Falcon verde, un parque y Psicología
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Si bien no pierdo la capacidad de asombro sí me asombra que en estos últimos meses hayan sonado y resonado palabras y conceptos que parecían superados o al menos asimilados como parte de una historia que no se debería reiterar. Sin embargo, ciertos sujetos se viven superando y al parecer van por más, mucho más.
En la era de la información, en la que abundan datos científicos aún hay grupos que niegan la existencia de la pandemia de COVID-19 alegando que fue una artimaña de ciertos poderosos para controlar y someter a las personas.
A su vez están los que niegan la llegada del hombre a la Luna en 1969 y que fue toda una “puesta en escena”. También están quienes niegan que la Tierra es redonda y se los conoce como terraplanistas.
Días pasados, en Brasil, hubo una ola de calor con sensación térmica de 58,5 grados en Río de Janeiro, no obstante, un sector niega el cambio climático alegando que la causa es parte de los ciclos del planeta.
Además, están quienes descreen del beneficio de las vacunas, las consideran perjudiciales y hasta se puede insertar un chip a la población por medio de ellas. Y en este listado de negacionistas no se puede dejar de mencionar a quienes niegan el Holocausto argumentando que en la Alemania nazi no exterminaron millones de judíos y personas de otras razas.
Negar, negar y negar…
El negacionismo es una forma de pensamiento, irracional, del que se ocupa la Psicología. El negacionista no acepta una realidad que se puede comprobar y verificar de manera empírica. De esta forma evita aceptar una situación, un hecho o un escenario que le genera molestia psicológica.
La realidad está ahí, palpable, hasta lo abofetea, pero la niega porque resulta más fácil no creer en lo evidente. La negación está atravesada por diversos factores, políticos, religiosos, que colisionan con las propias creencias e ideales.
Un artículo publicado en Nature Human Behaviour por Philipp Schmid y Cornelia Betsch titulado “Estrategias efectivas para refutar el negacionismo científico en las discusiones públicas” hace referencia a esta problemática y al daño que ocasiona el que niega a pesar de la evidencia científica.
Desde la Psicología al observar las conductas se advierten una serie de tácticas: cambia las reglas de juego, es decir que cuando solicita una evidencia para demostrar la realidad cuando ésta se le presenta, la considera no válida y solicitan otra.
Cree que gobiernos o personas poderosas conspiran y generan un ardid para instalar una realidad mientras que existe otra realidad que es la que el negacionista defiende desde una plataforma de legitimidad moral.
Apela a expertos falsos para fundamentar lo que el niega, alegando que son autoridad en la materia cuando en realidad no lo son, además recurre a artículos que no cumplen con los requisitos científicos pero que están alineados con la idea que defiende.
Entonces, pensar que la ESMA puede convertirse en un parque que todos disfruten cuando fue el escenario en el que acontecieron las atrocidades más graves de la Historia Argentina, que circulen “memes” refiriendo a cuántas personas caben en un “Falcon Verde”, o peor aún, amenazar con que “…el Falcon arranca por Almagro…”es un retroceso, negacionismo con todas las letras y que debiera ser penado.
¿Saben por qué el negacionista niega? Porque en verdad sigue vivo en él el deseo de volverlo a hacer. Por favor, Nunca Más.