Veredas, cercos y otros males
POCAS situaciones tan anárquicas pueden verse en nuestra ciudad como la relacionada con el cuidado de las veredas, la construcción de los cercos de obra adecuados a las normativas vigentes y la identificación de las obras en construcción a través del cartel exigido por el Código de Edificación.
LA OBSERVACION puede parecer reiterativa, dado que desde hace años la materia conforma un requerimiento que lejos está de encontrar una respuesta por parte de las autoridades, lo cual adquiere un grado mayor de gravedad teniendo en cuenta el auge que la construcción ha tenido en los últimos años.
LOS CERCOS de obras son, sin duda, uno de los males urbanos más llamativos. De acuerdo con el Código de Edificación, deben tener una estética adecuada, recurriendo a materiales de calidad, y no ocupar con su ancho más del 50 por ciento de la vereda, a los efectos de permitir el libre paso de los peatones. Sin embargo, es alarmante ver cómo las empresas constructoras, que llevan a adelante obras varias veces millonarias, al construir ese cerco, una tarea menor en cuanto a costos, colocan oxidadas chapas amarradas a precarias estructuras de madera que el viento se encarga de desestabilizar en pocas semanas.
TAMPOCO se cumple con la reglamentación, tan modesta como discreta, de colocar un cartel de obra de medidas mínimas, donde se indique el nombre del profesional responsable del trabajo y el número del expediente municipal. En su lugar, cada constructor coloca el cartel que le place, o aparecen los de algunos proveedores, mientras que el número de expediente se improvisa sobre papeles pegados en lugares insólitos.
NO TIENE lógica que estos emprendimientos inmobiliarios no se preocupen por cumplir exigencias mínimas del Código de Edificación, es decir que son obligatorias y que porcentualmente no tienen incidencia alguna en la inversión. También llama la atención que desde el municipio no se ponga el suficiente interés en hacer cumplir este requisito.
ADEMAS, ES claro que tal incumplimiento adquiere relevancia comunitaria. Por un lado, porque los cercos que ocupan más de lo correspondiente afectan la libre circulación de los caminantes y, en muchos casos, los obligan a bajar a la calle para superar ese sector. Por otro, han ocurrido accidentes humanos en obras o caídas de materiales, y ahí se "descubre" que las estructuras, en algunos casos edificios de hasta 15 pisos, no disponen de un solo cartel que dé cuenta de sus responsables.
UN PARRAFO final merece el actual estado de las veredas, continuamente afectadas por empresas de servicios públicos, que rompen baldosas e incluso las rampas existentes en las esquinas, para luego tomarse meses en su reparación. La situación se repite con propietarios de inmuebles que presentan sus aceras en pésimo estado, sin que nadie los intime.
LA TAREA de control exige la presencia de inspectores municipales y la decisión política de terminar con este desmanejo. Una orden de servicio que exija el cumplimiento de lo reglamentado, la clausura de la obra y la aplicación de multas son algunas de las herramientas establecidas sobre el particular. Es tiempo, por lo tanto, de poner orden en estas cuestiones domésticas que conforman una burla a los derechos de todos los vecinos.