Qué linda visita, Che: “Siempre me gusta el buen ambiente y humor”, resaltó Néstor García
La selección argentina estuvo en Bahía. Su técnico, Néstor García, se emocionó con la gente que presenció la práctica; contó el valor del cargo que ocupa, los cambios que implementó, habló de su personalidad y de la forma de trabajar.
Por Fernando Rodríguez
Twitter: @rodriguezefe
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Formó al equipo en medio de la cancha y así agradecieran a todo el público presente en el Dow. Después, encolumnó a los jugadores para que, uno a uno, vayan por fuera de la cancha, saludando y tomándose fotos con los que disfrutaron en vivo de un rato de la selección argentina de básquetbol.
En medio de esa devolución al cariño que demostró el público bahiense y de la zona, Néstor García se mezclaba, agradecido y emocionado. Durante la vuelta se detuvo una y otra vez. Se sacó fotos con cada uno que se lo pidió hasta que, literalmente, el Dow se vació. O casi.
El Che quedó a solas con “La Nueva”, compartiendo sensaciones de una jornada emotiva.
—Te vi emocionado.
—Sí. Me dijeron que hablara, pero estaba emocionado por estar en mi ciudad, por toda la gente que vino a ver el entrenamiento y por el apoyo antes de todo esto que se viene, que es difícil.
—¿Qué te emociona cuando venís?
—Mi ciudad, en este caso estar representando a la selección argentina y que tanta gente venga al entrenamiento. Son cosas que generan mucho compromiso interno y agradecimiento. Había chicos, grandes... Fue impresionante.
El saludo con Federico Susbielles, ex presidente de la CABB.
—¿A esta altura de tu vida Bahía es un lugar de nostalgia para vos?
—Un poco sí. Porque llevo mucho tiempo afuera, porque mi viejo (Rafael) ya falleció, porque mi mamá (Hilda) está en un geriátrico... Eso le venía diciendo en el avión a Gonzalo García (uno de sus asistentes). ¿Sabés que siempre me agarra algo adentro cada vez que vengo? Pero bueno, me reconforta venir al Dow, donde tengo muchos amigos.
—En tus últimas visitas ha sido tu casa.
—Es mi casa cuando vengo para acá. Mi hermandad con Pepe es clave, también Checha (la esposa de PP) y como me tratan todos. Me reconforta por todo lo que es esto: tiene que ver con el básquet, con mis amistades, mis raíces y es único en el país.
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—Ser un trotamundos a veces lleva a olvidarse de las raíces, algo que no sucede con vos. ¿Este cargo que te toca ocupar hoy es en gran parte del resultado de haber nacido acá?
—Sí, acá me crie, en Olimpo, todo básquet... Yo soy bahiense. Es como que yo tenía que dirigir básquet, después, que me haya ido como me fue a veces me cuesta creerlo. Pero esta ciudad es básquet puro y una vez más lo demostró la gente que vino acá, bajo la lluvia... Eso se genera a partir de la historia, hace que sea así... La historia con el básquet de esta ciudad es única y en el país, para mí, me parece que irrepetible.
Las imágenes de una hermosa jornada
—¿Qué estás viviendo con la Selección?
—Lo de las ventanas es algo diferente, un aprendizaje constante, teniendo que adaptarse permanentemente y estoy recibiendo mucho cariño. Cuando me dieron la noticia del cargo estaba en Puerto Rico, me fui con mi hijo (Tomás) a Nueva York y empecé a percibir un montón de cariño.
—¿Tenías dudas?
—No, pero no me imaginé tanto.
—Es un cargo en el que siempre estás expuesto.
—Totalmente. Porque cuando perdés con un club respondés a la gente de ese club...
—Y un cargo que todos los técnicos quisieran ocupar.
—Siempre digo que es un cargo diferente, porque hay un solo puesto para todos los millones de argentinos. Por eso, agradezco mucho a (Fabián) Borro, el Gringo Pelussi y todo el consejo directivo que me hayan elegido. Es algo grandísimo dirigir la selección argentina.
—¿Qué diferencia tiene este cargo, más allá de lo afectivo, respecto del mismo que ocupaste en otros países?
—Bueno, lo que pasa que acá estoy en mi país. El compromiso es igual siempre, doy la vida cuando me contratan. Y también es enorme la responsabilidad cuando me eligen, siendo extranjero.
—¿En algún momento te planteaste dónde te habías metido?
—No, para nada. Todo lo que pido, de lo que sea y dentro de las posibilidades, me lo dan. En la Confederación me tratan de manera espectacular.
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—¿Qué estás buscando con este equipo en el recorrido clasificatorio?
—Nuestro objetivo es clasificar al Mundial y lo que viene es bravísimo. Está muy parejo todo. Cualquiera puede ganar. Y vamos a ir por todo a la Copa América. Los jugadores están muy entusiasmados, como que hay una mística. Pero en noviembre cambia todo este equipo. Estamos tratando de dejar una base con todo lo que vimos antes, más todo lo que agregamos ahora.
—¿Qué?
—Muchas cosas ofensivas y defensivas que no las teníamos antes, porque no podíamos entrenarlas. En esta parte cambié la forma: antes trabajábamos de lo particular a lo general, enseñando de a poquito. Y sentí, desde la última ventana, que debíamos cambiar para ir de lo general a lo particular. Y estos cuatro días en Bahía nos vinieron de forma espectacular, porque pusimos el grueso de la información táctica que vamos a desarrollar. La iremos desmenuzando en Mar del Plata, antes de competir.
—Los jugadores destacan tu forma de ser, de que la pasan muy bien. ¿Tu perfil lo acentuaste estando en la Selección o seguís siendo el mismo y ellos te van descubriendo tal cual sos?
—Lo que pasa que yo entro a una cancha de básquet y soy así. No tengo otra manera. También cuando tenga que hablar fuerte lo haré. Es gente inteligente. Siempre les digo que son más jóvenes que yo, pero son hombres como yo. Y a mí siempre me gusta el buen ambiente y humor; cuando esto sucede, las cosas salen mejor. Como cuando tenés buenas personas, es mucho más fácil armar un buen equipo.
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—¿Te vas feliz de Bahía?
—Feliz de haber venido. Nos trataron como reyes. Fue todo de primera, no imaginada otra cosa.
—¿Qué imagen te llevás guardada?
—La gente entrando toda mojada y los chicos aplaudiendo. Eso me movilizó. Dije: “¡Guau! Esto es Bahía”...