Las señales que dejó la caravana de Milei en Bahía
El líder libertario fue vivado por cientos de personas en nuestra ciudad. En breve, en las PASO, se resolverá el dilema: ¿fenómeno masivo o minoría intensa?
Jefe de Noticias de La Nueva. Analista político y conductor del programa de actualidad "Allica y Prieta a las 12" que se emite por La Nueva Play. Ha hecho coberturas políticas en el país y en el extranjero.
Hay un dato indiscutible. En la calle, Javier Milei es la figura más convocante del tablero electoral y el domingo quedó demostrado una vez más en Bahía Blanca, donde miles de personas se agolparon en el Paseo de la Mujer para acompañarlo en una suerte de vuelta olímpica que realizó por La Carrindanga y el Parque Mayo para luego ir a sacarse selfies con la gente en el shopping.
Acompañado por su hermana y jefa de campaña Karina, además de la candidata a gobernadora Carolina Píparo y el candidato a intendente Oscar Liberman, Milei hizo el juego que mejor le sale. Arengó a la multitud, se sumó al canto "la casta tiene miedo" y pidió que no falte el "Que se vayan todos / que no quede ni uno solo", popularizado en las jornadas calientes de 2001-2002. Su combustible es la bronca de una sociedad harta de los fracasos gubernamentales a un lado y otro de la grieta.
Como quedó claro en nuestra ciudad, Milei se recuesta en un sector numeroso de la juventud que encuentra en la palabra "Libertad" un emblema que el resto de las propuestas no ofrece. El pogo de más de una hora alrededor de la camioneta, bajo ese grito, así lo demuestra. Tiene carisma, un conjunto de ideas concretas (gusten o no) y una simbología potente. Todo lo que hace falta en una campaña.
Despeinado y con cara alucinada, Milei se convirtió en los últimos años en la máxima referencia de la antipolítica, un espacio que existe desde que el mundo es mundo pero que hoy encuentra a una sociedad mucho más dispuesta a asimilarlo. ¿Qué piden las masas a su dirigencia? Soluciones. O, de mínima, que no les sigan complicando la vida en beneficio de una "casta" que nunca pierde.
Su discurso probablemente pega más por las formas que por el fondo. Como sea, se posiciona como el único dirigente capaz de amenazar en este 2023 a la polarización entre el peronismo y Juntos para el Cambio. La pregunta es si podrá romperla.
Hay que esperar hasta la noche del 13 de agosto para calibrarlo en su justa medida. Lo que sí se puede afirmar es que el resultado que obtenga en las primarias será una de las grandes claves de estos comicios, no solo porque mostrará su propia proyección sino por cómo puede impactar en las performances de sus adversarios en las generales de octubre.
La teoría indica que si el líder de La Libertad Avanza termina en el tercer lugar pero cerca del segundo (ni hablar si directamente es segundo), se mantendrá como protagonista relevante para lo que sigue, perfilando un escenario de tercios en la general, con un ballottage incierto.
En cambio, si ese tercer escalón lo sitúa muy por debajo de las dos principales alianzas, tal vez La Libertad Avanza sufra una erosión que favorezca... ¿a quién?
A priori, una mala elección primaria del libertario le conviene a quien gane la interna de Juntos, porque se supone que Milei, si bien abreva en todos los electorados, centralmente le discutirá el espectro de la derecha a esa coalición. Mucho más se verá beneficiada esa alianza si Patricia Bullrich derrota a Horacio Rodríguez Larreta, ya que la exministra es la más similar al economista, con lo cual le podría arrebatar a buena parte del electorado halcón por el que compiten.
En cambio, si Milei llega sólido a octubre será una buena noticia para Sergio Massa, cuyas chances mejoran si LLA lima a Juntos y hay promesa de ballottage contra el "León". En un mano a mano Massa-Milei en noviembre, quedará prácticamente todo el centro ideológico en disputa y no está claro que más del 50% del país pretenda un cambio tan disruptivo.
Más allá de la lógica mileísta de acabar con el déficit bajando el gasto público o la discusión sobre la dolarización, hay otros planteos como la desregulación del uso de armas para civiles o aquella mención sobre crear un mercado de órganos que son difíciles de digerir para el argentino medio.
En resumen, Javier Milei puede ser dos cosas luego de las PASO: candidato con chances de romper el status quo, o bien tercero y árbitro en la puja de Juntos versus Unión por la Patria. Ambas son importantes.
¿Y en Bahía? Las chances de Liberman están atadas al empuje mileísta. El economista bahiense necesita conservar todos los votos que pueda de su referente nacional en agosto y, una vez escrutadas las PASO, se conocerán sus posibilidades reales de disputar la intendencia. Todavía no está claro si demostraciones como las del domingo anticipan un apoyo masivo en las urnas o solo son el reflejo de una minoría intensa.
Los sondeos de opinión locales indican que no debería sorprender un alto nivel de acompañamiento dentro de 11 días. Sin ir más lejos, en La Ciudad Opina, Milei y Bullrich compartieron el primer puesto entre los presidenciables preferidos y eso habla del clima de época.
Liberman deberá terminar de instalarse ante la opinión pública como el representante municipal de los liberales puros y duros para ser un buen partenaire. Necesita muchos apoyos y, quizás, limar algunas asperezas. El armador en el sudoeste bonaerense Juan Obiol y su coordinador en Bahía, Carlos Alonso, se corrieron a un costado desde la designación de Liberman como postulante a jefe comunal.
En ese partido, solo Milei es imprescindible. Pero nadie sobra.
Acerca de Bullrich, también tuvo una buena convocatoria en un café céntrico el pasado viernes, aunque no llega a despertar las mismas pasiones juveniles que el libertario. Esta fue su primera visita a Bahía como referente del oficialismo municipal, al cual todos los poroteos ubicaban en el larretismo hasta mayo pasado.
Bullrich y su candidata local Nidia Moirano están muy confiadas en tener una gran performance en las PASO y ganar sus respectivas internas, contra Larreta y Andrés de Leo. Bahía, junto con Mar del Plata, es una de las ciudades clave para la exministra porque necesita sacar en ambas una buena ventaja al jefe de Gobierno porteño, quien aparece más sólido en distritos importantes del Conurbano.
El bullrichismo local, de paso, se llevó para sus filas a una concejal de Avanza Libertad, Valeria Rodríguez, quien blanqueó el salto con una foto en redes junto a ambas damas fuertes del Pro. "Me gusta más la derecha que la izquierda", le dijo a La Nueva., en un claro palazo a su exjefe político José Luis Espert, hoy en el larretismo. Rodríguez tenía intenciones de competir en este turno electoral o ser pieza clave en algún armado. Trajinó hasta última hora, pero en su partido de origen no encontró eco.
Martín Barrionuevo, el otro concejal que había ingresado por el espertismo en 2021, ya estaba alineado hace meses con Bullrich debido a su pertenencia nacional a Republicanos Unidos, el partido de Ricardo López Murphy. El reciente proyecto de Barrionuevo para reducir el horario de cobro de parquímetros (tendrá dos horas menos, de 8 a 18), que se aprobó con el beneplácito del mayoritario bloque de Juntos, fue casi un acto de consolidación del vínculo.
Larreta estuvo ayer en Bahía, completando en apenas cinco días la tríada de precandidatos presidenciales opositores. En menos de dos años, es su sexta visita a la ciudad y la primera que no lo invitan al Municipio ni se muestra con el intendente. Lógicamente, lo acompañaron sus precandidatos locales Andrés de Leo y Fabiana Ungaro.
"Después de las PASO vamos a estar todos juntos", repiten en los dos márgenes de la interna. Puede ser, pero el clima de la previa es extremadamente espeso.
"Ellos deberán dar sus explicaciones", dijo Larreta, con gesto adusto, cuando este medio le preguntó por sus otrora cercanos Gay y Moirano.
Quienes aún no dieron señales son los principales representantes nacionales de Unión por la Patria. La historia indica que a Federico Susbielles no le conviene que vengan en tiempos de campaña. Cuanto menos pegado aparezca el presidente del Puerto a los gobiernos del Frente de Todos en una ciudad como Bahía, mejor.
De confirmarse la ausencia de Sergio Massa y Axel Kicillof de aquí al 13, en la vereda de enfrente machacarán con mayor insistencia con la idea de que "Susbielles es kirchnerista pero lo trata de ocultar".
En buena medida es cierto, pero también es evidente que el eje central del discurso Pro, al igual que en todas las elecciones desde 2015, es acusar a sus adversarios de "kirchneristas, kirchneristas, kirchneristas", como quien invoca a Belcebú.
Es un arma válida aunque, por repetida, también se vuelve aburrida. Sin embargo, en Alsina 65 deben tener estudiado que es suficiente para mantenerse en el poder.
No falta mucho para develar esa incógnita.