La ciudad vulnerable: una espera que exige obras alternativas
La razón reside mayormente en el mal estado del canal Maldonado, que luego de la inundación quedó parcialmente destruido y con escombros acumulados en su fondo.

Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Audionota: Romina Farías
A cuatro meses de la inundación que devastó a la ciudad, las condiciones para soportar un evento similar o incluso de mucho menor gravedad no solo continúan siendo insuficientes sino que se está en peores condiciones que las del pasado 7 de marzo.
La razón de esta vulnerabilidad reside mayormente en el mal estado del canal Maldonado, que luego de la crecida generada por los más de 400 milímetros de lluvia caídos en seis horas quedó parcialmente destruido y con escombros acumulados en su fondo.
Hay que tener en cuenta que ese derivador toma el 85% del agua que genera una crecida del arroyo Napostá por lluvias recibidas en su cuenca de 1.035 kilómetros cuadrados.
El Maldonado ha perdido el 40% de las placas de hormigón que revestían sus paredes laterales, con lo cual una crecida afectaría de manera destructiva los taludes de tierra y arrastraría con facilidad las placas que han quedado.
Si bien es difícil estimar cuál es su actual capacidad de transporte, al momento de la inundación era 260 m3/seg, pero sin dudas ha quedado expuesto a una destrucción mayor.
Hay que considerar que si bien la provincia anunció que trabaja en el proyecto de la completa readecuación del canal, esa obra demandará, en el mejor de los casos, entre tres y cuatro años, considerando los tiempos de elaboración del pliego, la licitación, adjudicación y ejecución.
Está también pendiente la limpieza de varios pluviales, que luego de la inundación han perdido gran parte de su capacidad de transporte debido al barro acumulado en su interior.
Para el ingeniero Horacio Varela, docente de la UTN, la falta de placas en el Maldonado pone en riesgo los taludes y favorece la generación de turbulencias que afectaría el revestimiento existente.
“Es preferible quizá sacar todas las placas. Es un tema complejo, pero hoy el canal está completamente expuesto a su destrucción”, explicó.
En términos similares se manifestó el ingeniero Juan Carlos Scheffer, otro profesional de consulta.
“Hoy estamos muy desprotegidos. Una lluvia en la cuenca va a escurrir por el canal y en la medida que el caudal vaya ocupando toda la sección va a destruir las losas que quedaron y a derrumbar los taludes de tierra, afectando las calles laterales”.
Las tareas preventivas
Ante esta realidad, los especialistas ponen su mirada en la necesidad de concretar obras en la zona alta de la ciudad, que no demanden una inversión importante y sirvan para atenuar los efectos de una lluvia, evitando que el agua llegue a la ciudad en grandes caudales y a gran velocidad.
Para esta tarea se cuenta con el estudio realizado entre la UNS y el INTA Bordenave, que estableció con exactitud las zonas por las cuales ingresó el agua el 7 de marzo y cómo se dieron las correntías.
El ingeniero Carlos Torres Carbonell, del INTA Bordenave, señaló a La Nueva. que por estas horas están trabajando en tierras ubicadas detrás del Cementerio de Paz, uno de los sitios por donde ingresó una de las principales corrientes de agua.
“Estamos haciendo una sistematización con personal de INTA Tornquist. La idea es, si los productores del lugar están de acuerdo y con ayuda de la municipalidad, trazar terrazas de absorción para frenar el agua en caso de una lluvia importante”, detalló.
Esta tarea es considerada por el INTA como prioritaria y factible de ser concretada a lo largo de este año, con lo cual se contaría con un área defensiva importante.
Scheffer, por su parte, manifestó sus dudas sobre la construcción de micro embalses.
“Pueden ser sobrepasados por una gran lluvia y romperse, generando una ola destructiva. Es necesario previamente controlar el agua a la altura de puente Canesa”, indicó.
Hasta tanto se vayan concretando estas obras, el profesional sugirió establecer un sistema de alerta temprano y monitoreo permanente de la cuenca.
“Es la manera de estar preparados ante una crecida. Me preocupa muchísimo la frágil situación en que quedó la ciudad”, agregó.
Otra opinión interesante fue la que brindó el ingeniero industrial Roberto Vega, docente de la Universidad del Neuquén, especialista en captación y tratamiento de aguas superficiales y subterráneas.
Vega trabaja desde hace un tiempo en la problemática del agua en nuestra ciudad, habiendo desarrollado un proyecto para la repotenciación del Napostá que permitiría aumentar la disponibilidad en un 25%.
“Ese trabajo me permitió estudiar la cuenca del Napostá y las inundaciones generadas por caudales imposibles de soportar el sistema del Maldonado + el entubado del Napostá”, explicó.
El profesional detectó que la propuesta de ensanchar el canal Maldonado no triplicará su capacidad, como se mencionó desde la provincia.
“Este valor es imposible de conseguir porque el espacio disponible en el recorrido es como máximo de 25 metros de ancho y la profundidad máxima posible para mantener la velocidad de escurrimiento no supera los 6.5 metros, con lo cual se podría llevar su capacidad a 450 m3/seg, la mitad de lo necesario para evacuar una lluvia como la acontecida”.
Por eso remarcó la importancia de construir reservorios contenedores, de manera de disminuir el caudal que llegue al partidor del parque de Mayo.
“Esta solución resultaría más económica y de menor plazo de ejecución. También se pueden sumar azudes contenedores en cercanías del autódromo, estructuras transversales al curso de agua para facilitar su derivación”.