Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Eyaculación precoz, la disfunción más frecuente

   Una de las disfunciones sexuales más frecuentes en el varón es la eyaculación precoz. Según algunas investigaciones afecta a uno de cada tres y, en la mayoría de los casos, provoca frustración, angustia, vergüenza, inseguridad, baja autoestima y hasta temor de iniciar nuevas relaciones.

   Sin embargo, y a pesar de atravesar por muchos de esos estados, no todos los varones consultan a un especialista, razón por la cual las consecuencias pueden ser mayores, incluyendo el distanciamiento de la pareja.

   La eyaculación precoz es un trastorno en la fase del orgasmo durante la relación sexual. Consiste en una emisión súbita de semen de forma involuntaria por la falta de capacidad para controlar el reflejo eyaculatorio. 

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   En los jóvenes la incidencia es mayor ya que suele estar relacionado con las primeras experiencias sexuales. Sin embargo esta disfunción puede aparecer en cualquier edad. 

   El cuerpo posee tres esfínteres: el anal, el urinario y el pubo prostático o pubococcígeo. Cada un o de ellos es un anillo que contiene células que obedecen al sistema nervioso central, pero pueden responder de manera voluntaria o involuntaria. 

   Durante la infancia aprendemos a controlar los esfínteres urinario y anal. Según el urórologo Chavez Aguirre, el esfínter pubococcígeo también se aprende a controlar, por lo cual a medida que el varón va logrando mayor experiencia en su vida sexual, la posibilidad de controlarlo es cada vez mayor. 

   A pesar de haber logrado este control, a veces puede perdérselo. O, en otros casos, nunca se logra desarrollar el mecanismo que el cerebro utiliza para poder controlar la respuesta refleja del orgasmo. 

   La eyaculación precoz puede ser primaria o secundaria. En la primera la disfunción se mantiene desde la adolescencia, o sea el varón no llega a ser capaz de controlar el reflejo eyaculatorio.

   La eyaculación precoz secundaria se da luego de que el varón haya logrado controlar el momento de su orgasmo, pero por razones psicológicas u orgánicas pierde esta capacidad. 

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   Entre las principales causas psicológicas que impiden controlar la eyaculación precoz, se encuentran el estrés, la ansiedad o los estados de tensión.

   A veces, el temor a volver a fallar en dicho control, genera un círculo vicioso que, con el tiempo, se transforma en crónico y, a la vez, trae aparejado sentimientos de culpa, baja autoestima, vergüenza o problemas de pareja.

   Esta disfunción llega a afectar la relación de pareja. En algunos casos la mujer opta por no desear los encuentros sexuales, o directamente evitarlos, debido al sentimiento negativo con el que suelen quedarse. 

   En otras situaciones, como consecuencia de estas relaciones fallidas, la mujer también desarrolla algún desorden en su respuesta sexual. Entre ellas se encuentra la falta de deseo o el desorden del orgasmo. 

   Por otro lado, entre las causas orgánicas que suelen desencadenar la eyaculación precoz se encuentran los problemas de tiroides, el consumo de psicofármacos, la prostatitis crónica,  o las enfermedades neurológicas, entre otras.  

   Si bien este tipo de disfunción sexual no resulta un problema de salud grave para quien la padece, es realmente muy importante consultar con un especialista, ya que tiene solución y se pueden evitar todos los trastornos emocionales o de pareja que esta ocasiona. 

   Las causas orgánicas y psicológicas suelen estar vinculadas entre sí, por lo tanto conviene tener en cuenta que tanto médicos como psicólogos pueden ayudar ya sea en la consulta personal como la de la pareja. 

   La sexualidad siempre tiene que ser una experiencia placentera y, en la caso específico de la eyaculación precoz, tiene solución en la medida que uno se anime a consultar con un especialista.