Bahía Blanca | Martes, 01 de julio

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Violencia de género: “Buscamos soluciones racionales a un problema emocional”

Corina Fernández, quien recibió tres disparos al ser víctima de un espantoso intento de femicidio, tiene una mirada especial de cómo abordar este flagelo.

La "sobreviviente" Corina Fernández lucha día a día en todo el país para prevenir la violencia de género. (Fotos: Archivo La Nueva.)

   “Es una problemática compleja porque buscamos soluciones racionales a un problema que tiene origen netamente emocional”.

   “Si a un hombre le imponen una prohibición de acercamiento, desde lo racional va a pensar: 'no quiero problemas con la justicia'. Pero si un amigo le dice 'recién vi a tu mujer con otro', se va a olvidar de toda racionalidad y puede pasar cualquier cosa”.

   Corina Fernández analiza de una manera particular el flagelo de la violencia de género y su testimonio es más que idóneo por haber sido víctima de un tremendo intento de femicidio, a manos de su exmarido, quien en 2010 la baleó a quemarropa -y disfrazado- en el barrio porteño de Palermo.

   Ella es una sobreviviente y por fortuna puede contar su historia durante charlas de asistencia que ofrece en todo el país. Brinda consejos a estudiantes secundarios y adultos para prevenir este tipo de conductas violentas contra mujeres, que lamentablemente parecen no tener freno.

   La especialista remarca que la violencia no es una patología sino una conducta adquirida.

   “Antes se decía que el hombre violento es irrecuperable, que es un psicópata, un loco. Pero no es así, porque la violencia no es una enfermedad, sino que es una conducta aprendida y así como se aprende, se puede desaprender”, dice.

   “Esto no sucede solo con los hombres porque, de hecho, también hay mujeres violentas pero no matan”, agrega.

   Para Corina, el maltrato infantil determinaría que posteriormente algunos hombres sean violentos y que en general las mujeres adopten un perfil de sumisión. Luego conectan entre sí a raíz de la “carga traumática” de ambos.

   “Por eso todos somos o fuimos víctimas. En general no solo la mujer es víctima; los hombres también”, considera la titular de la ONG Hay una salida, que brinda asistencia directa a víctimas de violencia de género.

   “La mujer no se convierte en víctima el día que conoce al hombre, sino que viene con una historia previa. Ese pasado genera que a ella no le hagan 'ruido' la humillación, los gritos y otras agresiones producidas por el masculino, porque seguramente ya vivió esa situación con sus padres, hermanos o sus familia”, agrega.

   “Cuando se habla de la violencia, generalmente nos referimos a patriarcado y machismo, pero nos olvidamos de algo fundamental que es el maltrato infantil asociado a la violencia, porque todo nace de eso”, completa.

Políticas ineficientes

   Para la funcionaria del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, las políticas de género públicas son “ineficaces” y prueba de ello es que -precisó- el 25% de las casi 80 víctimas fatales por violencia de género en el transcurso de este año había denunciado a su victimario.

   “Lo que está pasando es una barbaridad. Si bien hay mayor conciencia social sobre esta problemática y la gente está más pendiente, es imperiosamente necesario hacer este trabajo de prevención porque todos los días una mujer más muere asesinada por su pareja o expareja”, enfatiza la empleada de la Dirección General de la Mujer.

   “No estamos pudiendo hacer nada para evitar estos hechos, por eso tenemos que hacer prevención desde cuando los niños tienen 3 años. Tal vez en dos décadas nuestra sociedad sea más sana”, añade.

   “No vamos a poder evitar que dos personas con carga familiar traumática se junten como pareja, pero sí podemos, mediante la prevención, dar consejos para que las chicas se den cuenta a tiempo y pidan ayuda”, continuó diciendo Fernández.

   A criterio de la informante los centros para damnificadas por violencia de género son una solución provisoria al problema.

   “Los refugios no son eternos; las mujeres están alojadas ahí 3 meses y después, con suerte, son derivadas a una casa de medio camino donde ya pueden salir a trabajar y los niños ir a la escuela”.

   “En ese lapso es fundamental recuperarlas para que no regresen al inmueble donde sufrieron violencia, no suministren su número telefónico al victimario y para que nadie sepa dónde ubicarlas”, indica.

   “Es paradójico que la mujer víctima de violencia de género sea quien tenga que quedar encerrada en un refugio con sus hijos. Durante esos meses reciben protección y asistencia médica”, detalla.

   Sin embargo una vez que recibe el subsidio estacional, esa mujer -sostuvo- deberá lidiar con un contexto exterior bastante más difícil porque tiene que “irse muy lejos para que el hombre no la encuentre”.

   “De lo contrario, probablemente haya una venganza y la podría matar. Por eso antes de radicar la denuncia, la mujer tiene que pedir ayuda, contar con un plan B y saber qué va a hacer”, señaló Corina, quien participó de cursos interdisciplinarios sobre violencia desde la visión de la neurociencia.

   La experta calificó como “controversial” el acto de denunciar por parte de mujeres afectadas.

   “No estoy de acuerdo con mandar a una mujer a denunciar (violencia de género) y que después siga viviendo en el mismo domicilio con sus hijos, y con un hombre afuera que lo único que va a querer hacer es hostigarla, perseguirla y no dejarla en paz”, manifestó.

   “Mientras las cosas son puertas adentro, la mujer más o menos puede manejar la situación. Pero una vez que abrió un campo y lo exteriorizó, queda con una gran vulnerabilidad y el hombre se enoja mucho más. Ese es el momento más peligroso”.

El peor día de su vida

   El brutal ataque contra Corina sucedió el primer día de clases posterior a las vacaciones de invierno de 2010, cuando llevaba a la escuela a sus hijas, que tenían 10 y 11 años.

   "Fue a la puerta del colegio disfrazado de viejito con bastón, sombrero, sobretodo, una peluca y con la cabeza de alguien que no está muy bien porque si hay 80 denuncias en tu contra, en la primera persona en la que van a pensar (como autor de los disparos) es en vos", reflexiona Fernández.

   "El padre de mis hijas me pegó tres balazos directos al corazón y sobreviví de milagro. Debe haber pensado `la dejo muerta tirada en el piso y van a pensar que la mató un anciano´. Él me amenazaba con que me iba a matar a mí y a las nenas, y que luego se iba a pegar un tiro", acota.

   Por el hecho Javier Weber fue condenado a 21 años de prisión y posteriormente, en el marco de una causa paralela, le impusieron cuatro años más de pena.

   "Falleció en la cárcel hace cuatro años. Si no, ya tendría que estar pensando adónde escapar porque ya habría cumplido 9 o 10 años de la condena, y en Argentina por buena conducta ya estaría por quedar en libertad", resalta.

   Quince días antes del incidente una jueza le había impuesto a Weber una pena de prisión en suspenso, por lo que "no tenía que cumplir ni un solo día adentro de una cárcel".

   "Quedó libre y a las dos semanas me baleó; me disparó todas las balas que tenía. Si sobreviví, fue por justicia divina y no porque la justicia (terrenal) me haya protegido", sostiene la entrevistada.

Los hijos, las otras víctimas

   La mujer se refiere al perjuicio que también sufren los hijos -menores de 21 años- de "algún progenitor que murió a causa de violencia de género" o violencia familiar.

   La ley Brisa (27.452) apunta a la "reparación económica" de estas personas y "reconoce el derecho a cobrar una suma mensual y tener cobertura de salud".

   "El gobierno les otorga un subsidio de 15.000 pesos, por eso es importante trabajar en la prevención de estos hechos. Porque si le dieran antes ese dinero a la mujer, se escapa con sus hijitos y se pone a resguardo, pero esto no ocurre y entonces siempre llegamos tarde. Pero por supuesto que estoy de acuerdo con que se les dé ese monto a los chicos", recalca Fernández.

   “El año pasado en el país quedaron 300 niños sin mamá y con padres presos. Si multiplicás $ 15.000 por 300 chicos que recibirán esa plata hasta los 18 años, el resultado va a ser una cantidad de dinero gigantesca. Por qué no darle antes esa suma a la mujer”, agrega.

Un film basado en su historia

Cine-debate suspendido. Fernández tenía previsto visitar ayer nuestra ciudad, para la proyección de la película No me mates, basada en su caso, y luego brindar una charla sobre “cómo se empodera una mujer” y cómo poner fin a la violencia de género. Sin embargo, la actividad se suspendió a último momento por la emergencia sanitaria.

Sinopsis. “La mitad de la película cuenta mi historia por ser una sobreviviente y la segunda parte muestra las falencias de la justicia. Porque antes de que el padre de mis hijas me pegara tres balazos directos al corazón, había radicado 80 denuncias por amenazas de muerte reiteradas contra él en un año y medio”, recuerda la mujer.

Amenazas. “Mientras vivía con mis hijas en la casa de mi madre, violó la perimetral 80 veces; se presentaba y me amenazaba. Era como una muerte anunciada y la justicia no hizo nada”.