Cuenca Napostá: ¿qué se debe hacer para una gestión integral según expertos del INTA y la UNS?
Se concluye que la planificación y la ejecución de medidas adecuadas fortalecerá la resiliencia de la ciudad frente a condiciones climáticas extremas.
Periodista. Círculo de Periodistas Deportivos de Bahía Blanca. Fue redactor de la revista Encestando (1985-2000). Desde 1987 trabaja en el diario La Nueva Provincia (hoy La Nueva.). Pasó por las secciones Deportes, La Región y La Ciudad, donde se desempeña actualmente. Está especializado en periodismo agropecuario desde 2001. Miembro de la Asociación Bonaerense de Periodistas Agropecuarios. Responsable de las páginas webs de la Asociación de Ganaderos (AGA) y de Abopa.
De acuerdo con un estudio realizado por expertos de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Bordenave (Agencia de Extensión Bahía Blanca) y del departamento de Agronomía de la Universidad Nacional del Sur (UNS), las proyecciones climáticas indican un incremento en la precipitación anual en Bahía Blanca (lo que aumenta el riesgo de eventos hidrometeorológicos extremos).
“En este contexto, es fundamental implementar un enfoque integral de gestión del agua como el analizado en el trabajo, en el cual se encontró que un área relativamente pequeña dentro de la cuenca (de unas 9.000 hectáreas), respecto del total con precipitaciones intensas, llegó a ocasionar graves consecuencias. Las inversiones en estudios y obras de prevención resultan significativamente más económicas que afrontar las enormes pérdidas humanas y costos materiales provocadas por una inundación de gran magnitud”, se indicó.
También que la planificación y la ejecución de medidas adecuadas fortalecerá la resiliencia de la ciudad frente a condiciones climáticas extremas, maximizando la seguridad de la población y la estabilidad económica de la región con un desarrollo más sostenible (cuando la ecuación costo beneficio es siempre positiva).
El extenso informe aludido —posinundación en el partido de Bahía Blanca— se denomina Evaluación de daños y movimientos de escorrentía en la cuenca Napostá y fue elaborado por los Ings. Agrs. (Dr.) Carlos Torres Carbonell (INTA y UNS); (Mg.) Andrea Lauric y Gerónimo De Leo (INTA) y Dr. Martín Espósito (UNS).
Los detalles del trabajo
Debido a precipitaciones extremas sin precedentes, Bahía Blanca sufrió este 7 de marzo una de las mayores inundaciones de su historia. En tan sólo ocho horas, se registraron aproximadamente 400 milímetros de lluvia.
El evento provocó pérdidas humanas, miles de evacuados y daños económicos estimados inicialmente en 400.000 millones de pesos (U$S 312 millones), afectando viviendas, infraestructura y servicios esenciales.
El objetivo del estudio del INTA y Agronomía de la UNS fue evaluar los daños de escorrentía del agua ocurridos en la tormenta, estimar los caudales generados y analizar las medidas necesarias para mitigar futuras inundaciones.
A partir de la información relevada en establecimientos de la región, se pudo determinar el área de aporte de agua durante la tormenta sobre la confluencia del arroyo Napostá y el derivador Maldonado en una superficie de 9.000 hectáreas.
Una referencia: la precipitación promedio de 395 milímetros equivale a una lámina de agua de 39,5 centímetros.
Dado que el suelo se encontraba saturado con pendiente y una retención limitada en lagunas temporales, se estima que —aproximadamente— el 75 % de la precipitación escurrió hacia la confluencia. Esto representa un volumen total de escorrentía de 24.232.500 m³ de agua durante 48 horas.
Sobre esta información base, se pudo estimar un caudal medio en el punto de salida de la cuenca de 140 m³/s, que se relacionaría con la capacidad reportada de evacuación del canal Maldonado (más el arroyo Napostá, de 300 m³/s). Sin embargo, cuando se analiza el caudal de punta de crecida que se determina con los datos de mayor intensidad de lluvias (290 mm en 6 horas), el impacto fue significativamente mayor: 906 m³/s.
La diferencia entre el caudal de punta y la capacidad de evacuación, que es el dato que más interesa, evidencia la insuficiencia del sistema de drenaje urbano para manejar eventos de esta magnitud.
La intensidad de la precipitación es el principal factor que determina un alto caudal de punta y no se puede controlar, pero la dinámica del escurrimiento en la cuenca y los sistemas de evacuación en la ciudad son el objetivo principal para aplicar estrategias que ralenticen, retengan y evacúen el escurrimiento del agua.
De acuerdo con el informe, la implementación de un plan de manejo integrado de la cuenca del arroyo Napostá es fundamental, tanto para la protección de la ciudad como para la sustentabilidad del sector agropecuario.
La incorporación de prácticas de manejo de suelos en todas las pendientes desde su naciente, como curvas de nivel, endicamientos (NdR: formación de diques) y cobertura vegetal, permitiría ralentizar el escurrimiento del agua y reducir la afluencia súbita al cauce del arroyo, mitigando el riesgo de inundaciones en áreas urbanas.
Desde el punto de vista agronómico, estas prácticas también favorecerían la retención de agua en el suelo en una región semiárida, lo que resulta clave para mejorar la productividad de cultivos de cosecha y forrajeros.
Además, al disminuir la velocidad del agua, se reducen los procesos erosivos, preservando la fertilidad del suelo y promoviendo una mayor estabilidad en la producción agropecuaria, evitando pérdidas de alambrados, infraestructuras y animales.
De todos modos, se consideró importante aclarar que no está comprobado, ni se puede concluir, que el arrastre de material sólido por el agua en este evento este relacionado con el manejo y uso de la tierra.
En el mediano plazo, este enfoque integrado generaría un impacto positivo, tanto en la resiliencia de la ciudad ante eventos climáticos extremos como en la economía del sector agropecuario, asegurando una conversión más eficiente del recurso pluvial en producción.
En un informe del Dr. Torres Carbonell y el Lic. en Ciencias Atmosféricas, Carlos Zotelo (Conicet) sobre el comportamiento histórico y las proyecciones futuras de la precipitación acumulada anual en Bahía Blanca, se ensamblaron modelos de simulación climática regional sobre los escenarios de cambio climático A2 y B2 aplicada a la zona.
Allí se observó —para el período 2012-2050 modelado— una mediana (+ 130 mm) y extremos totales anuales de precipitación mayor a los períodos históricos. En tal sentido, el IPCC (2023) reportó que el cambio climático se está intensificando por lo que, aunque las lluvias pueden no ser extremas todo el tiempo, la variabilidad climática podría generar eventos más intensos o frecuentes que los históricos.
Por este motivo, los dimensionamientos futuros de los canales de drenaje y estrategias de mitigación deberían ser mayores a los que señalan los registros históricos.
Para reducir el caudal de punta, dado que la intensidad de lluvia no se puede controlar, es necesario aplicar estrategias que ralenticen, retengan y distribuyan el escurrimiento del agua en la cuenca. Algunas medidas clave incluirían:
Retención y almacenamiento en la cuenca
—Construcción de embalses y reservorios temporales: permiten acumular parte del agua de escorrentía y liberarla gradualmente a menor velocidad.
—Endicamientos o diques de retardo en sectores estratégicos del cauce o laderas de la ciudad: reducen la velocidad del flujo.
—Pastizales naturales, parques estratégicos, humedales y lagunas de amortiguación: capturan el exceso de agua, actúan como reguladores naturales del caudal y permiten infiltración.
—Pasturas de pasto llorón en lomas con alta pendiente, pasturas de agropiro en bajos inundables, pastizales naturales: especies que toleran los períodos secos de la zona semiárida con alta densidad de sus sistemas de raíces contribuyen a retener los flujos de agua en momentos de lluvias intensas.
Manejo del escurrimiento superficial en áreas rurales
—Curvas de nivel y terrazas de infiltración: disminuyen la velocidad del agua en terrenos con pendiente y aumentan la infiltración y acumulación de agua en el suelo para alcanzar mayores rendimientos de los cultivos.
—Cobertura vegetal permanente, pasturas perennes y rotación de cultivos adecuada: mejoran la estructura del suelo, favoreciendo la absorción del agua.
—Sistemas de siembra en franjas y cultivos en fajas transversales a las pendientes: reducen la erosión y el escurrimiento superficial.
Infraestructura urbana adaptada
—Ampliación, apertura y mantenimiento de canales de evacuación: principalmente Maldonado y arroyo Napostá, pero revisar todo el sistema de drenaje menor. También evitar obstrucciones y mejorar la capacidad de conducción del agua.
—Sistemas de drenaje sostenibles: uso de pavimentos permeables, zanjas de infiltración, acequias y endicamientos para reducir la velocidad de bajada del agua por los pavimentos, techos verdes para disminuir la escorrentía urbana.
—Regulación del crecimiento urbano: evitar construcciones en zonas de alto riesgo y respetar las áreas naturales de escurrimiento.
Planificación y gestión integral de la cuenca
—Implementación de un sistema de alerta temprana con sensores de nivel y monitoreo meteorológico en tiempo real.
—Planes de ordenamiento territorial basados en estudios hidrológicos para reducir la exposición a inundaciones.
—Fomentar acuerdos entre sectores productivos y autoridades para implementar prácticas de conservación de suelos y aguas.