Bahía Blanca | Martes, 09 de septiembre

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Los primeros utilitarios: carros lecheros a la medida de sus tachos

Tirados por caballos, estos carros especialmente diseñados para llevar tarros con leche eran parte del movimiento diario de la ciudad.

En arquitectura se dice que un edificio es utilitario cuando su resolución espacial responde de manera exclusiva al uso y destino que tendrá. Los edificios industriales que acompañaron la revolución industrial a mediados del siglo XIX, por ejemplo, recibían esa denominación, porque su aspecto no respondía a ningún “estilo del pasado”, sino que era consecuencia directa de su resolución interior.

Los automóviles fueron otro ejemplo de utilitarismo. Su forma es consecuencia de su organización: el lugar del el motor, el cubículo para los usuarios, los paragolpes. Todo tiene una función, no aspira al hecho artístico sino funcional.

Dicho esto es interesante detectar uno de los más atractivos carros que supieron circular por las calles de nuestra ciudad y que su diseño sigue esa filosofía. Carros que además dan testimonio de usos y costumbres de otros tiempos: los destinados al reparto y venta de la leche. los llamados carros lecheros.

Al trote y de pie, va el lechero

Llamados también “jardineras” contaban con dos grandes ruedas de madera, el asiento del vendedor-conductor y el carro donde se ubicaban dos tablas, a modo de banco laterales, con orificios circulares que es donde se colocaban los tradicionales tarros con la leche, de 15 ó 20 litros con una forma reconocible, muy estilizados.

El tacho típico tenía dos manijas, y una tapa sujeta al recipiente con una cadena. A eso se sumaba la jarra medidora, un embudo y un colador que sacaba algo de la nata procedente de la grasa de la leche.

A veces los carros estaban cubiertos con una lona, otras al descubierto.

El típico tacho de reparto

Los vecinos los esperaban en la vereda, muñidos de una jarra o cacerola, la entrega del producto. Hasta entrada la década del 30 la leche no era pasteurizada, es decir que no recibía tratamiento alguno para eliminar su condición de leche cruda, cargada de varios gérmenes nocivos que podían tener consecuencias graves para la salud. Por eso las amas de casa la hervían, hasta dos o tres veces. Porque además la leche recorría horas y horas en esos tachos, al sol, a veces con los tarros abiertos, sin cadena de frío que se respetara.

Al lechero se le pedía que no “bautizara la leche”, un recurso de la llamada ·viveza criolla” que consistía en agregarle agua a discreción al producto. De hecho era habitual que los inspectores municipales detenían a un lechero para inspeccionar su producto y muchos de los jarros eran vaciados en alguna alcantarilla debido a su exceso de agua.

También había tachos que llevaban “leche gorda”, más blanca y espesa, ideal para usar en postres.

Otro accidente de una jardinera

Los carros lecheros fueron desplazando a quienes todavía recorrían los barrios con sus vacas, las cuales eran ordeñadas a la vista del cliente. Muchos vecinos seguían creyendo que el producto recién salido del animal era mejor para el consumo.

Las vacas: leches ordeñada a pedido del vecino

A mediados de los 40 la pasteurización marcó terreno y varias fábricas locales aplicaron el sistema, vendiendo la leche en botellas de vidrio.

Accidentes que ilustran

Si bien existen fotografías de carros lecheros, esta nota se ilustra mejor a partir de los accidentes que solían sufrir estos vehículos. La rotura de un eje o de una rueda o el choque con otro vehículo, conformaba un hecho que requería la presencia policial y la llegada de un reportero gráfico.

 

Esas fotos de jardineras volcadas permiten advertir las tablas agujereadas, los tachos en el pavimento de granito y los curiosos que aprovechaban la ocasión para ser parte de la toma.

Carros lecheros. Protagonistas de una ciudad que comenzaba a dejar poco a poco su condición pueblerina, aunque sin resignar muchos los nobles y valiosos códigos de ese tipo de sociedad, sin perder su histórica condición de ser una chacra asfaltada, en el mejor de los sentidos de esa cualidad.