Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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El único órgano de tubos de la ciudad está otra vez en uso

Fue fabricado en Italia en 1931. Es uno de los más importantes que existen en la provincia. Hacía 15 años que no funcionaba.

María Auxiliadora posee el único instrumento de este tipo. / Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.
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Audionota: Gino Mondino (LU2)

Luego de 15 años de silencio, el casi centenario órgano de 770 tubos de la capilla María Auxiliadora —Gorriti 66— ha sido reacondicionado y podrá volver a escucharse con sus singulares sonidos y a maravillar con su impactante diseño.

Se trata de un instrumento que impresiona y conmueve, por su contextura, su diseño y también por su complejidad.

María Auxiliadora posee el único instrumento de ese tipo, fabricado en 1931 por la firma Balbiani-Bossi de Milán, Italia. Llegó embalado en cajones y montado por un organero de esa casa.

La falta de mantenimiento y el paso del tiempo hicieron que comenzara a tener desperfectos hasta que, finalmente, dejó de ejecutarse. Ahora ha vuelto a vivir, merced a la donación de un músico bahiense y los recursos económicos y logísticos del Instituto María Auxiliadora, que hicieron posible los insumos necesarios y contratar a los organeros para su arreglo.

El instrumento ha recuperado su sonoridad a partir de la reparación llevada a cabo por Pablo Fernández y Alejandro Galli, organeros de la firma Organería Argentina, con sede en CABA, uno de los diez que hay en el país.

“Juan Weinhold, integrante del taller, es nuestro maestro. Este oficio no se estudia: se aprende de maestro a aprendiz”, menciona Galli.

Consultado por este diario, Galli hizo una resumida reseña de cómo se conforma un órgano de este tipo.

“Tiene una consola, que es el mueble con teclados, y una caja de tubos, ambos unidos por un elemento llamado tracción. Cuando se toca una tecla se establece una corriente de aire a través de un tubito de plomo llamado tubular. Ese tubito infla unas bolsitas de cuero llamadas membranas, que son las que levantan las válvulas que dejan pasar el aire a los tubos y así emitir los sonidos”, explica.

Pablo Fernández y Alejandro Galli, de la firma Organería Argentina.

La mayoría de las membranas de este órgano eran las originales y otras han sido rehechas con materiales inadecuados. Su mal estado provocaba un retraso entre cuando se toca una tecla y el sonido del tubo.  

“Uno de los trabajos fue rehacer y cambiar las 700 membranas, que fueron reconstruidas con un material importado de Alemania”, dice.

“También reparamos numerosas pérdidas de aire en los canales de transporte y en el fuelle que regula la presión. Se colocó, además, una protección eléctrica para el ventilador que genera el viento”, detalla.

Paso a paso

Reconstruir las membranas demandó 20 días de trabajo. Una parte realizado en la ciudad, otra en Buenos Aires. Finalizados estos arreglos, el órgano quedó en condiciones.

Los organeros mencionan que sería importante en algún momento remover los tubos (unos 770) y limpiarlos.

“La suciedad interior afecta su afinación”, explican.

Los tubos son de una aleación de plomo/estaño (el estaño le da ese tono brillante) y hay unos pocos de madera pintados de gris.

Otro detalle importante es darle uso al instrumento, ya que no hacerlo lo perjudica. En cuanto al mantenimiento, sugieren “un repaso a la afinación cada año y medio”, señala.

Lo importante es que esta joya musical, un verdadero patrimonio histórico y cultural, está lista para volver a sonar. Sólo necesita un organista que presione las teclas para que el aire se convierta en sonido.

Un instrumento complejo

Ser organista no es algo simple. En la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Rosario, por ejemplo, la carrera de licenciado en órgano tiene cinco años de duración.

Las membranas, reconstruidas un por una de manera artesanal

En el conservatorio de música de Bahía Blanca no se enseña. María Abelarda Moro, directora de la institución, explicó que un órgano como el de María Auxiliadora “es de mucha complejidad en su ejecución”, aunque aclaró que “los pianistas, con sus habilidades y una capacitación específica, pueden hacerlo”.

Un coro de Ángeles

Valerie Aimé es directora general y coordinadora del Instituto María Auxiliadora. Para ella, este órgano es emblemático y su reparación representa algo maravilloso.

“Es una alegría muy grande y damos gracias tener gente calificada que lo puso en condiciones. También la generosidad del músico que hizo la donación y la posibilidad de abrirlo a la comunidad. Este instrumento tiene un valor sentimental que hace que nuestra espiritualidad se vea favorecida”, explica.

Cuenta Valerie que desde su primer uso, en mayo de 1932, fiesta de María Auxiliadora, el órgano había tenido un único arreglo y puesta a punto. Menciona que el aparato tiene nombre, Santa Cecilia como la capilla, y destaca el trabajo de los organeros, “que han podido fabricar nuevos fuelles para reemplazar a los más de 700 originales de cuero que, con el tiempo, perdieron su resistencia y flexibilidad”.

Valerie Aimé, directora general y coordinadora del Instituto María Auxiliadora.

Sobre la ejecución del aparato, menciona su enorme complejidad, “con sus barrales de los pies, los pedales, el doble teclado y varias perillas que colaboran para que el sonido sea el adecuado”.

Como curiosidad cuenta que hay, además, unas teclas que hacen los sonidos más agudos y con determinada reverberación: “Uno de ellos —el coro celeste— es un tono a imitación del sonido de los Ángeles, una sonoridad muy particular. Escuchar la musicalización de un órgano de tubos es un mundo fascinante”.

En cuanto a los posibles ejecutantes, Valerie nombra al maestro Miguel Romero, quien lo ejecutó hasta que los problemas de afinación lo permitieron. Otro organista es quien toca el órgano de la capilla Stella Maris, en la Base Naval Puerto Belgrano.

La profesora de música, Eugenia Porta, toca piano, armonio, órgano eléctrico y algo en órgano de tubos.

“Acá lo usamos para celebraciones importantes, el día de María Auxiliadora, la de la Flor Blanca y la misa a Laura Vicuña, cuyos restos están en nuestra capilla. Pero nuestra idea es abrir su uso a la comunidad, que se puedan ofrecer conciertos y algunas otras celebraciones”, amplía.

Quienes deseen visitar la capilla, se encuentra abierta de 8 a 20.

“Nos interesa acercar, incluso, a los más chicos a que conozcan este instrumento e iniciarlos en el mundo de la música con este órgano que tiene la capacidad para tocar música clásica, temas contemporáneos o acompañar la liturgia”, finaliza Aimé.

“Hermoso exponente de la organería italiana”

—El órgano de María Auxiliadora fue definido por los organeros encargados de su reparación como “un hermoso exponente de la organería italiana”.

—En Bahía Blanca no existe otro órgano de tubos. Hay uno marca Cavaillé-Coll en el santuario María Auxiliadora de Fortín Mercedes, y uno marca Rieger, en la capilla de Puerto Belgrano.

—Un órgano puede tener tres o más teclados y otro en forma de pedales, el pedalero.

—La cantidad de tubos es variable y la gradación la determina su longitud: cuanto más largo, más grave es la nota.

—La parte baja del tubo tiene un bisel o lengüeta donde se genera el sonido.

—No existen dos órganos iguales, ni en su aspecto, ni en sus posibilidades sonoras.

—En nuestro país hay alrededor de 200 unidades.

—El órgano más grande del país está en la basílica del Santísimo Sacramento, en Retiro. Es Marca Cavaillé-Coll, tiene 4.983 tubos, cuatro teclados manuales y pedalera.