Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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El día que Diego dijo “Bahía también es argentina, no hay que olvidarse de eso”

La última vez que el 10 había visitado nuestra ciudad fue integrando el plantel argentino de showbol, el 23 de octubre de 2007. El cotejo ante el seleccionado de Perú se disputó en el estadio Casanova y los árbitros fueron los locales --de la Liga del Sur-- Mario Ciraudo y Alejandro Pérez, quienes contaron lo que vivieron y sintieron durante esa noche mágica junto a “Dios”.

Fotos: archivo-La Nueva.

Por Sergio Daniel Peyssé / speysse@lanueva.com

   El 23 de octubre de 2007, fue la tercera y última visita de Diego Armando Maradona a nuestra ciudad.

   Vino liderando el plantel de showbol de la Selección Argentina que, en un partido de exhibición y frente a las casi 3.500 personas que colmaron el estadio Casanova del club Estudiantes, tuvo que trajinar más de la cuenta para vencer 15-11 a su similar de Perú.

   “¿Qué te puedo decir? Lo pasamos por arriba en los minutos finales, aunque enfrente tuvimos un rival duro, ¡eh!.. El triunfo fue para toda la gente, Bahía también es argentina, no hay que olvidarse de eso”.

   Después del cotejo, mientras se cambiaba y dejaba en una mesa la Copa “Ciudad de Bahía Blanca” que el seleccionado albiceleste había ganado en la cancha, Diego Maradona intentó atender a La Nueva Provincia en el vestuario donde históricamente se cambió el albo de Bahía para los distintos duelos de la Liga Nacional de Básquetbol, pero fue imposible.

   La exclusividad duró apenas unos segundos, una frase, porque enseguida el lugar se llenó de gente y eso molestó de sobremanera al 10, que raudamente partió hacia el auto que lo estaba esperando sobre calle O' Higgins, para volver al hotel Argos.

   Una de las apostillas publicadas en este diario fue: “se vendieron 2.950 entradas, entre generales y populares, aunque con invitados y colados, la organización estimó que hubo alrededor de 3.500 personas viendo el espectáculo que brindó Diego junto a Gamboa, Mancuso, Almeyda, el “Turu” Flores, Almandoz, Soñora, Sergio Zárate, Borrelli y Carranza”.

   Los árbitros del encuentro fueron del ámbito local, de la Liga del Sur: Mario Ciraudo y Alejandro Pérez, en ese momento integrantes de la Coadep (Cooperativa de Árbitros Deportivos), quienes tenían mucho por contar...

Ciraudo, "localista"   

   “Uhhh, de esa noche tengo diez mil anécdotas, puedo empezar por la que quieras porque las recuerdo todas; ese día no lo olvidaré jamás”, señaló Ciraudo.

   “Cuando finalizó el partido, se me acercó Diego y me dijo: `Maestro, lo prometido es deuda, está es para usted”, y me regaló la cinta de capitán que usó en su brazo izquierdo”.

   “¿Si le respondí algo? Nada, me quedé mudo, estaba enloquecido, me seguían temblando las piernas. Imaginate que había dirigido al mejor jugador del mundo y de todo los tiempos”, admitió Mario, ya retirado del arbitraje a nivel oficial.

   “Además de haberlo ayudado a levantarse del piso dos o tres veces, cuando amonesté a Percy Olivares, se me acercó y me indicó en voz baja: “Maestro, ¿usted sabe a quien le sacó la amarilla? Es el jugador peruano con mayor cantidad de partidos en la selección de su país, imaginese el prestigio que tiene”.

   —Te llamó la atención, ¿o te lo dijo socarronamente?

   —No, me lo manifestó bien, con onda y entre risas, pero yo le contesté: “si lo tengo que expulsar no me va a temblar el pulso, te lo anticipo para que lo vayas sabiendo”. Diego me miró fijo, frotó una mano con la otra y antes de dar media vuelta e irse exclamó: “ahhh... bueno”.

   —¿Qué más recordás?

   —Dentro de la cancha le pedí la camiseta, pero me dijo “esta no, va para el museo”. Se jugó el partido y me olvidé, la verdad. Cuando estaba en el vestuario, pensando en todo lo que había sucedido, vino un auxiliar del equipo argentino y me trajo una casaca de showbol, la número 15 (perteneciente al arquero Leo Ruiz, titular en reemplazo de Sergio Goicochea, quien no había podido venir), con el mensaje: “te la manda Maradona”.

   —Le cobraste todo, le diste los gustos a Diego...

   —Ja,ja... No me animé a cobrarle nada en contra; y fue un lujo darle una falta a favor.

   Claro Mario, en el primer tiempo fue “todo para allá” (para Argentina). Y para muestra sobra un botón, o dos: convalidaste un gol que no fue (la pelota picó afuera de la línea del arco, no entró) de Gamboa y amonestaste a Percy Olivares por un tibia (por no decir fría) e insignificante protesta.

Ale Pérez, a "cara de perro"

   “Antes de que arranque el partido, yo estaba blanco, temblaba, no podía entrar en clima. Se acercó Diego y me preguntó: `¿saco yo?´ Lo miré y le contesté, `si, sí, mueve Argentina´. Diego se río y me calmó: `tranquilo jefe, juguemos que esto es lo más lindo que hay´ Esas palabras no me las olvido nunca más”, señaló, a su tiempo, Alejandro Pérez, el referí local (ya retirado) en vida con mayor cantidad de partidos dirigidos en la Liga del Sur.

   —¿Que otra anécdota se puede publicar?

   --En un tiro libre que di a favor del conjunto peruano, le pedí al jugador que acomodaba la pelota que la orden para la ejecución la iba a dar. Cuando empecé a contar los pasos, Perú jugó rápido, el balón rebotó en la barrera y pité para volver todo para atrás. Diego se me vino al humo; “ehhh, ¿por qué cortás el contraataque? Ni le contesté y le puse la peor cara de malo.

   “Al contar los pasos otra vez, para establecer la distancia de la pelota a la barrera, Diego empezó a quejarse: `son pasos muy largos, ¿adónde nos vas a llevar?' Me reí, pero el tiro libre no llevó peligro. Al ratito, Mario Ciraudo sancionó falta para la Argentina, no tan cerca del área, pero la pelota la agarró el 10 para darle directo al arco. Cuando Mario empezó a contar los pasos, Diego lo interrumpió, me miró y gritó: `vení vos a contarme los pasos, ehhh, `vos cara de perro´. Claro, mis pasos eran más largos y la barrera de Perú iba a estar más lejos”.

   —¿Y cómo reaccionaste ante el agravio?

   —Me hizo reír, un crack. Fue una ofensa, causante de expulsión, pero la tarjeta roja me la había olvidado en el vestuario. Igual ni se me hubiese ocurrido echar a Dios de la cancha, ni a mí ni a nadie; el show era de él.