“¡Por favor no me expongan!”
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Me atrevo a asegurar que no hay vínculo que quede exento. Madre, padre, abuelo, abuela, tío, tía, madrina, padrino, sea el rol que sea, no hay adulto relacionado con niños pequeños que no esté tentado a hacerlo. En medio de un inmenso afecto, amalgamado con el orgullo y la admiración, muchos adultos son parte de una especie de ritual por demás riesgoso.
¿Qué es el sharenting y qué consecuencias tiene?
Sharenting es una palabra de origen inglés, compuesta ya que proviene de “share” que significa compartir y “parenting”, paternidad. En conclusión, es la acción mediante la cual se comparte de forma excesiva en redes sociales el día a día de los más pequeños. Si bien el concepto haba de “paternidad, haciendo referencia a padres y madres, es extensivo a otros integrantes del círculo de los niños.
Tal vez el caso mediático más emblemático es el de “Ana”, la hija de Carolina Pampita Ardohain y Roberto García Moritán, quienes suben contenido a diario y, es más, la pequeña tiene su cuenta en las redes sociales. Caso similar es el del Mirko, el hijo de Marley, quien ya se ha constituido en una marca.
Lo cierto es que todos somos testigos en las redes sociales de actuaciones en actos escolares, de cumpleaños, de travesuras o cuanta experiencia sea posible comunicar. Podríamos calificar el hecho de “normal” lo que no implica que sea algo “nutritivo” para el crecimiento, sino que contrariamente puede traer diversas consecuencias.
¿Cuál es el límite de la exposición? ¿Se vulneran derechos? ¿Dónde queda la privacidad?
Uno de los factores a tener en cuenta es que cuando se postea un foto o video por Internet automáticamente se perdió el control y el poder sobre ella, por más que el grupo sea “cerrado” se expone al infinito y se deja una huella digital, eliminarla posteriormente de nada sirve desde el momento en que se expone el contenido.
Cabe destacar que un niño en el momento no tiene posibilidad de expresar su opinión, pero cómo se sentirán con el paso de los años cuando vean sus imágenes es un tema a tener en cuenta porque seguramente expresará sus emociones al respecto, y no serán positivas.
Desde la Psicología siempre digo que una acción comunica más que mil palabras por lo tanto los niños aprenden a partir de las conductas de los adultos, entonces, hay que tener presente que con el sharenting le estamos enseñando que las redes sociales son una parte importante de la vida, que los comentarios y los “likes” son de relevancia y sin dudas este combo impacta en la autoestima.
Es imposible que al interrogar a un niño menor de 6 años respecto de si quiere que compartamos su imagen en las redes de una respuesta con cierta conciencia, es decir consentida y sabiendo las consecuencias de exponer su intimidad, por ende, son los adultos los que deben preservar la intimidad y la privacidad de los más pequeños ya que sin premeditación se ofrecen datos que pueden ser utilizados de forma maliciosa.
La responsabilidad afectiva es un requisito sustancial ante esta problemática, es decir que, proteger su privacidad y reflexionar sobre el uso de la imagen es el primer punto por considerar. Seguramente con el paso de los años, el “por qué me expusiste” sea el reclamo que predomine, cuidar, proteger y respetar es una tarea indelegable de los adultos.