Psicología y debate presidencial
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Llegó el día. Último debate del 2023. De acuerdo con la Ley 27.337 sancionada en 2016, hoy se enfrentan los candidatos a presidente. Recordemos que quienes superaron el piso de votos del 1,5% en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), participaron en los debates anteriores.
De acuerdo con la Ley el debate es obligatorio y tiene por finalidad “debatir ante el electorado las plataformas electorales de los partidos, frentes o agrupaciones políticas”.
Los días previos son trascendentes respecto de la preparación de los participantes y aunque pareciera imperceptible, la Psicología está o debiera estar presente en el debate.
¿Cómo se prepara psicológicamente un candidato? ¿Qué sucede en la mente del votante?
Un debate presidencial es similar a una puesta en escena en la que cada candidato representa un personaje durante esa obra. Puede ser el hombre experimentado que sabe cómo resolver los problemas o el salvador que trae la gran solución, puede ser el fuerte, el débil o el papel que elija interpretar de acuerdo con estudios previos realizados por expertos.
Está comprobado que un debate puede ser decisivo, y gana quien represente mejor ese personaje.
Para enfrentar un debate presidencial televisivo el candidato se debe entrenar, estudiar, ensayar posturas, gestos, tener en cuenta la vestimenta y prepararse psicológicamente; a su vez debe dominar cuatro estrategias: defensa, ataque flanqueo y guerrilla.
Quien está al tope de las preferencias y encuestas está obligado a defender su posición. Deberá preparar respuestas breves y contundentes para cada ataque, teniendo presente siempre que las respuestas no son para el contrincante sino para el público. Se recomienda no agitar las aguas y moverse de forma tal de no perder el caudal conquistado.
Quien va segundo o no tiene asegurado el primer puesto en las preferencias está obligado a atacar al contrincante con el objetivo de debilitarlo y desplazarlo. Lo recomendable según metáfora boxística es “pegar en un solo lugar”, es decir atacar y atacar como se vio por parte de la candidata Victoria Villarruel hacia su contrincante Agustín Rossi en el debate del 8 de noviembre.
Ahora si el candidato tiene buenas ideas y recursos, pero está fuera de competencia son válidas dos estrategias. Descubrir y definir cuál es el tema más importante para la gente y reiterarlo, para instalar así la solución del problema en la mente del público.
Cabe recordar que si no hay chances de ganar la elección y el objetivo es lograr algunas bancas legislativas, esta especie de show que es el debate presidencial, es el escenario ideal para irrumpir en la cabeza del electorado. La estrategia recomendada es la de las pequeñas guerras es decir sin continuidad en un relato, ya que la idea es aparecer y desaparecer del debate con acciones de alto impacto; el objetivo es la irrupción permanente, tal como sucedió en el debate anterior.
¿Y nosotros? ¿Qué pasa en nuestra mente?
Según la Psicología más allá de expectativas y deseos, percibir la imagen de un candidato y decidir por uno u otro está atravesado por sentimientos y por nuestro aparato psíquico, en el que, según Freud, el inconsciente es parte del juego. A su vez las emociones tienen un rol fundamental pues condicionan el funcionamiento de nuestro cerebro.
Hoy Sergio Massa y Javier Milei se la juegan, nosotros también. Ellos deben conquistar un triunfo y también conquistarnos, y como en toda conquista, tienen que captar la atención, causar buena impresión, casi enamorarnos y convencernos para obtener el “si”; en este caso “si te voto”. ¡Qué empiece el show!