Mago y ventrílocuo, dos aficiones que conjuga con la veterinaria

Redacción de La Nueva.

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Por Gustavo Pereyra         gpereyra@lanueva.com        @gustavopereyra

   Cuando Alberto Tellarini se saca el guardapolvo de veterinario, se transforma en el mago y ventrílocuo Pedro Telar.

—¿Hacés aparecer palomas?

—¡Noo! No me gusta usar animales en la magia. Les causa estrés. Creo en los derechos de los animales —dice Tellarini, que prefiere hacer trucos con cartas, banditas elásticas, papeles o monedas.

   Y con su mono Kong (y otros muñecos) dan charlas para enseñarles a los chicos a tener mascotas de forma responsable.

   Alberto cuenta que vivía obsesionado por la veterinaria y le costaba relacionarse con las personas, hasta que descubrió la magia.

   “Después empecé a hacer ventriloquía, teatro, canto, narración y standup, conocí a un montón de gente maravillosa y perdí el pánico escénico”, relata.

   Así logró conjugar su profesión con sus aficiones. (La Nueva.)

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