“Pensé en dejar el fútbol, pero a los 30 años no me podía dar por vencido”
El 6 de noviembre del año pasado, Facundo Tavoliere, defendiendo el arco de su amado Villa Mitre, se “rompió” la rodilla izquierda por segunda vez y sus ganas de seguir atajando se apagaron casi por completo. Su señora lo convenció y el sábado, tras 10 meses y 23 días, volvió. “Sentir la adrenalina de jugar por los puntos es inigualable”, sentenció “Balú”.
Egresado del Instituto Superior en Ciencias de la Comunicación Social. Cronista de la sección Deportes de La Nueva. desde el 9 de octubre de 1995, especializado en fútbol. Entre 2002 y 2018 cubrió a Olimpo en Primera división. Trabaja en televisión y radio. Además, integró el equipo periodístico de "El Diario del Mundial", que se emitió en La Nueva Play.
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(Nota ampliada de la edición impresa)
“Te acordás cuando Martín Palermo, en Boca, tachaba en un afiche los goles que iba convirtiendo a medida que se acercaba a los 200; bueno, yo hice algo parecido, pero borraba días como los presos tratando de imaginar ese regreso tan esperado a las canchas”.
Ocurrente como siempre, Facundo Tavoliere trató de resumir en un mano a mano con La Nueva. los 10 meses y 23 días que estuvo sin atajar oficialmente con el 1 de Villa Mitre, desde aquella fatídica lesión ocurrida en el clásico frente a Olimpo, el 6 de noviembre del año pasado, 0-0 en el tiempo regular y clasificación del tricolor a la final del Federal A.
“Tiene el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda cortado, deberá ser intervenido quirúrgicamente”, era el diagnóstico del doctor Ariel Carli 48 horas después y tras analizar la resonancia que se había efectuado el golero.
“Era la segunda vez que me pasaba en la misma rodilla, por eso, más allá de que soy un tipo súper positivo, me invadieron un montón de dudas y temores que después se fueron disipando con el tiempo”, arrancó “Balú”, que el sábado pasado volvió a sentir la adrenalina de un partido por los puntos: fue inicial y disputó los 90 minutos en el 0-0 de la Villa ante Sporting por la décima fecha del Clausura liguista.
“Me operó Alberto Tulli un mes después, y a partir de ahí el tiempo pasó volando”, contó el cuidapalos que a los 9 años dejó La Armonía para pasar a Villa Mitre, colores que no abandonó nunca y donde lleva 258 encuentros entre torneo local, Federal B, A y Copa Argentina.
“Pude haber vuelto antes, me sentía fuerte, seguro y bien, pero el médico la estiró un tiempito más para que el injerto cadavérico que me pusieron se adapte definitivamente al organismo. Eso derivó en controles permanentes y varios ejercicios de fuerza, por lo que recién arriesgamos cuando el cuerpo ya lo había asimilado. El mejor consejo que me dieron fue no apurarme para no hacer macanas”, describió sin olvidarse de nada.
--Perdón, ¿cadavérico dijiste?
--Sí, me explicaron que es un tendón que viene de un banco de donantes, que suelen solicitar los médicos y que es más resistente que otros. Me aseguraron que este no se va a romper, y que debido a eso el tiempo de rehabilitación se prolongó más de lo debido.
Por supuesto, busqué la definición en google: “Es, como su nombre lo indica, el ligamento de un cadáver, o mejor dicho, de un donante. Consiste en un tendón (Aquiles, peroneo, tibial anterior, rotuliano, isquiotibial,…) procedente de una persona fallecida que ha donado sus órganos para trasplante, y se utiliza en lugar de una plastia de un tendón propio”.
--"Facu", ¿imposible saber de donde vino ese tendón?
--Ja, ja... De un banco de Rosario, lo que no sé es si era un injerto joven o de un adulto. Si espero es que haya sido de un arquero, no sé, de alguno actual, de Gerónimo Rulli por ejemplo.
--Pero es nacido en La Plata y ataja en el Ajax de Países Bajos.
--Igual, me encanta... (risas). Lo importante es que todo haya salido bien y que en mi primer partido del año ni siquiera se me pasó por la cabeza pensar en la rodilla.
--A propósito, ¿cómo te sentiste en tu regreso al arco?
--Muy bien, pero quería que pase rápido, sobre todo el segundo tiempo, cuando más trabado y aburrido estuvo el trámite. Quería sacarme de encima esa ansiedad por un “debut” tan esperado; con el pitazo final del árbitro (Gabriel Spinella) solté el aire contenido y me dije a mi mismo: “estamos en carrera otra vez”. Mantuve la concentración y la comunicación con los chicos, que por ahí no tienen tanta experiencia y necesitan que los ordenen y los mantengan activos.
“Sporting es un equipo intenso, complicado, que literalmente nos cagó a pelotazos en la etapa inicial, donde tuve más laburo que el plomero del Titanic (sic). Pude resolver bien las veces que me llegaron y no tuve complicaciones a la hora de jugar con los pies. Le pedí a los pibes que vayan a todas con el alma, porque estamos terceros en las posiciones y con grandes chances de meternos entre los cuatro que clasifican.
¡Qué denso!
Se lo tuve que preguntar, porque el rumor suele terminar en la ratificación o rectificación de la persona involucrada.
--Me dijeron que en plena recuperación entrabas al vestuario a molestar a todos, incluso alguien me anticipó: “está más pesado que tractor a pedales”. ¿Verdadero o falso?
--Ja, ja... Sí, debo reconocer que hubo días en que estaba infumable, más cargoso que una mosca. Fueron diez meses donde le rompí las bolas a todo el mundo, no se salvó nadie, pero no falté a ningún partido y siempre era el último en irme. Me gusta estar, ser parte más allá de la lesión, hablar de fútbol y joder a los más calladitos... (risas).
“Algunos compas me dicen: `claro, ahora que volviste te agrandás y hablás más que antes´. Sí, tal cual, que se la aguanten loco, porque mientras yo no podía entrenar con ellos o hacía tareas diferenciadas, me mataban, se me cagaban de risa y yo no sabía que era lo que cuchicheaban”.
--¿Tenés a alguno en la mira?
--A Peralta (Martín). Cuando yo todavía no había empezado a hacer fútbol, Carlos (Mungo, el DT) se reunía con el plantel en el vestuario y el “Tucu” me gritaba: “Balú, esperá un cachito afuera que vamos a tener la charla”; me daba a entender que yo no tenía nada que hacer ahí con ellos. Una lacra, pero yo le decía que espere el vuelto, que en algún momento iba a llegar.
--¿Hubo venganza?
--En estos días lo estoy boludeando mal, cada vez que quiere meter un bocado lo hago callar: “suplente, cerrá la boca”.
--Buena onda.
--Te diría que excelente. Cuando estás tanto tiempo inactivo por una lesión, por lo general te enojás y te molesta todo, pero yo al contrario, nunca perdí el humor y me prendí en todas las jodas que podía, sobre todo si había que tomar a algún compañero de punto. Suelo tirar chistes que sumen, no sé, soy de una manera y no la voy a cambiar ahora a los 30 pirulos. Me considero un tipo alegre, cero pesimista.
--Esos “personajes” que rompen el hielo.
--Claro, puede ser, pero me sé ubicar, si Carlos está hablando en serio nadie puede sacar los pies del plato, aunque a veces el DT liga también. Este es un grupo hermoso, es un placer poder disfrutarlo.
--¿Cuando llega el turno para atajar en el Federal?
--No lo sé, entreno todos los días para estar mejor. El sábado jugué y me sentí bien, aunque sé que me falta ritmo y rodaje. Lo decide Carlos, pero siento que estoy preparado para ir al arco del Federal.
“Carlos me pide que tengo que tener paciencia, que mi experiencia me debe dar el veredicto de cuando es el momento. Si tengo que seguir en la Liga, estaré al cien por ciento como siempre lo hice cada vez que salí a defender esta camiseta”.
--¿Que cierre de año imaginás?
--Con el ascenso consumado. Como hincha del club y teniendo en cuenta el sueño que venimos persiguiendo con varios de los que hoy forman parte de la plantilla profesional, subir a la Primera Nacional sería conseguir esa meta grupal que tal vez se dilató más de lo que imaginábamos. El 20 de diciembre de 2015 ascendí del Federal B al A, pero no es lo mismo, sentimos que estamos preparados para llegar a la segunda categoría del fútbol argentino y lo vamos a intentar una vez más.
“El año pasado la tuvimos al alcance de la mano, perdimos por penales con Racing de Córdoba, con Güemes pasó lo mismo, pero ya está, la tercera tiene que ser la vencida”.
--Confianza pura.
--No es fácil, hay que ver en que puesto terminamos clasificando, no es lo mismo ser primero que segundo en la Zona. El equipo atraviesa un nivel alto, por ahí gana sin jugar del todo bien, pero termina sumando por algún arresto individual, por el empuje del grupo o por ser Villa Mitre. Contamos con futbolistas que hoy piden pista en divisiones superiores.
“Estamos más maduros, sobre todo los que venimos de malas experiencias en finales anteriores. Quieras o no, eso ayuda, porque necesitás de un cúmulo de buenas sensaciones si pretendés soñar e ilusionarte”.
--A cuatro fechas para el cierre de la fase regular, ¿están mejor que Olimpo (líder de la Zona)?
--Futbolísticamente sí. Olimpo es un equipo de enorme jerarquía y jugadores que te pasan por arriba de mitad de cancha hacia adelante. Estamos mejor si evaluamos que idea surte mejor efecto en el campo de juego, nada más, fuera de eso somos dos equipos que mantuvimos una regularidad asombrosa y que marcamos claras diferencias con el resto.
El amor es más fuerte
“El mes que pasó antes de la operación fue heavy, era la segunda vez que se me rompía la misma rodilla y no tenía ganas de empezar de cero otra vez. Hablé con mi señora (Daiana Saban) y le manifesté la posibilidad de tirar la toalla, de largar todo, que tranquilamente me podía enfocar en otro trabajo, que si me apoyaba y me acompañaba hasta podía agrandar el emprendimiento que tengo (vende yerba mate). Era un momento de confusión, no sabía para donde salir...”, admitió “Facu”.
“¿Qué me dijo ella? Que me deje de pensar pavadas, que tenía 30 años y que podía seguir jugando un largo tiempo más. Renegué mucho, era andar con muletas otra vez, pero sus palabras pesaron muchísimo al momento de tomar la decisión, por eso enseguida me saqué los fantasmas de mi cabeza y le metí para adelante”, indicó “Tavo” en su casa, mientras sus hijas (Morena, de 13 años, y Emilia, de 3) miraban la tele con el volumen bajo.
“Lo que más ruido me hacía es que, como hago todo yo y no puedo quedarme quieto, no quería demandar ni pedir nada; no estoy acostumbrado a que me sirvan. Pero mi familia y mis amigos me ayudaron, como José `Pepe´ Fernández (entrenador de arqueros en Villa Mitre), un fenómeno para contagiarme ánimo todos los días”.
--¿El club acompañó?
--Sí, aunque la RT fue la que cubrió todos los gastos. Llevó 21 años ligado al tricolor, sé como es su gente, que te banca incondicionalmente. No me quiero olvidar de la psicóloga, quien me ayudó a analizar, con ventajas y contras, los pensamientos que me iban surgiendo. En un momento reaccioné: “que tarado que soy, cómo voy a dejar el fútbol si es una decisión que va en contra de mi voluntad”. Ya está, sigo siendo el mismo de siempre...(risas).
Tavoliere, 258 presencias en Villa Mitre, su único club en 21 años de carrera: 171 en el Federal A, 66 en la Liga, 11 en el Federal B y 10 en la Copa Argentina. Recibió, en total, 231 goles.