de oficios de manera gratuita, los mecanismos de acceso a microcréditos para emprendimientos y el acceso a la oficina de empleo con los programas de formación y trabajo", dijo Vanina González, secretaria de Políticas Sociales.

   Ahora bien, ¿qué análisis se puede hacer sobre la cobertura social desde la ciencia? ¿Cuán grande es la pobreza en Bahía? ¿Qué acciones se pueden implementar?

   La investigadora María Emma Santos dijo que "los principales programas de ayuda social son de nivel nacional, lo cual es esperable desde un punto de vista presupuestario. Estos son: la Asignación Universal por Hijo (AUH), la Tarjeta Alimentar y las Pensiones No-Contributivas. La evidencia empírica indica que estos programas están bien focalizados ya que contribuyen en el corto plazo a reducir la pobreza, tanto en su incidencia como en su profundidad e intensidad".

   A nivel local, indicó que "hay un conjunto de programas de transferencias monetarias que son el núcleo principal de la política social municipal" y que si bien no tiene datos actualizados, el Municipio sí le facilitó el acceso a esa información en diciembre de 2019, cuando pudo observar que "la focalización era buena" porque:

- los titulares de los beneficios y sus hogares exhibían características típicas de elegibilidad, como bajo nivel educativo, vivienda en condiciones precarias, desempleo en su mayoría y miembros con algún tipo de discapacidad;

- en 3 de los 4 programas principales más del 70 % de los titulares eran mujeres;

- se observaba, al segundo semestre de 2019, una cobertura de entre 30 % y 40 % de la población pobre de la ciudad.

   De todas maneras, planteó que estos programas tienen debilidades: "Primero, la cobertura es insuficiente. Segundo, la insuficiencia se acentúa cuando se considera que más del 70 % de los beneficiarios sólo percibían la Tarjeta Social, la cual era y es de un monto mensual muy bajo (alrededor del 29 % del costo de la Canasta Básica Alimentaria en la actualidad), que es fijo para todos, independientemente de sus características personales o del hogar. Y tercero, un 32% de los beneficiarios municipales no percibía ningún otro beneficio nacional o provincial". 

   "Así, en un análisis de los montos totales de ayuda económica municipal recibida por los hogares beneficiarios, se observaba que su distribución no guardaba correlato prácticamente con ninguna variable relevante", remarcó.

   Por su parte, Valentina Viego, también docente de la UNS e investigadora del Conicet,  indicó que a las ayudas nacionales y municipales se suman las provinciales, aunque "hay muy pocas". A nivel local, sostuvo que básicamente consisten en la entrega de alimentos, dado que "hay muy pocas transferencias dinerarias a familias en situación de pobreza". Y agregó que no cuenta con datos para determinar si la distribución de alimentos se realiza de manera transparente.

   "Las ayudas a nivel nacional suelen ser bastante automáticas, en el sentido de que hay una tendencia a distribuirlas en base a algún criterio que nosotros denominamos 'observable', que la familia tiene que cumplir para recibir la ayuda. Por ejemplo, tener hijos menores a cargo, que esos hijos asistan a establecimientos educativos y demás, o tener ingresos por debajo del salario mínimo vital y móvil [$ 32.000 desde octubre]", explicó.

 

Cómo se mide la pobreza 

   Santos sostuvo que los datos más representativos de pobreza en la ciudad son las estimaciones que hace el INDEC a partir de los datos relevados por medio de la Encuesta Permanente de Hogares, la cual se realiza en forma continua a lo largo de cada trimestre del año: "Las estimaciones de pobreza son semestrales. Desde 2016, cuando el INDEC se normalizó, la medición es 'correcta'", sostuvo.

   Sin embargo, explicó que las falencias radican en que la muestra es pequeña: "En tiempos normales, consta de entre 380 y 550 hogares por trimestre, lo cual lleva a muestras semestrales de entre 760 y 1.100 hogares. Esto redunda en un error de muestreo significativo que lleva a que cada estimación puntual tenga en realidad un amplio intervalo de confianza. Es decir, la estimación de mínima de la tasa de pobreza y la estimación de máxima tienen varios puntos porcentuales de distancia: entre 7 y 9 en tiempos normales, una diferencia de al menos 20 mil personas".

   Diferencia aún más marcada desde el 2° semestre de 2020, cuando la encuesta se hizo por teléfono, reduciéndose la muestra. Por consiguiente, "ni la reducción abrupta de la tasa de pobreza del primer al 2° semestre del 2020 ni el incremento abrupto del 2° semestre del 2020 al 1° del 2021 son razonables". 

   En este contexto, el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur (IIESS) empezó a realizar este mes un relevamiento en 1.500 hogares de la ciudad para poder contar con datos socio-económicos propios: "Si bien no podemos medir ingresos de los hogares con el cuestionario exhaustivo que hace el INDEC, esperamos poder hacer alguna aproximación a los niveles de pobreza en la ciudad, con estimaciones algo más confiables", indicó Santos.

   Vale recordar que el índice de pobreza en Argentina se ubicó en 40,6 % en el primer semestre del 2021 (18,8 millones de habitantes) y la indigencia alcanzó al 10,7 % de la población (casi 5 millones de personas), de acuerdo con el último informe del INDEC difundido en septiembre del corriente año. A nivel local, la pobreza llegó a más de 100.200 personas, de las cuales casi 25.000 eran indigentes.

   Valentina Viego coincidió en que la muestra de la Encuesta Permanente de Hogares es muy pequeña para el caso de Bahía y que para achicar el margen de error se debería aumentar su tamaño, "lo que implica contratar más encuestadores, supervisores y recursos para viáticos".

   Indicó, además, que "los datos más confiables son los referidos a tasas de empleo y desempleo", mientras que "los menos confiables son los referidos a ingresos y, por ende, a pobreza, ya que la proporción de personas que viven en la pobreza se estima comparando los ingresos del hogar con los necesarios para subsistir".

   "El dato de ingresos suele tener mucha 'no respuesta' porque la persona responde el cuestionario pero no informa sus ingresos por distintas fuentes: laborales, jubilación, alquileres, etcétera —detalló la doctora en Economía—. Pero también hay falencias metodológicas porque la canasta de indigencia incluye alimentos en cantidades muy mínimas o poco saludables, abaratando artificialmente su costo".

   El 27 de octubre de 2010, en el año del Bicentenario, se realizó el décimo Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas de la República Argentina. Fue el último, dado que la pandemia obligó a postergar el 11°, previsto para 2020.

   "La falta de un censo influye en un cálculo que se llama ‘proyección’, que consiste en pasar del dato a nivel muestral al dato de la población. Para pasar de la muestra a la población se aplica un procedimiento, conocido como ponderación o factor de expansión, que consiste en multiplicar los datos de cada individuo por la cantidad de individuos similares a él en términos de género y edad", explicó Viego.

   Y añadió: "Hasta ahora se están utilizando proyecciones poblacionales, es decir, un estimado de la cantidad de personas según sexo y edad que se cree que viven hoy en Bahía Blanca. Pero ese estimado puede ser erróneo, especialmente porque es más complejo estimar los flujos migratorios. Cuando haya datos censales más actuales, esa proyección de la muestra a la población será más precisa".

   De hecho, la investigadora contó que los datos de indigencia correspondientes al primer semestre de este año en Bahía Blanca están "observados" en el informe de prensa del INDEC: "Esto significa que tienen una advertencia que marca que el error es mayor al 16 %, lo cual los vuelve muy imprecisos", señaló.

   A su vez, explicó que "si se compara en tasas, Bahía tiene menor pobreza que el resto del país por el mayor peso del empleo industrial y el estatal en el área de educación superior, que tienen remuneraciones superiores al promedio y por el menor peso del autoempleo informal".

   "Antes de la pandemia esa brecha era menor. Con la pandemia Bahía estuvo mejor que otros lugares por el mayor mantenimiento relativo de puestos de trabajo esenciales o que podían trabajar desde el hogar. Pero es probable que esa brecha vuelva a reducirse", advirtió.
 

Qué hacer 

    La investigadora María Emma Santos dijo que la situación social en la ciudad es crítica aunque, tras caminar barrios vulnerables, su percepción indica que "es marginalmente mejor que el año pasado, con alguna reactivación en el sector de servicios y construcción, pero todavía lejos de niveles de años previos".

   Consideró, no obstante, que se necesita "una política social más integral y territorial". 

   "Creo que el Municipio podría y debería tener mucha mayor presencia en los barrios vulnerables, con un acompañamiento cercano a los hogares más pobres, especialmente aquellos con niños, y también aquellos de adultos mayores solos, con programas más interconectados entre áreas. Las transferencias monetarias per se no alcanzan", subrayó.

   "La solución de base es una economía que funcione bien. Necesitamos una macroeconomía sana que nos permita empezar una trayectoria de crecimiento económico que se sostenga en el tiempo, de modo que se genere empleo genuino —continuó—. Claramente no parece ser fácil en la Argentina, un país con crisis macroeconómicas recurrentes y con despegues al crecimiento que muy pronto quedan truncos. Pero aún con crecimiento económico no se puede prescindir de la red de protección social y de políticas redistributivas".

   Planteó entonces que para abordar la pobreza estructural necesitamos programas específicos e integrales: "El Premio Nobel de Economía de 2000, James Heckman, mostró que cuanto más tempranas son las inversiones en la vida de una persona, desde la gestación, mayores retornos tienen. Es decir, un programa que aborde situaciones vulnerables desde el embarazo y la primera infancia tiene retornos mucho más altos que programas de intervención más tardíos", explicó.

   También consideró que debería haber intervención en el área educativa, "recuperando (puerta a puerta) a chicos y adolescentes que se desconectaron el año pasado y a aquellos que, aunque no se desvincularon formalmente, están muy rezagados en lo cognitivo. Debería haber un trabajo de coordinación entre Municipio y Provincia en este aspecto. Reforzar con suplementos nutricionales a los hogares con niños en situación de riesgo es otra intervención a la que le daría prioridad".

   "En el contexto actual, creo que se podrían implementar programas de capacitación laboral para jóvenes —siguió—. Y ofrecer espacios de cuidado infantil para los hijos de madres vulnerables, propiciando así la inserción laboral femenina al tiempo que siguen brindando un estímulo adecuado a los niños".

   Por último, indicó que “hay muchos otros aspectos en los que la política social municipal podría hacer más” e insistió en la importancia de la cercanía a los hogares. 

   "En los barrios pobres de la ciudad, hay personas que no saben cómo tramitar un certificado de discapacidad, una pensión por viudez, una afiliación al PAMI o una AUH, cuando son derechos que les corresponden. Facilitar esos accesos no es algo costoso a nivel municipal y, sin embargo, es un mundo de diferencia para esas personas", aseguró.

 

Cobertura: Belén Uriarte, Mauro Giovannini y Valentina Manfrín