Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Nada de integración

"Ellos no pidieron ir a hacerse la América, estudiar o transgredir la ley seca. Por eso dicen con razón: nosotros construimos este país."

Todo el mundo reaccionó indignado ante el asesinato del afroamericano Floyd, el 25 de mayo pasado. Eso no alcanzó. Salió el inefable “Pato” Trump a culpar de los incidentes de miles de personas en cientos de calles de decenas de ciudades de EEUU, a los cubanos y venezolanos “infiltrados”. 
Al mejor estilo de la doctrina de la seguridad nacional reaprendida de Videla, que a su vez la aprendió de EEUU, en el plan Cóndor. 
Hay que ir más allá de esa muerte. La semana pasada se repitió en Atlanta -provocando la renuncia de la Jefa de Policia- y corre como reguero de pólvora en todo el mundo. 
Tema apasionante y desgarrador si lo traemos desde sus orígenes. 
Ya en la Masacre de Boston fue el negro Crispus Ahucks el primero en caer bajo balas inglesas el 5-2-1770. 
La diferencia que hay respecto de otras minorías como los hispanos, chinos o cosa nostra es que los afrodescendientes fueron llevados de prepo como esclavos, desde su Africa natal a Jamestown, Virginia, en 1619.
Ellos no pidieron ir a hacerse la América, o refugiarse para conspirar contra Maduro, contra Castro, a estudiar o transgredir la ley seca. Por eso, ellos dicen con razón ”nosotros construimos este país”; "en la Guerra de Secesión murieron 190.000 negros, nos prometieron la libertad y nos mintieron”; en la Segunda Guerra Mundial murieron 900.000 negros y nos volvieron a mentir”. 
En la guerra de Vietnam, bajo la lluvia de Napalm -fabricadas por la Dow- “nos pagaron con brutalidad racista”. 
Hay que leer a Malcom X, quien a diferencia de Luther King, decía: ”Si haces que millones de negros peleen tres guerras, cosechen tu algodón y nunca los recompensas, su lealtad va a disminuir”. 
En el Harlem, 1970: "EEUU le desató la guerra a los negros. Tras Vietnam vendrá contra nosotros muy pronto el fascismo”, y en la Universidad de Kent caían asesinados por la Policía de Misisipi el 15-5-70 Philip Lafayete Gibbs -21 años- y James Green -17 años, "la bisagra que rechina es la que consigue el aceite”, "no puede haber capitalismo sin racismo”, "el problema de EEUU somos los negros (…) no luchamos por la integración sino por el reconocimiento: esa será la única solución". 
¿Y Barak Obama? Ocultó su apellido materno -Hussein- musulmán. 
Fue una apariencia de integración que ocultó la traicion a los suyos, invadiendo siete países, con millones de muertos en el Magreb musulmán. 
Por eso en el pueblo donde nació su madre no lo dejaron entrar cuando fue a las exequias de Nelson Mandela.
Estos blancos de hoy, con Soros a la cabeza -el amigo de Pichetto- no aceptan darles a los afroamericanos dos estados exclusivos para ellos; simulan una amplitud humanista que no siente la supremacía racial que los quiere sometidos con la rodilla policial ahogándoles la garganta o matándolos por la espalda al estilo Chocobar. 
Olvidan que la gente buena –blanca o negra- suele cansarse. Que, cuando está cansada, suele enojarse. 
Y Dios nos libre de la gente buena enojada.

Miguel Angel Asad es abogado. Vive en Bahía Blanca.