Bahía Blanca | Sabado, 27 de diciembre

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Cuando el calendario duele: por qué fin de año reactiva el trauma en Bahía Blanca

Las fechas y los recuerdos funcionan como disparadores emocionales para una comunidad que aún procesa lo ocurrido en marzo.

Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.
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Audionota: Mariano Muñoz

“El cierre del año, que suele ser un momento de balance, encuentra a muchas personas transitando duelos en sus diversas etapas: sintiendo tristeza, angustia, pasando de la negación —’ya no presto atención a las alertas porque esto no puede volver a ocurrir’— a la hipervigilancia —mirando todo el tiempo el pronóstico del tiempo—. La comunidad bahiense en general llega a fin de año con un gran desgaste emocional acumulado y con una marcada sensación de fragilidad frente al futuro”.

Con esta reflexión, la licenciada en Psicología y especialista en clínica de niños y adolescentes, Alba Picardi (MP 0490), sintetizó el impacto emocional con el que gran parte de la comunidad de Bahía Blanca llega al cierre de un año atravesado por eventos traumáticos colectivos, entre ellos la trágica inundación del 7 de marzo.

En ese marco, la profesional explicó que cerrar un año marcado por experiencias de esta magnitud tiene consecuencias directas en la salud mental comunitaria. 

“Cerrar un año atravesado por eventos traumáticos colectivos tiene un impacto emocional significativo en la salud mental de la comunidad. Muchas de las personas afectadas aún se encuentran procesando lo vivenciado. Se trata de situaciones que implicaron pérdidas múltiples: materiales, de vidas, de seguridad y de confianza en el entorno, y que, por lo tanto, conllevan el tránsito de un duelo”, detalló a La Nueva.

Picardi señaló que no es casual que este malestar se intensifique en esta época del año, ya que los principales eventos que afectaron a la ciudad ocurrieron en meses cercanos. El temporal de diciembre, la granizada de febrero y la inundación de marzo quedaron inscriptos en una misma secuencia temporal.

“Las fechas significativas tienden a reactivar emociones que quedaron asociadas al trauma. Aparece el miedo a que vuelva a pasar, la dificultad para relajarse y la sensación de estar siempre a la espera de una nueva catástrofe. En algunas personas, esto se expresa como miedo intenso y conductas de evitación; en otras, como una negación defensiva, que minimiza el riesgo para poder seguir funcionando en lo cotidiano”, explicó.

“El calendario tiene un peso muy importante: el tiempo no se vivencia de manera neutral, sino cargado de memoria emocional. El hecho de que los eventos hayan ocurrido en diciembre y en marzo hace que esta época del año quede asociada a la posibilidad de peligro, a la pérdida y a la amenaza. Esto condiciona la forma en que evaluamos ciertas situaciones; por ejemplo, ante alertas meteorológicas o cambios climáticos, el miedo o la preocupación se reactivan rápidamente, porque el psiquismo asocia esas fechas con lo traumático vivido”, agregó.

Al mismo tiempo, sostuvo que el cierre del año también puede funcionar, para algunas personas, como un punto de inflexión.

“También es cierto que el fin de año suele vivirse como un corte en el transcurrir de nuestras vidas: algo termina y da lugar a lo nuevo. De acuerdo con las experiencias y los recursos personales, esto puede vivirse como un alivio para algunas personas, que funcionalmente generan un cierre para pasar de un año difícil a un nuevo año que promete un mejor transcurrir”, señaló.

Sin embargo, cuando los eventos extremos se repiten y no hay tiempo psíquico suficiente para elaborar lo vivido, el impacto se acumula. Picardi advirtió sobre un desgaste emocional sostenido que atraviesa a muchas personas. 

“El estrés y la ansiedad pueden cronificarse; se pierde la sensación de control y lo climático comienza a vivirse como una amenaza constante. Estas sensaciones condicionan el humor social y aumentan la vulnerabilidad de la salud mental comunitaria”, explicó.

En ese sentido, describió que muchas personas sienten que no logran procesar una experiencia antes de que aparezca otra. 

“Muchas personas sienten que no tuvieron tiempo de elaborar los eventos acontecidos cuando aparece una nueva situación traumática, ya que estas nuevas experiencias remiten a lo vivenciado con anterioridad y reactualizan las emociones y los recursos con los que se enfrentaron aquellos momentos. Esto genera un impacto acumulativo que puede manifestarse en síntomas de ansiedad persistente, tristeza, irritabilidad, trastornos del sueño y dificultades cognitivas, como problemas de memoria y concentración, además de somatizaciones (síntomas físicos). En algunas personas también se observan consumos problemáticos y sintomatología propia del estrés postraumático”, indicó.

“Si bien todas estas manifestaciones pueden ser esperables en un primer momento, se tornan preocupantes cuando se extienden y se rigidizan en el tiempo. En esos casos, es importante consultar con un profesional de la salud que ayude a encontrar una forma adecuada de procesar estas vivencias”, remarcó.

Frente a este escenario, la especialista destacó la importancia del lazo social y de las redes de apoyo. Para afrontar estas situaciones, también ayuda —según sostuvo— recurrir al lazo social, activar redes solidarias y recursos comunitarios. La reiteración de situaciones disruptivas genera agotamiento psíquico, y contar con una red de apoyo y contención alivia y permite la elaboración de lo vivenciado, pudiendo generar efectos de resiliencia.

“La comunidad bahiense ha demostrado que cuenta con sólidas redes de apoyo y solidaridad, no solo en las estructuras formales, sino fundamentalmente en las redes informales de cuidado. Esto genera, sin dudas, posibilidades de resiliencia comunitaria”, afirmó.

Cuando el balance de fin de año está atravesado por pérdidas, miedo e incertidumbre, el proceso de cierre se vuelve más complejo. 

“En lugar de proyectar, muchas personas quedan ancladas en el duelo, en lo que se perdió y en el temor a que algo malo pueda volver a suceder. Esto puede generar tristeza profunda, sensación de vacío y dificultad para imaginar un futuro más estable”, explicó.

La psicóloga Alba Picardi

En este contexto, Picardi subrayó que el acompañamiento emocional y la posibilidad de poner en palabras lo vivido son fundamentales para transitar este momento sin negar la experiencia, pero también sin quedar atrapados en la sensación de amenaza permanente.

“Salir adelante después de experiencias tan disruptivas no implica olvidar lo que pasó ni negar el miedo. Implica, en primer lugar, poder reconocer el impacto que estos eventos tuvieron en cada persona y en la comunidad en general. Validar el malestar, comprender que las reacciones emocionales son esperables y aceptar que no todos procesamos las pérdidas del mismo modo ni en los mismos tiempos”, expresó.

La recuperación, remarcó, se construye de manera gradual y colectiva. Poder hablar de lo vivido, compartir lo que duele y apoyarse en otros permite que el miedo no paralice y se vuelva más manejable. En ese camino, también resulta clave recuperar rutinas, cuidar el descanso, el cuerpo, la alimentación, los vínculos y las pequeñas actividades cotidianas que generan bienestar.

“Prepararse para los posibles nuevos eventos brinda una mayor sensación de control y disminuye la angustia. Tener un plan, saber qué hacer y sentir que algo está en nuestras manos fortalece los recursos psíquicos”, señaló.

Finalmente, Picardi enfatizó en la importancia de pedir ayuda cuando el malestar persiste. “Pedir ayuda profesional cuando el malestar persiste no es una señal de debilidad, sino un acto de autocuidado. Acompañarse y acompañar a otros, especialmente a las personas más vulnerables, transmitiendo calma y seguridad —aun en la incertidumbre—, es clave para la reconstrucción”, sostuvo.

“Salir adelante no significa negar ni renegar de lo ocurrido, sino aprender a convivir con lo acontecido, resignificarlo y, a partir de ello, fortalecer los recursos personales y comunitarios para seguir adelante, aun con incertidumbres y temores, pero con mayor cohesión, más redes y más herramientas para afrontar el porvenir”, concluyó.