Las voces del temporal, un año después
A un año de la tragedia, varios vecinos repasan donde estaban en ese momento y cual fue su primera impresión de lo ocurrido.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Hay hechos de la historia que quedan grabados en la memoria colectiva, se convierten en referenciales y se recuerda con precisión dónde estaban o que hacían en el momento de ocurrir los mismos.
No siempre es sencillo saber cuáles son esos momentos, porque se necesita la perspectiva del tiempo para que tomen real dimensión.
En el siglo XX fueron referenciales el asesinato de John F. Kennedy, la llegada del hombre a la Luna, la muerte de la princesa Diana, el ataque a las torres gemelas. Más cerca en el tiempo, el fallecimiento de Diego Maradona, el Covid, el mundial de Qatar.
Pero no siempre se tiene certeza de ser testigo de un hecho que nos marcará para siempre. Jorge Luis Borges en El pudor de la historia escribió: “Yo he sospechado que la historia, la verdadera historia, es pudorosa y que sus fechas esenciales pueden ser, asimismo, durante largo tiempo, secretas”.
Pero sin dudas, para la historia de Bahía Blanca, el temporal del sábado 16 de diciembre de 2023 quedará como una fecha emblemática, que muchos recordarán con precisión.
A un año del fenómeno, estos primeros testimonios.
Ciencia ficción. Estaba en casa. En un principio pensé en una tormenta más fuerte de lo habitual, cuando vi como los árboles eran arrancados del suelo por el viento, caían los postes de luz, volaban cosas por el aire, supe que era más importante y violenta. Fue la sensación de estar dentro de una película de ciencia ficción, un sentimiento devastador. Sabina Miguel, arquitecta
Una noche oscura. Me encontraba en casa, con mi marido, tomando unos mates cuando, de manera vertiginosa comenzó el temporal violento y con él las horas de mayor angustia y dolor que viviría la ciudad en los últimos tiempos. La primera muestra de que estaba sucediendo algo distinto, grave, la tuvimos cuando, a los pocos minutos de comenzada la tormenta miro por la ventana y digo y faltaba el aguaribay, un árbol que habíamos plantado hacía más de dos décadas. Se había caído junto a otros dos grandes ejemplares que estaban sobre un costado de nuestra vivienda.
Como mi esposo fue inmediatamente al Hospital Municipal, supe que estábamos una de las noches más largas y oscuras en nuestra historia. A un año de la tragedia, debo reconocer a todos aquellos que, en medio de la desesperación y la angustia, se pusieron al servicio de la vida. Que Bahía Blanca se una en memoria y solidaridad con un profundo respeto por quienes ya no están y por un fuerte acompañamiento a quienes, aún hoy, padecen las consecuencias materiales de la tragedia. Elisa Quartucci, Economista y Magister en Políticas y Estrategias
El peor enojo. Estaba en casa y por donde vivo, solo fue viento y lluvia, si bien fue mucho el viento nunca pensé lo que estaba pasando en la ciudad, nunca imagine la gravedad hasta que un llamado telefónico me informa que en nuestro complejo había destrozos considerables por la tromba.
Al otro día cuando traté de llegar al lugar sentí una gran amargura al ver lo que había pasado y entender su gravedad: la ciudad había recibido el peor enojo de la naturaleza. Destrozos considerables y la pérdida de personas queridas. Mi alivio fue saber que todo el personal municipal se puso a disposición de nuestra querida ciudad. Miguel Agüero, secretario general del Sindicato de Trabajadores Municipales
Solidaridad. En casa, fue algo impactante, inmediatamente nos quedamos sin luz y se murieron los teléfonos, tenía miedo que se volara el paredón del fondo del patio. Mi vecina tenía una casita de pino que la destruyó el ventarrón. El primer lugar donde hubo luz fue en ATE, donde abrimos y pusimos nuestro frezzer a disposición de la gente, armamos botellas de hielo para mantener los medicamentos. Lo que más me impactó fue la solidaridad. En el barrio un vecino puso un generador a disposición de todos, hubo gente un mes sin luz. Lo que más me impactó fue ver la plaza Brown, el camino al cementerio y el pinar. Uno no tomaba conciencia de la gravedad de los hechos hasta que fue viendo eso. Es algo que no pensaba que iba a ver. Viviana Marfil, Secretaria General de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE)
Un barco. En mi departamento y no quería abrir las persianas, en el piso 10 se movía como un barco. Me di cuenta que era grave y pienso que por los efectos que generó la tormenta la sacamos barata. Marcela Sainz, geóloga, artesana, deportista, fotógrafa.
Retorcijo. Al momento de desatarse el temporal estaba en mi casa. Minutos antes parte de mi familia había salido de viaje para Villa Iris. Inicialmente pensé que era una lluvia fuerte con viento pero rápidamente estalló una ventana de la cocina y divisé que un pequeño galpón de chapa del patio estaba hecho un retorcijo de chapas, lo que me indicó que era un suceso de magnitud. Cuando cesó el fenómeno salí en el auto por las calles del barrio y tomé una "ligera" Impresión de los efectos devastadores del temporal. Pero fue recién a la mañana siguiente que tomé conciencia de los terribles efectos. Walter Larrea, abogado, músico, asesor letrado de la municipalidad de Bahía Blanca.
Sin precedentes. En la calle haciendo unas compras cuando empezó el viento y la lluvia. Cuando llegue a mi casa y las ráfagas eran cada vez más fuertes y me empecé a inquietar. Cuando se cortó la luz y la señal de teléfono era mala me di cuenta que era algo grande.
Cuando pude dirigirme al centro operativo de Distribución de EDES tuve que cruzar la ciudad y vi árboles caídos, carteles volados, calles cortadas empecé a tomar dimensión del daño y la magnitud de lo sucedido. Cuando llegué --tardé de Sarmiento al 1200 a avenida Colón al 2900 casi tres horas y medias en llegar--, se había caído toda la red de transporte que abastecía a la ciudad, con lo cual la situación era muy grave. Con el pasar de las horas tuvimos la confirmación que estábamos ante un evento sin precedentes para Bahía Blanca y me arriesgo a decir que para el país. Roberto Grioli, Contador, Gerente General de EDES
Una cucaracha. En mi hogar cuando comenzó a soplar el viento de una manera que jamás, en mis largos años de vida, había sentido. Estaba sola y la sensación que tuve fue horrible. Sabía que mi hijo estaba en algún lugar de la ciudad y lo único que quería era saber cómo estaba. No me podía comunicar con nadie, cosa que incrementaba mi angustia. Me fui a mi dormitorio porque en el living parecía que el techo se iba a embolsar. Me senté en la cama y comencé a pedirle al Universo y a la Pacha Mama que pararan ese infierno. Al ver que mi hijo trataba de llamarme me calmé, sabía que estaban bien.
En un momento abrí la puerta de la calle y veo que en la casa de enfrente un árbol sobre el techo, el toldo arrancado y los hierros retorcidos. Ahí me di cuenta que esto sobrepasaba lo que podría ser una tormenta “normal”. Cuando terminó todo salimos a recorrer el barrio, observando techos arrancados como si fueran cartones, postes cortados a ras de piso y lárboles caídos. La comprobación, una vez más, de que en esta Tierra somos menos que una cucaracha, con todo lo que eso implica. Mónica Salvarezza, periodista
Triste. Estaba comprando en el 'chino' cerca de casa, cuando fui a pagar había comenzado a llover, así que le dejé la tarjeta y llevé las cosas al auto. Cuando volví la tarjeta no pasaba y la ventana temblaba, decidí pagar en efectivo e irme a casa con mi esposa y dos hijos. Parece que la tormenta estaba esperando que llegara porque me puse a mirar afuera y veía como la lluvia no caía como siempre, sino que por el viento el agua iba de costado. Fui a mirar los arboles del patio y al menos se balanceaba unos 30 grados para ambos lados, pero resistió.
Supuse que había sido una tormenta importante pero nunca de la magnitud que fue. Sin luz y sin comunicación nos íbamos enterando por las redes de las novedades. Lo primero que llegó a mis oídos fue la tragedia de Bahiense del Norte.
Al día siguiente fui a mi oficina a ver si estaba todo Ok. Cuando pasé por la plaza de calle Don Bosco no podía creer el desastre que había hecho, lo mismo en la plaza Brown, no podía creerlo. Triste muy triste. Juan Cerna, empresario
Imborrable. Estaba en Monte Hermoso y si bien no tuvo el grado que en Bahía, fue impresionante, un viento cruzado de la playa, estaba lloviendo y pasó algo que pocas veces vi: la arena mojada volaba en forma horizontal, algo descomunal. A la mañana mi casa frente al mar estaba totalmente arenada, marrón, era blanca y tenía la arena pegada. Apenas me pude comunicar con Bahía tomé dimensión y al día siguiente cuando llegué no lo podía creer.
En casa teníamos cinco árboles, los tiró todos, por Patagonia y Palihue no se podía avanzar. Creo que la gente todavía no toma dimensión de lo que fue, un tornado como los que se ven en las películas y creo que jamás pasó algo similar. Cuando hablás con alguien de afuera no tienen idea de lo que fue, el caos que causó. Para mí es algo imborrable. Andrés Salvatori, ingeniero civil, docente UNS
Nubes. Sabía que había un alerta meteorológico. Se notaba que una tormenta importante se avecinaba. Normalmente hasta las 19 estoy de visita en la casa de mi madre pero al ver que nubes importantes oscurecieron la tarde decidí volver a mi casa. Apenas alcancé a entrar y se desató la tormenta. Me di cuenta que el temporal era importante por la intensidad del viento. Se escuchaba crujir el techo de tejas y se veía caer agua en forma torrencial. Casi inmediatamente se cortó la luz.
Cuando cedió el viento salí a ver y noté algunas ramas y cables caídos pero no imaginé lo que había pasado. Al día siguiente, cuando intenté caminar por un sector de barrio Palihue me di cuenta del desastre. Sentí una enorme tristeza. Elvio Palma, Dr. En ingeniería, docente UNS
Global y trágico. Estaba en mi casa, había llegado unos minutos antes. Se avizoraba un escenario raro desde lo climático. Me di cuenta que era una tormenta diferente, por la intensidad del viento, porque variaba de dirección, eso me dio una sensación extraña. Cuando se cayó un árbol en la puerta de mi casa marcó que era algo distinto, la impresión que algo grave había ocurrido. Cuando salí a la calle vi árboles caídos, cables con chispas, corte de luz, una destrucción importante en toda la ciudad, fue un episodio que afectó a todos de manera integral. Hubo casos similares pero puntuales, de un sector. Este fue un episodio global, ese es un rasgo singular, y trágico por las perdida de las vida humanas. José Marcilese, Dr. En Historia, titular del Archivo de la Memoria UNS
La vida prevalece. Cuando comenzó el temporal estaba mirando fotos de familia, algo que tenía que ver con una historia personal. En el momento que guardé la caja en el ropero se cortó la luz y comencé a escuchar un silbido tremendamente fuerte. Fue como que se superpuso la conmoción que me produjo ver esas fotos del pasado y, por otro, la intensidad cada vez más fuerte del viento y la lluvia. No podía creer lo que estaba pasando, una tormenta de una intensidad inusitada.
El efecto fue desconcertarte, todos los árboles de la cuadra caídos, una impresión muy fuerte. Justo unos días antes había estado leyendo artículos de diarios del 1890, una sensación muy extraña porque leí sobre un temporal parecido, también con caídas de paredes, inundación de calles, personas perdidas, una gran destrucción, una sensación de un elemento en la naturaleza que es como límite.
Sentí una gran desazón, porque a primer golpe de vista parecía un apocalipsis. Pero también uno sabe y aprende que en la vida se va para adelante, que los árboles se vuelven a plantar y vuelven a crecer. Y así como en aquel temporal de 1891, a pesar del impacto de estos fenómenos, tanto por la propia vitalidad de la naturaleza como por la voluntad y la capacidad de organización que podemos tener, siempre hay una chance de salir adelante. La vida prevalece. Ana Miravalles, Dra. En Historia, Directora Museo Histórico de Bahía Blanca.
Nunca lo olvidaremos. Alrededor de las 19 estaba en el altillo del patio, cuando de repente se nubló el cielo. Giré y vi que se acercaba aceleradamente una gran nube de tierra, por lo que alcancé a cerrar los postigos.
Inmediatamente sentí el fuerte viento y el golpe en las chapas de cosas que volaban y la sensación de un efecto de vacío sobre el techo, como queriendo arrancarlo. Bajé a reunirme con mi esposa e hija que estaban en la casa. Cuando abrí la puerta que da al patio no podía ver a unos dos metros. Encaré la tormenta y advertí que una mesa, sillas y bidones que tenía en un determinado lugar ya no estaban. Llegué a casa y nos abrazamos con mi mujer e hija, con incertidumbre, a oscuras y desconcertados. Los tres quedamos igual, esperando que pase.
Por el whatsapp vecinal empezaron las noticias, techos volados, árboles caídos y la solidaridad inmediata de todos. A las 21 un llamado de mi hijo desde Buenos Aires: “Lo estamos viendo por televisión, hay 13 muertos en Bahiense del Norte, donde había un festival de patín”
El domingo, con un vecino empezamos a caminar por la calle, esquivando árboles, basura, y todos los objetos que había dejado el viento. Pensamos que todo esto pasó por arriba de nuestros patios y casas y nos alegramos porque nadie había resultado herido. Nunca olvidaremos ese fatídico día. Rubén Baltián, periodista
Fiesta. El 16 era la fiesta de petroquímicos de fin de año y yo estaba invitado. Me había cambiado para esa fiesta y de pronto el temporal parecía que arrancaba la puerta, se cortó la luz y un vecino con una linterna me dice que todo era un desastre. Me entero al otro día de las plantas caídas, techos volados, luces rotas. ¡No me voy a olvidar nunca! Luciano Martos, Canillita
Todo negro. Estaba sola en el departamento, en un sexto piso. Se movían los muebles. Me dio mucho miedo y en un momento se cortó la luz y quedé incomunicada, sola. Me di cuenta que no era algo normal. Miraba por la ventana y veía como se caían los árboles, unos cipreses gigantes. Después se puso todo negro. Cuando empezó a dejar de llover, veía todas las calles cortadas por los árboles,
Mi impresión fue de mucha tristeza, pensando en la gente que vive en condiciones precarias y en todo lo que se iba a tardar en recuperar la ciudad de semejante temporal. Laura Gregorieti, Periodista
Desolador. Esa mañana había estado en el sector del galpón de montaje en el parque Noroeste, regando las plantas. Jamás imagine lo que iba a ocurrir. Esa tarde estaba en mi casa y me resultó raro el aspecto tan oscuro en la ciudad, por eso me acuerdo perfectamente. Al otro día, cuando salgo en bicicleta y recorro el parque encuentro árboles arrancados, cables, chapas: se había volado toda la ciudad. Llegué hasta el parque y encuentro un panorama desolador. El galpón de montaje quedo destruido y una enorme cantidad de árboles arrancados, desgajados, un panorama muy triste. Jorge Luna, Contador, vecino del barrio Noroeste.