Bahía Blanca | Miércoles, 17 de abril

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La comunidad, el bien, el mal y la política

“Con una buena educación se podrían retomar muy bien los valores y desarrollar las mentes. Nuestros infantes y jóvenes lo merecen.”  Escribe Guillermo Burgos.
 

   Las sociedades actuales, unas más otras menos, enfrentan un complejo panorama educacional. La tecnología avanzó fantásticamente y los alumnos se desplegaron  como nunca. Mientras tanto los docentes lo hicieron como siempre - de la mano del sistema - muy lenta y estructuradamente.

   Pensadores afirman que esta situación de descompás generó conflictos, entre ellos el de la dificultad de identificar valores básicos entre las personas, tales como la honestidad, la empatía y el sentido común.
Yendo al grano, si hoy es muchísimo más complejo encontrar estos valores propuestos en la gente, sucede lo mismo en la clase dirigencial. Por varios motivos, pero en mi entender el principal es el bajísimo nivel de enseñanza al que se llegó, después de 4/5 décadas de decadencia.De la mano de este hecho y con la necesidad de trabajar más, también los hogares se resintieron como base formativa para las futuras generaciones.

   Desde que la escuela entró en menoscabo han desaparecido el estudio de la lógica y la filosofía. Sin ello es mucho más difícil tener la capacidad de relacionar acciones a realizar con la moral, porque no sabe se qué es la moral. La crisis moral que vivimos desde hace años es por eso y ha vuelto confuso el límite entre lo que está bien y lo que está mal. 

   Lo bueno es difícil de ser bien identificado y, tristemente, la picardía es moneda común en nuestra vida cotidiana. Para corroborar lo que afirmo basta subirse a un colectivo, mirar un semáforo, esperar que te devuelvan algo, observar el accionar de quien pasea a su perro o hacer alguna cola. Como testigo personal puedo contar que una persona en su auto llegó a una estación de servicio de fila única, entró directo a la bomba de nafta en disimulo y mirando al costado, adelantándose al resto para obtener ventaja. Esta persona es una transgresora y demuestra un comportamiento vulgar que desconoce normas, costumbres o pactos, antes aprobadas y respetadas. Pero ella no lo cree así, por eso lo hace y lo seguirá intentando cada vez que tenga oportunidad. 

   Ha desaparecido casi la vergüenza y el respeto quedó en el olvido, a partir del momento en que se cree que no se comete ninguna falta cuando de hecho se lo hace, y en forma reiterada. En la política sucede lo mismo: demasiada gente sin formación y el descaro que se intenta colocar como normal. El viático desmedido o inventado es un robo, no es algo normal. Emplear parientes en el Estado es vergonzoso. La falacia y la distorsión no deberían existir, pero no solo existen sino que fluyen con fuerza y así una larga lista.

   Soy escéptico en esto, casi no me dan los números para una transformación deseada y la posibilidad de dirigirnos a una sociedad cada vez mejor. Aun así sé que con una buena educación se podrían retomar muy bien los valores y desarrollar las mentes. Nuestros infantes y jóvenes merecen despojo ideológico y gran esfuerzo de sus docentes, en una época donde decir la verdad parece arrogancia.

Guillermo Burgos es oficial de Marina Mercante. Fue presidente del Consorcio de Gestión de Puerto Rosales.