Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Alberto, de equilibrista a mediador…

La columna semanal de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

NA y Archivo La Nueva.

   Dicen en sus alrededores que Alberto Fernández se la ve venir. Y que quiere evitar a toda costa que se rompa la sintonía, con sus más y sus menos, que logró mantener hasta ahora entre Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta. Una convivencia siempre atada con alambres que ha sido puesta en evidencia más de una vez entre el gobernador bonaerense y el jefe de Gobierno porteño desde que se unieron en matrimonio forzado para trabajar contra la pandemia de coronavirus en el AMBA.

   El presidente, que entre la convicción y la necesidad se convirtió en un fino equilibrista durante todos estos meses entre las posiciones del gobernador y el alcalde, debe ahora trabajar de mediador para evitar una ruptura. Que sería lo que amenaza con ocurrir si se concretan los planes aperturistas desde la Ciudad y van al choque sin remedio con los planes todavía más conservadores del gobierno provincial de mantener y hasta endurecer la etapa ya dura de la cuarentena que vence el 17 de julio.

   Alberto, reconocen en despachos del área presidencial, tendría ahora mismo en ese rol de mediar entre Axel y Horacio un segundo problema: cómo salir airoso en la interna del Frente de Todos si acaso debiera convalidar todo o parte de plan de Larreta para reabrir la Ciudad y desechar las advertencias que a diario le llegan desde el gobierno de su aliado político.

   “El presidente no quiere que lo pongan entre la espada y la pared”, dicen los confidentes, admitida la idea de que tal cual le están planteando las cosas el gobernador y el intendente, que hasta empezaron a cruzar chicanas y el revuelo de datos contradictorios entre ellos, debe necesariamente mediar porque no puede quedar bien con uno y mal con el otro. “Si las cosas se plantean así no va a poder quedar bien con los dos”, completan el análisis en el área presidencial.

   Como se ha visto, desde la provincia comenzaron en las últimas horas a calentar el ambiente con declaraciones altisonantes o temerarias, tal vez preparando el terreno para cuando llegue el 17 de julio y haya que presentar batalla a las aspiraciones aperturistas de Rodríguez Larreta. El ministro de Salud, Daniel Gollán, le puso el moño a declaraciones que ya habían hecho en la línea alarmista su vice, Nicolás Kreplak, la ministra de Gobierno María Teresa García y desde el gabinete de asesores del gobernador. Gollán advirtió que si se abre el AMBA “estallan Rosario y Córdoba”.

   Mientras busca colocarse en aquel rol de mediador para evitar que todo salte por los aires cuando haya que definir la nueva cuarentena, el presidente escuchó palabras del jefe de gobierno porteño que no lo tranquilizaron. En la reunión a solas que mantuvieron el viernes de la semana pasada, Horacio le adelantó sus pasos tal vez por aquello de que el que avisa no traiciona. ”Alberto, si los números de estos días se ratifican hacia la estabilidad nosotros vamos a volver a abrir”, le dijo. Cerca del presidente sostienen que Alberto le sugirió que no era aconsejable romper el equilibrio con Kicillof. Y ahí quedaron.

   Lo que el presidente no quiere, en suma, y pondrá todos sus esfuerzos para conseguirlo, es que se rompa el AMBA. Una suposición que por ahora no ha pasado de declaraciones en los medios de los principales protagonistas, incluido el sobrio ministro de Salud de la Ciudad, Fernán Quiros, que en medio de todos estos tironeos reconoció que en el territorio porteño “la gente no se aguanta más” otra cuarentena.

   En esa búsqueda de apaciguar los ánimos y evitar que todo se desmadre, en el círculo cerrado del presidente toman nota de las declaraciones y hasta de veladas amenazas de uno y otro lado. Una de ellas lo compromete a Kicillof, que difundió datos aparentemente incomprobables acerca de que los porteños contagian más que los bonaerenses. Pro también de las que provienen del entorno de Rodríguez Larreta, como algunas definiciones del ministro Quirós, que sostienen que las cosas son al revés y que el riesgo proviene de los millones de bonaerenses que cruzan diariamente la General Paz mientras las cifras oficiales de los contagios en el conurbano superan a las de la capital.

   En eso anda el presidente por estas horas, tratando de que los alambres que sostienen la convivencia entre Kicillof y Rodríguez Larreta resistan los tironeos de uno y otro lado.