Casa del Aire: vivir en un cubo de vidrio
Un volumen transparente, luminoso y fluido da forma a esta vivienda que recrea modelos del movimiento moderno.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
En la década del 50 los arquitectos Mies van de Rohe y Philip Johnson llevaron a un extremo su idea de la arquitectura, a partir de dos viviendas vidriadas, el “menos es más” en su máxima expresión.
Poco tiempo después alguien aventuró que ese tipo de propuesta era fría y poco expresiva, lejos del gusto de la gente. El tiempo se ha encargado de mostrar que esa idea de diseño sigue vigente, se renueva y está a tono con los gustos de las nuevas generaciones.
Un ejemplo, entre cientos en todo el mundo, lo brinda esta vivienda de 75 m2 ubicada en San Isidro, CABA, realizada por Estudio 87 arquitectura.
El diseño se llevó a cabo de la mano con los clientes y se decidió priorizar un programa enfatizando el aire, el vacío, la luz, el espacio y las vistas en lugar de centrarse en la distribución de usos.
La casa se relaciona con una construcción existente de forma casi imperceptible, resaltando el contraste y conectándose a través de vacíos de aire.
Vivir con aire
“El aire no tiene un volumen definido, es transparente e incoloro. Este concepto genera una arquitectura que interactúa con el exterior, creando una relación continua de adentro hacia afuera. El aire circula y fluye a través de la casa, enfriando los interiores y permitiendo la ventilación cruzada”, señalan los autores.
Para dividir los espacios se evitaron los muros, actuando el mobiliario como límite de las superficies, creando una flexibilidad que se adapta a las necesidades de los usuarios.
El patio sirve de nexo entre las áreas públicas y privadas de la casa y no existe un único acceso, sino varios conectados por una galería semicubierta. En cada uno de estos puntos, las vistas se extienden hacia un bosque de robles.
Dos planos horizontales soportados por 12 columnas metálicas y ventanales de suelo a techo definen el edificio. Un alero y parasoles metálicos filtran la radiación solar. La cubierta verde transitable contribuye a esta función, recuperando el suelo absorbente. Los materiales predominantes son el hierro, el hormigón y el vidrio.
Por la noche, la casa se transforma en un gran faro. Tanto la luz natural como la artificial generan espacios fluidos, sensibles y sin límites.