Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Chapero: “Cuando me comunicaron la primera convocatoria a la Selección me largué a llorar”

Con 21 años, Tomás ya es parte del plantel argentino. Habló de su extrovertida personalidad, los cambios de hábitos, su carrera universitaria, la relación con el Che García y su sueño mundial.

 

Por Fernando Rodríguez

Twitter: @rodriguezefe

Instagram: ferodriguez_

(Nota publicada en la edición impresa)

 

   “Ya estoy para irme a dormir, aunque todavía me falta un trabajo de la Uni”, avisa.

   Son días especiales para Tomás Chapero. Cargados de adrenalina por estar entre los 14 jugadores argentinos elegidos por Néstor García, de cara a las ventanas FIBA, clasificatorias al Mundial, y previa a la AmeriCup.

   Es su segunda experiencia “como local” con la albiceleste en el Dow Center, donde estuvo haciendo la postemporada tras su experiencia en España.

   —¿Qué quedó del pibito que se tomaba el Ñandú del Sur para venir desde Santa Fe hasta Bahía?

   —Ufff... Tenía 14 años y mi viejo no me dejaba venir, hasta que me propuso: “Cumplí 15, demostrame que podés ir solo y andá”. Tomaría de nuevo la elección de venirme a los 14 o 15 años, aunque tratando de no cometer los mismos errores, más allá que fueron los que me formaron como soy.

   —¿A qué errores te referís?

   —Era alto y con un poco de habilidad, pero no tenía buenos hábitos de entrenamiento, si podía faltar al gimnasio lo hacía, era bastante vago...

   Hoy, a los 21 años, su presente contrasta con esa etapa: “Estoy en primer año de Licenciatura en Administración de Empresas Digital. La modalidad es 100% digital y se estudia online”.

   —¿La decisión del estudio fue por elección propia?

   —Sí. Siempre quise estudiar algo, pero no encontraba alguna carrera que me diera esta libertad. Manejo mis horarios, es bastante flexible en cuanto a la asistencia. Tenés que tener el 50% de presencia para ser alumno regular y conmigo son un poco más flexibles, porque soy deportista profesional.

   —¿Estás convencido del estudio pensando a futuro o porque hay que hacer algo?

   —Hay que pensar a futuro. Acá en el Dow te forman como persona y te enseñan que el básquet es hermoso, pero que la carrera dura 20 años; con la mejor de las posibilidades, por lo avanzado de la medicina y el cuidado de nuestros cuerpos desde jóvenes, podremos jugar hasta los 40 años o un poco más. ¿Y después...? Entonces, sé que requiere de un esfuerzo, de sentarte a estudiar cuando no siempre tenés ganas o estás cansado del entrenamiento, pero está bueno hacerlo.

   —¿Cómo hacés para convencerte de esto, cuando hoy podés estar iluminado con lucecitas de colores por tu participación en la Selección Mayor?

   —Empecé a entenderlo a partir de todo lo que me enseñó y me dio Pepe (Sánchez). Y eso también se lo debo a mis viejos (Andrés y Evangelina), quienes me están acompañando en cada paso que doy y empujando a que mire más allá del básquet.

   —¿Cómo estás procesando este presente basquetbolístico con la Selección?

   —Me genera mucha emoción y orgullo cuando veo la lista y hay jugadores NBA, ACB y entre ellos figura Tomás Chapero. Cuando me comunicaron la primera convocatoria era el día de mi cumpleaños (10 de junio), estaba toda mi familia y me largué a llorar. Fue muy fuerte. Y así vivo cada momento, como si fuese el último.

   —¿De qué manera volcás eso a la cancha, en el día a día, sin que te desborde? 

   —La primera vez que me llamaron para participar como sparring pude compartir con Scola y todo un plantel que después fue subcampeón del Mundo; se me ponía la piel de gallina. Me incorporaron como un jugador más, pero dentro del juego me sentía un paso atrás. En cambio, ya en estas convocatorias me siento más a la altura y confiado que puedo aportar.

   —¿Lo tomás con mayor naturalidad?

   —Todavía no. Me sigo emocionando ante cada convocatoria. Creo que la naturalidad llegará con el tiempo si es que puedo seguir estando. Es continuar apostando en el día a día.

   —Sos un jugador con características que no abundan en nuestro país. ¿En qué estás poniendo el foco para seguir desarrollándote?

   —Esta postemporada estuvimos trabajando mucho con Pipa (Gutiérrez), Martín Luis y Augusto Meneses en el juego de espaldas y en algo que parece aburrido: ganchito y tiro corto.

   —Es decir, jugar más adentro y de espaldas. ¿Por qué?

   —Acá en Bahía siempre me enseñaron a jugar de frente. Y me encanta, lo prefiero, no me atrae jugar de espaldas. Pero en la temporada en España y ahora con la Selección me di cuenta que hay que saber hacer de todo.

   —A la inversa de lo que sucede con cualquier jugador alto, que empieza jugando abajo y poco a poco se aleja del cesto.

   —Cuando llegué a Bahía no sabía jugar de frente. Lo hice durante cinco años y ahora, sin descuidar lo que sabía, estoy trabajando un poco más de espaldas.

   —¿Qué expectativas reales tenés con la Selección?

   —Si bien me gusta tener objetivos, mi foco está en el día a día, y con la Selección me pasa eso de luchar en cada entrenamiento por un lugar. Si bien jugar el Mundial me encantaría y lo tengo como objetivo, mi foco tiene que estar en poder entrenar mejor mañana.

   —¿Cuánto creciste y aumentaste de peso?

   —Con zapatillas estoy en 2m10 y peso entre 100 y 102. Estoy intentando aumentar la masa muscular, sin descuidar la agilidad.

   —¿Qué balance hacés de tu experiencia en España?

   —Muy positivo. Fue mi primera temporada completa sin lesiones. Venía de tres o cuatro años con problemas, inclusive, sufrí hasta neumotórax, que no tenía nada que ver con el deporte.

   —¿Las lesiones se te estaban haciendo crónicas?

   —No, se me estaba haciendo un poco frustrante. Empezaba bien y me aparecía algo. Entonces, esta última temporada logré una constancia que me dio un piso para saber en qué debía mejorar.

   —¿Te amoldabas mejor a la Liga EBA o la LEB Plata en España?

   —Me sentía mejor en la LEB (Ourense), porque la EBA (Asociación Deportiva Bosco) me parecía un nivel un poco bajo. Pero, por un tema de papeles, tuve que jugarla. Si Dios quiere y se da, la próxima temporada podría jugar la LEB Oro. Me siento mucho mejor y con ganas de competir.

   —Me imagino la fortaleza anímica y respaldo basquetbolístico que te generará esta participación con la Selección. ¿No?

   —Totalmente. Aunque simplemente, que aparezca mi nombre en la lista de convocados, para mí es un montón.

   —Compartiendo con los jugadores que mirabas por tele o desde la platea.

   —Seee...

   —¿Qué tratás de rescatar?

   —Hay detalles en el juego que te marcan los más experimentados y los intento exprimir al máximo. Ellos nos hacen sentir parte a los más jóvenes.

   —¿Qué te genera Néstor García como entrenador?

   —Tiene una sabiduría increíble.

   —Me da la sensación que podés llevarte bien con él. ¿Me equivoco?

   —Me llevo muy bien, porque Néstor es uno más, tiene una conexión especial con los jugadores, obviamente mayor con los de más experiencia, pero intenta siempre estar conectado con el jugador, todo el tiempo habla, cuenta anécdotas, parece un jugador más, lo cual suma un montón.

   —Siempre fuiste extrovertido. ¿Esa característica la mantenés aun cuando estás rodeado de jugadores de Selección? ¿La naturalizás?

   —Es que soy así. No te voy a negar que sentí un poco de presión cuando jugamos contra Uruguay un amistoso con la Mayor, entré nervioso. Pero soy bastante extrovertido, a tal punto que, en los entrenamientos, llego a decirle a Campazzo “No quiero que me metas una bandeja”. Me enojo. ¡Y es Capazzo! Me gusta competir y hasta me siento irrespetuoso, en el buen sentido, claro.

   —¿Siempre fuiste así?

   —Siempre. Aunque lo fui corrigiendo, porque era bastante imprudente de chico, no medía bien con quién me comportaba de esa forma. Hay una anécdota: cuando llegué a Bahía, vinieron Pepe y Sepo (Ginóbili) al hotel donde me alojaba para hablar conmigo y con toda la naturalidad les dije: “Che, si quieren nos sentamos a tomar un café”, je, je...

   Seis años más tarde de su arribo a Bahía Basket, con la misma naturalidad, hoy Tomás se maneja en la Selección Argentina, rodeado de figuras, creciendo como jugador y persona, algo que aprendió en el recorrido de una carrera que, a decir verdad, recién empieza para él...