Uruguay propone un gasoducto de Vaca Muerta a Brasil a través de su territorio
La iniciativa, que cuenta con respaldo político y busca atraer inversiones internacionales, se presenta como una alternativa estratégica frente a otras rutas como las que atraviesan Bolivia o Paraguay.
La propuesta del gobierno uruguayo para construir un gasoducto que conecte la cuenca de Vaca Muerta, en Argentina, con el mercado brasileño a través de su territorio, abre un nuevo capítulo en el proceso de integración energética regional.
El proyecto, que cuenta con respaldo político y busca atraer inversiones internacionales, se presenta como una alternativa estratégica frente a otras rutas en discusión, como las que atraviesan Bolivia o Paraguay.
La iniciativa fue confirmada por la ministra de Industria, Energía y Minería de Uruguay, Fernanda Cardona, quien reveló que su cartera entregó un informe al presidente Yamandú Orsi con una propuesta de traza y estimaciones de demanda.
De acuerdo con ese documento, la construcción podría comenzar en 2030 y convertiría al país en un corredor energético clave en el Cono Sur.
Cardona destacó que la estabilidad política de Uruguay, su cercanía geográfica con Brasil y las conexiones ya existentes con Argentina son ventajas competitivas frente a otros trazados.
Según explicó, parte del gas podría destinarse al consumo interno, fortaleciendo a la industria nacional y reduciendo costos energéticos.
El proyecto será presentado en próximas rondas de negociaciones ante gobiernos de la región e inversores privados.
La ministra subrayó que el plan responde a la visión de una integración energética regional en la que Uruguay busca desempeñar un rol protagónico, no solo como usuario sino también como país de tránsito estratégico.
El presidente Yamandú Orsi expresó su apoyo a la iniciativa durante los actos por el bicentenario de la Declaratoria de la Independencia en la Piedra Alta de Florida.
“Argentina tiene yacimientos muy grandes en Neuquén. Brasil quizás necesite esos recursos. Existen líneas de comunicación o gasoductos, como en Bolivia y Paraguay. Por qué no pensar en el corredor uruguayo”, señaló el mandatario.
Sin propuesta formal
Aunque aclaró que no se trata aún de una propuesta formal, Orsi planteó que el proyecto constituye “una oportunidad estratégica” para Uruguay, que podría acceder a gas más barato y asegurar una fuente de energía clave para su desarrollo económico.
En la misma línea, el intendente de Florida, Carlos Enciso, pidió acelerar gestiones diplomáticas.
“Es necesario avanzar con rapidez junto al canciller para articular con Argentina y Brasil”, señaló, y agregó que el gasoducto subutilizado de Montevideo podría tener un rol central en esta red.
Enciso destacó que el emprendimiento no solo tendría impacto económico, sino que también podría beneficiar a hogares y sectores productivos del interior del país, al reducir costos y atraer nuevas inversiones.
El megaproyecto regional con Brasil
La propuesta uruguaya se suma a un plan más amplio de integración energética entre Argentina y Brasil, que incluye la construcción de un gasoducto de 2.400 kilómetros valuado en unos 5.000 millones de dólares.
Dicho proyecto, ya en etapa de negociación entre ambos países, prevé iniciar exportaciones en 2025 con un volumen inicial de dos millones de metros cúbicos diarios.
La iniciativa contempla aprovechar la capacidad productiva en alza de Vaca Muerta, que ya superó a Bolivia como proveedor de gas natural en la región.
Argentina atraviesa un momento de récords en hidrocarburos y busca consolidar su posición como exportador regional.
Bolivia, que durante casi dos décadas fue el principal proveedor de gas para Argentina y Brasil, enfrenta hoy un declino sostenido de su producción por falta de inversiones en exploración y nuevas reservas.
Esta situación abre una ventana de oportunidad para el gas neuquino. Uruguay pretende insertarse en ese contexto como país de tránsito, ofreciendo un corredor más estable y confiable hacia Brasil.
Especialistas remarcan que la construcción de un ducto a través de territorio uruguayo podría facilitar la integración energética y dar a Argentina una salida alternativa, evitando parte de las complejidades que presentan otras rutas de interconexión.
Necesidades del sector empresario
Pero el desafío no es solo político.Desde la industria energética se advierte que para exportar gas en forma sostenida hacia Brasil será necesario avanzar en obras de infraestructura, generar un marco regulatorio claro y definir esquemas competitivos de precios.
Los empresarios brasileños condicionan los acuerdos a tres factores: tarifas de transporte que permitan un gas competitivo frente a otras fuentes, seguridad de abastecimiento garantizada a largo plazo y claridad normativa para evitar incertidumbre en las inversiones.
En ese sentido, el rol de Uruguay podría ser relevante.
Su ubicación geográfica, su estabilidad institucional y la existencia de infraestructura básica, como el gasoducto de Montevideo, aportan elementos atractivos para inversores que buscan certezas en un mercado regional aún en transformación.
La posibilidad de construir un gasoducto que una directamente Vaca Muerta con Brasil, atravesando Uruguay, reconfigura no solo la relación entre esos tres países, sino el posicionamiento del Cono Sur en el mercado energético global.
De concretarse, Uruguay dejaría de ser solo un consumidor para convertirse en un actor central de tránsito y distribución, con beneficios para su industria y su población.
Argentina, por su parte, consolidaría al megayacimiento de Vaca Muerta como motor de exportaciones y como plataforma para generar divisas y atraer nuevas inversiones.
Brasil, tercer mayor consumidor de energía del mundo occidental, sumaría una fuente de gas competitiva y segura para diversificar su matriz energética.
El proyecto todavía se encuentra en fase inicial, pero el impulso político, el interés empresarial y la coyuntura productiva de la región lo convierten en una iniciativa con fuerte potencial.
La próxima década seguramente será decisiva para saber si esta idea se transforma en un corredor estratégico que marque un antes y un después en la integración energética del Cono Sur.