La ciudad en colores (y con fragancias)
La llegada de la primavera cambia por completo el paisaje urbano, flores, verdes y aromas mejoran la relación del ciudadano con la ciudad.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Hay una Bahía Blanca que terminado el invierno se retira para dar paso a otra ciudad, que se llena de colores y de fragancias. Quizá la ciudad no tiene el clima ideal --seco, ventoso, sol fuerte--, pero de algún modo árboles y las plantas se han acostumbrado a su suelo y a esa suerte.
Es otro paisaje el de la primavera. Los árboles comienzan a lucir sus blancos, rojizos y lilas. Los jardines muestran sus rosas, margaritas y santa Rita.
Noviembre es el también el tiempo de los jazmines. Qué ya no son rareza y que anticipan su presencia con una fragancia que llega desde lejos. Sus flores blancas con forma de estrellas explotan sobre el fondo verde de las hojas, cubriendo muros y cercos.
Hubo una Bahía dónde sólo crecía el tamarisco y algún sufrido malvón. Hoy es posible disfrutar de otro paisaje, de otros tonos y colores, situación que excede cualquier pensamiento poético o sentimental.
Los especialistas mencionan que existe una vinculación entre las áreas verdes y la salud mental, que generan un estado de bienestar que permite al individuo realizar sus habilidades, afrontar el estrés, trabajar de manera productiva. La naturaleza puede marcar la diferencia en el bienestar físico y mental en el área urbana.
Aquellas personas que viven en áreas con jardines o espacios con cobertura vegetal tienen menor prevalencia de desordenes mentales. Ese contacto impacta de manera positiva en la presión sanguínea, en los niveles de colesterol en la sangre, en la actitud frente a la vida.
No se trata entonces sólo del color, la textura y la fragancia. Es algo que vive un poco más allá.