¿Vos votaste a Milei?
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Resulta imposible que la Psicología no pose su mirada sobre el proceso electoral, máxime cuando tiene ciertas características. En distintas columnas hice mención de que el voto es emocional y los resultados de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias así lo demuestran.
Muchos expresan su sorpresa ante el resultado obtenido por Javier Milei, quienes nos ponemos las lentes de las Psicología Política y seguimos el proceso del joven de los pelos revueltos, sabemos que era totalmente esperable.
¿Enojo y elecciones son el maridaje perfecto? ¿Qué papel juega el enojo al momento de ir a las urnas? ¿El resultado es consecuencia del combo enojo, ira e indignación? ¿Cómo sigue esta historia?
Según el diccionario enojo es “Movimiento del ánimo que suscita ira contra alguien. Molestia, pesar, trabajo, agravio”, es decir una emoción como la ira dirigida hacia alguien. Una “cuota” de enojo garantiza la supervivencia ya que es una respuesta natural y adaptativa ante amenazas y agresiones, facilitando la lucha o la defensa.
El enojo está atravesado por otras emociones, tiene intensidades y direcciones: la rabia se siente en el cuerpo, el coraje se suele traducir en fuerza y valentía, la furia siempre se desata hacia el mundo exterior y la indignación, ligada al respeto social, opera como defensa, justicia y prevención.
La cólera se vincula con la violación de derechos y motoriza la acción para la restitución de los mismos. Se sabe que la ira y la furia pueden descontrolarse y siempre conducen a la violencia, pues dispone hacia el ataque, la lucha e intimida y somete al otro.
Isabelle Filliozat, en su libro El corazón tiene sus razones. Conocer el lenguaje de las Emociones, expresa que “el enfado o la indignación es una reacción a la frustración y la injusticia, sirve para mantener nuestras fronteras corporales, psicológicas y sociales y para defender nuestros derechos. Es importante no confundir la cólera con la violencia y el ejercicio de poder sobre el otro”.
Según la psicóloga la rabia enceguece y empodera, sintiendo esa fuerza que lleva a dominar a otros y hasta sentir placer. Agrega que: “Cuando se está en condiciones de ejercer poder, resulta fácil deslizarse hacia la violencia. La furia acumulada desde la infancia finalmente puede exteriorizarse y el violento se niega a ver que su rabia procede de sí mismo”.
Ampliando el círculo del análisis hacia lo social y político, Manuel Castells en Redes de indignación y esperanza afirma que “la caldera de la indignación social y política llega a su punto de ebullición” y moviliza hacia la posibilidad de cambio “porque han llegado al límite de repugnancia ante el comportamiento de los gobernantes”.
Victoria Camps en El gobierno de las emociones destaca la importancia del equilibrio emocional en la vida y especialmente en la política, puesto que según la autora se “desintelectualizan los mensajes” para llegar a los votantes, y gana no quien tiene los mejores argumentos sino quién decodifica y estimula los sentimientos.
Hasta el momento, 10 felicitado para Milei, pero ¿cómo sigue esta historia?
En octubre sabremos qué emoción es ganadora o cuáles llegan al balotaje, pues todos los candidatos “encarnan” emociones. Hasta el momento el mayor porcentaje lo tiene el voto enojo traducido en repudio, malestar, ira, hartazgo desde el cual me preguntó cómo y qué se podrá construir.