Bahía Blanca | Martes, 01 de julio

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Todo lo que pasó, desde el robot que trajo a las glorias, al final "cantado" en el Casanova

Risas, lágrimas, abrazos y algo de básquetbol, en lo que significó el reencuentro de muchos.

 

El robot sorprendió con su aparición. Fotos: Tomás Bernabé-La Nueva.

Twitter: @rodriguezefe

Instagram: ferodriguez_

 

¡Cuánto se vivió en un par de horas el viernes en el Casanova!

En un clima cargado de emotividad, cada protagonista estuvo rodeado de mucha historia, porque el pasado se hizo presente en el “Partido de la glorias”. Y hasta los menos efusivos sacaron a relucir sus sentimientos.

A todos –definitivamente- algo los movilizó en determinado momento de la noche. Fue tan fuerte como emotiva, desde que se apagaron las luces y apareció el robot que acompañó a los jugadores al centro de la cancha.

Por caso, en la presentación de los planteles, al momento de saltar del banco a la cancha, Marcelo Richotti primero le dio un beso a Carlitos Spaccesi (foto), su maestro, siguiendo por Néstor “Pechuga” Martinelli y Julio Ariel Rodríguez (ex compañero en Pacífico).

—¿Alguna imagen que se te haya representado durante la noche?

—Ufff... ¡Un montón! También me hubiera gustado hacer cosas, pero que no puedo, porque no estoy en condiciones, como todos. Vine para jugar cinco minutos y ahora que me estoy enfriando lo voy sintiendo, pero valió la pena.

—Le regalaste la camiseta a Pechuga (en la foto, arriba, al medio).

—Corresponde y pertenece a él. Con Pechuga me une algo más allá que los colores: los padres eran mis padrinos (Vicente y Beba Fortunatti) y vivían enfrente de mi casa.

Marcelo jugó los tres primeros cuartos con la 5 retro de Pacífico, siendo uno de los que eligió destacar los colores de su club, como Martín Ipucha con la 10 de Villa Mitre, Ignacio Barga con la 11 de Napostá, Raúl López la de El Nacional, Marcelo Allende un buzo de Olimpo, los hermanos Grippo una sudadera del aurinegro y Ariel Scolari también con la camiseta de Olimpo.

En el banco local estuvo el histórico Carlos Danussi (DT), acompañado por Fernando Lacasa (asistente), más Facundo Petracci (asistente), Enrique "Quique" Gallego (jefe de equipo) y Alejandro Meringer (traductor). Distintas generaciones, un mismo sentimiento.

En la visita, Alejandro Navallo siguió con su actual rol de técnico, más allá de haber jugado Liga Nacional en Estudiantes y Olimpo.

Compartió banco con Carlos Spaccesi (asistente) y Pierdo Pieroni (PF).

Más de un jugador llegó con alguna dificultad física, como el caso de Flavio Serra, que se estaba tratando del hombro izquierdo, se le salió durante la entrada en calor y ya en el partido, al segundo lanzamiento que tomó, quedó tendido. Afortunadamente estaban cerca los médicos Marcelo García e Ignacio Barga, protagonistas ambos, para brindarle la atención inicial.

En cuanto a forma física, el que mejor se vio fue el escurridizo Gustavo Fabián “Mofle” Horvath, inclusive, hasta saliendo de vez en cuando en contraataque, como en la foto, arrancando ante Scooby Scolari, en lo que fue el duelo de extremos de altura.

También mostró su impecable y admirable figura el eterno Raúl López, un ejemplo con sus 75 años, manteniendo su estado y espíritu competitivo.

“Quería ganar”, dijo, algo que, conociéndolo, no hacía falta aclarar.

“Cuando se nos acercaban estaba loco, el Gallo me decía ‘vamos Raúl, vamos a ganar’. Encima Willie metió un triple, medio que nos distendimos un poco”, analizó.

Al margen, ayudado por el resultado, una de las glorias del básquetbol bahiense admitió: “La pasé de diez y me encontré con gente que hacía muchos años no veía”.

Otro que volvió a la cancha fue Raúl Chaves, el árbitro internacional, ya retirado, que compartió con Alejandro Ramallo, Horacio Sedán y Mauro Reyes, con el respaldo en la mesa del histórico José “Tito” Fardighini como comisionado. Aunque en un momento el equipo visitante los “apretaron”, el equipo visitante, cuando no convalidaron un triple del Chino Zulberti al término del primer cuarto.

Afuera de la cancha, los tres más requeridos y que resultaron un imán para muchos, fueron Alejandro Montecchia, Juan Alberto Espil y Hernán Montenegro (en la foto junto al masajista Jorge Almendra, Federico Susbielles y Jorge Ferrini).

Un visitante de Comodoro Rivadavia, Lisandro Olmos, sorprendió al Puma pidiéndole si le firmaba la camiseta 6 de Olimpia.

Y, aún más, nos dejó sin palabras cuando se animó y le dio a Juan Espil la 10 original del Juego de las Estrellas para llevársela con su firma. Y al encontrar tan buen predisposición, le dio otras tres que pertenecían a él. Increíble.

También lo vieron desde afuera Daniel Iturrioz, Alfredo Monachesi, Jorge Cortondo, Raúl Alvarez (todos en la foto), más Juan Carlos Merlini, Julio Ariel Rodríguez, Adolfo y Jaime Scheines, entre otros.

En definitiva, se trató de una noche compartida entre ex compañeros, ex rivales y amigos, como el caso de Martín Ipucha, Fernando Lliteras y Walter Mele (de gorrito), quien fue distinguido.

O Marcelo Richotti, Ignacio Barga y Marcelo Allende quienes, a pesar de no compartir la misma camiseta, el básquetbol los unió.

Diferente es la historia del Gringo Belleggia y el Flaco Lliteras, dos bien de Pacífico, que volvieron a encontrarse adentro de una cancha.

También sucedió con Marcelo García, Segal, Serra, Flicu Sánchez, Horvath y Mario Habib, algunos de siempre y otros de paso, pero esta vez todos tirando por Estudiantes.

Por todo esto hubo motivos para festejar, incluso, hasta con los de afuera, como el Chino Zulberti, tras anotar un triple que, al fondo, señala el Negro Ramallo.

Resumiendo, el juego le quedó a todos servido "en bandeja" como la que depositó Jorge Faggiano, uno de los tantos que se dio el gusto de disfrutar de una noche especial.

¡Ah! Ya en el final, Ricardo Segal sorprendió subiendo a uno de los palcos del Casanova y cerrando lo que significó una verdadera fiesta del básquetbol.

Ojalá se repita...