Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Aquellos partidos de potrero

Las evocaciones sabatinas imponen una ardua, y al mismo tiempo interesante, tarea de recopilación de datos, responsabilidad mayormente adoptada por el Archivo Histórico Municipal. Ello no obsta para que quien éstas firma, no deje de sorprenderse de la intensa vida acontecida en nuestro pasado local, ora acaecida por los acontecimientos históricos, ora reflejada en el collage conformado por el anecdotario y los distintos personajes. Uno podría afirmar que, al fin y al cabo, es como si viajara hacia atrás en la máquina del tiempo.

 Las evocaciones sabatinas imponen una ardua, y al mismo tiempo interesante, tarea de recopilación de datos, responsabilidad mayormente adoptada por el Archivo Histórico Municipal.


 Ello no obsta para que quien éstas firma, no deje de sorprenderse de la intensa vida acontecida en nuestro pasado local, ora acaecida por los acontecimientos históricos, ora reflejada en el collage conformado por el anecdotario y los distintos personajes. Uno podría afirmar que, al fin y al cabo, es como si viajara hacia atrás en la máquina del tiempo.


 En uno de esos viajes pues, encontramos en una vieja revista de la cual sobreviven sus páginas amarillas y desgastadas por el paso del tiempo --fechada por los investigadores el 15 de junio de 1935-- un artículo con un título por demás sugerente, "Rompiendo Zapatillas".


 Acicateó nuestra curiosidad la osadía en el uso del gerundio y el casi poético acápite que lo acompaña, el cual reza: "Una gira dominical por los dominios del piberío que aprende las primeras letras de las filigranas deportivas en las canchas del barrio".


 El autor de la nota recorrió las canchas de los clubes afiliados a la Liga Independiente. Atravesó potreros, baldíos, calles arenosas, y "en todos los lugares (encontró) un enjambre de piberío que parece haber brotado como hongos después de la lluvia".


 En ese viaje, acaso iniciático, descubrió "ese semillero de cebollitas haciendo filigranas con la redonda, con la acariciada redonda que hoy es el ensueño del infante desde que da el primer grito anunciando su presencia en este pícaro valle de lágrimas". Cabal ejemplo de una prosa poética.


 Y agregaba, "Porque en la actualidad, al nacer la primera acción es imitar a F. Alvarez, el cachorrito mimado de los rojinegros", en una instintiva demostración de su corazón color sangre y luto.


 "Corren tras el número 5 con ansia de bulldog; mimarla con una gambeta endiablada y pícara que haga pasar al adversario de largo o `parar en seco' al que viene haciendo firuletes por el field es la suprema ambición de estos cebollitas, que luego les da lugar a comentarios interminables en esas barras fuertes formadas en las esquinas de nuestras populosas barriadas". continúa el artículo de marras.


 "Trazan los primeros palotes de una escuela deportiva que cuenta con plétora de alumnos, perdiéndose muchos en `los primeros grados' del aprendizaje que, a simple vista es simple (sic), pero que tiene sus bemoles, como pueden decirlo nuestros cracks Dalmasso, L. González, Saralegui, Pierantonelli, Pevé, Paolucci y J. Sánchez, hechos a hurtadillas de la vigilancia paternal, y a costa de rabonas rubricadas con la seria reprimenda del `viejo', de esos `viejos' del siglo pasado, que hasta hace poco no la iban con esto de dar patadas a una infeliz pelota de cuero y sin embargo hoy, hay que verlos contagiados y contaminados en la vocinglería de la hinchada", insistía en un muy extenso párrafo.


 Seguidamente, y en remedo de una bienaventuranza evangélica, expresaba: "Felices son aquellos que a costa de esos clubes modestos, entusiastas, dignos del mejor apoyo y estímulo, porque son los que hacen fructificar el plantel de jugadores que luego serán acaparados por los `grandes', pueden darse la satisfacción de tirarle el tiento al número 5".


 Para completarla en referencia a "aquellos otros desheredados de esta suerte cuando las moneditas reunidas a fuerza de sacrificios y privaciones de golosinas, concurrencia al cine, no alcanza para solventar el costo del esférico, deben conformarse con patear una pelota de trapo confeccionada con los primeros materiales que se encuentren a mano, así sean las medias domingueras de la hermana".


 No dejó de aludir a esos partidos interminables jugados por bandos de 30 contra 30 hasta que el cansancio determinaba un ganador, en medio de una bullanguería ensordecedora, terror de los vecinos del lugar, que veían peligrar los vidrios de sus casas en estas disputas de hacha y tiza.


 "- Señora, ¿me da la pelota, me da? Se vamo a otro barrio, se vamo", el autor inquiría e incorporaba una típica pregunta: "¿Cuántas veces el piberío no reclama en este tono lastimero la devolución de la cariñosa pelotita?".


 El remate del artículo desgrana una fina ironía. "Y después de la recorrida pensamos: ¿cómo algunos dicen que la capacidad deportiva de Punta Alta es de pobre significación que apenas da para estar en un club intercalado entre los `grandulones'? Ja. Ja, el argumento mueve a risa por lo ridículo. ¿No es cierto cebollitas?"


 Un abanico de fotografías decora a la nota. En ellas se ven a los componentes de quinta división del campeón de ese año, el Club Arroyo Pareja. Se ven también, en la misma categoría a los jugadores de los clubes, River Plate, Los Andes y Sportivo Punta Alta, además de una que destaca a Juan Grillo, "el terror de todas la defensas".


 Cuando ya no existen potreros en el ejido urbano; los chicos deben pagar para jugar al fútbol y al hacerlo se calzan la vestimenta de los profesionales --en muchos casos con camisetas de equipos extranjeros--; los materiales artificiales asesinaron el cuero del esférico; y los padres creen ver en cada uno de sus hijos al Maradona o Messi que resguarde sus futuros, es interesante leer artículos como el citado, en honor a aquellos buenos viejos tiempos.