Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Debate económico en La Nueva.: contrapunto sobre el origen de la actual crisis y cuál es la salida

Dos economistas de nuestra ciudad con ideas divergentes, Gustavo Burachik y Oscar Liberman, expusieron sus puntos de vista sobre los problemas del déficit, la inflación y la deuda, además de opinar sobre las primeras medidas del nuevo ministro del área. ¿De esta nueva crisis se sale con más o con menos capitalismo?

Liberman y Burachik, con el moderador Allica. (Fotos: Pablo Presi / Video: Francisco Villafáñez)

   La economía argentina vuelve a sumirse en una gran crisis económica, algo nada inédito para cualquier nativo de estas tierras que supere los 30. Solo que esta vez se da en medio de un mundo amenazado por conflictos bélicos y cambios tecnológicos mucho más disruptivos que los de otros años, lo cual aumenta los desafíos. 

   Para comprender este proceso de crisis actual, en cuanto a su origen y posibles vías de salida, La Nueva. convocó a un nuevo debate entre economistas, como el realizado a comienzos de año en torno al acuerdo con el FMI.

   En esta oportunidad, se convocó a Gustavo Burachik, economista, docente e investigador de la UNS, y a su colega Oscar Liberman, también profesor de la misma casa de altos estudios, además de empresario y columnista de LU2 Radio Bahía Blanca. El primero, representante de las ideas de izquierda; el segundo, defensor de las posiciones liberales.

   La organización estuvo a cargo del periodista económico de este medio, Francisco Rinaldi, y la moderación del debate correspondió al jefe de noticias, Maximiliano Allica.

   En primer término, ambos contestaron a tres preguntas comunes, sin posibilidad de intercambiar entre ellos. Luego se produjo un diálogo libre.

   --¿Cuáles son los orígenes de la crisis que hoy atraviesa nuestro país? 

   --Gustavo Burachik (GB): Lo primero que hay que tener en cuenta para comprender la naturaleza de la crisis actual es que la misma forma parte de un proceso muchísimo más general. En los países desarrollados desde hace varios años tiene lugar un proceso que los economistas denominan de estancamiento secular, es decir, una desaceleración muy fuerte de la tasa de crecimiento, de la tasa de inversión y una debilidad estructural en el mercado de trabajo, alta desocupación en los tramos juveniles, etcétera. 

   "En América Latina vemos desde hace décadas que pese a las subidas y bajadas en el crecimiento económico, la región no sale de su estructura atrasada, no avanza en su proceso de industrialización, no se supera la desigualdad, que es de las más altas de todo el mundo, y en ese sentido, los países desarrollados han mostrado muchas de estas tendencias.

   “Argentina ingresa a esta crisis mundial con sus características propias, con períodos muy cortos de crecimiento acelerado y luego crisis muy profundas, una deuda externa que no aporta nada a la producción y que solo succiona recursos, y una política estatal obsesionada con el pago de la misma, a punto tal que ha relegado todas sus funciones sociales. 

   “Por lo tanto, esta no es una crisis coyuntural o de una u otra política, es una crisis orgánica, que obedece a la forma en que está organizada la sociedad capitalista, que es crecientemente disfuncional para todos los ciudadanos del mundo”. 

   --Oscar Liberman (OL): Yo creo que más allá de que hay factores que compartimos con el mundo, la Argentina tiene una dinámica propia que hace que cuando al mundo le va bien, a nosotros nos va en general mal y, cuando al mundo le va mal, a nosotros también nos va mal. Creo que estructuralmente estamos organizados de una manera que tiene dos focos que se deberían corregir y que, mientras no se corrijan, pasan los gobiernos y se van generando crisis cada vez más graves.

   “La primera es el mal manejo de la cosa pública. Manejamos muy mal todo lo que es colectivo, pese a que tenemos una gran brillantez en lo individual. El reflejo de esto es que las crisis se transfieren desde el Estado hacia la gente permanentemente y esta crisis en particular llegó a niveles estrepitosos, con agendas que nada tienen que ver con lo que le pasa a los ciudadanos.

   “La segunda es que no armamos modelos económicos que sean consistentes. Podemos discutir si queremos un Estado gigante, uno mediano o uno chico, mientras sea consistente con la cantidad y la calidad de lo que brinda y la forma en que se obtienen los recursos. Y el reflejo de esa inconsistencia son estas crisis cíclicas que terminan con hiperinflación, megadevaluación y crisis de deuda, con la diferencia de que esta vez no saldremos si no hay un cambio profundo”. 

   --Las medidas anunciadas por el nuevo equipo económico, ¿son suficientes para evitar una profundización de la crisis? 

   --OL: ¿Hubo medidas la semana pasada? (risas). Yo creo que esto es muy preocupante porque, como decía recién, llegamos a una situación de la que no salimos. La Argentina tenía promedios de recesiones de seis meses y promedios de expansiones de dos años, y cada tanto tenía un crack, pero ahora, transitamos un estancamiento permanente desde hace una década. 

   "Con respecto a las medidas, muchas son muy parecidas a las de Guzmán (N de R: Martín, el renunciado primer ministro de Alberto Fernández) y otras tienen que ver con ese enfoque parcial de que si corregimos un poquito acá, tocamos un poquito allá y renegociamos la deuda, ya está. 

   “Pero yo no veo que así vayamos a conseguir resultados. Encima el tiempo no es neutral: cualquier cosa que se someta al tiempo y no es estática, muta, y si se somete al paso del tiempo la situación actual tomando medidas insuficientes, después es peor. De hecho ya estamos perdiendo un tiempo precioso porque se piensa todo en términos electorales, como si en el año que falta no se pudiese hacer nada”. 

   --GB: Primero hay que precisar: la crisis para quién. Estas medidas apuntan a seducir a los exportadores, a los bancos y las grandes empresas, que evidentemente estaban desconfiando de las administraciones anteriores y, tras los anuncios de Massa, salieron a apoyar públicamente las medidas. De hecho, los bonos subieron y se tranquilizó el dólar. 

   “Pero esos no son las víctimas del proceso de ajuste y la crisis, las víctimas son las personas que están en la pobreza a indigencia, para quienes no hubo ningún anuncio, como un plan de trabajo genuino, de asistencia sanitaria y alimentaria, ni planes de vivienda. Tampoco hubo políticas concretas contra una inflación que está devorando hora a hora los salarios y las miserables jubilaciones. 

   "Y, como si fuera poco, las medidas anunciadas son contractivas, de forma que van a tener un efecto negativo sobre el mercado de trabajo, haciendo más difícil todavía obtener un buen empleo y condiciones laborales favorables. Por eso, esto va a profundizar el problema de desocupación y de subocupación estructural, desmejorando las condiciones laborales y aumentando la precarización”. 

   --Para que Argentina abandone su desempeño reciente ¿hace falta más o menos capitalismo? 

   --GB: En mi opinión, en una sociedad donde hay clases sociales con intereses divergentes, no hay una única salida a una crisis, hay varias, las que dependen de la interacción de los distintos actores. El plan de Sergio Massa encarna una visión, que es la del gran empresariado y los acreedores externos del Estado argentino. Y este sendero tiene consecuencias inmediatas que son las que mencioné: mayor deterioro del salario y las jubilaciones, del mercado de trabajo y un fuerte debilitamiento del gasto público en vivienda, educación, infraestructura, etcétera. 

   "Además, la idea detrás es la de seducir a las grandes empresas convenciéndolas con beneficios, como un dólar más conveniente para que liquiden divisas y promuevan inversiones que generen empleo, lo que hasta ahora no dio resultados. Del otro lado, la resistencia a todas esas políticas de ajuste está generando una movilización y una tendencia a la rebelión popular, no solamente en la Argentina sino en América Latina y en muchos países del mundo. Y de ahí puede surgir otra salida, una que priorice las necesidades populares por encima del lucro del capital privado”. 

   --OL: Depende de qué entendamos por capitalismo. Si vamos a la cuestión de crecer por acumulación de capital, por el rendimiento que da productivamente su uso, es indudable que la salida pasa por ahí, porque todos los países del mundo, sea cual sea su orientación política, crecieron y se desarrollaron con inversión. Y si convenimos que los pilares básicos del capitalismo son la propiedad privada, el mercado como asignador de aquello que es privado y el Estado como asignador de lo público, yo creo que sí, que es por ahí. 

   “Pero insisto: más importante que capitalismo sí o capitalismo no, es la consistencia. Porque en Argentina, los diferentes gobiernos han repetido que somos una economía abierta, de mercado y otras cosas, pero resulta que tenemos un Estado del tamaño de un país comunista que te devuelve una prestación paupérrima, financiado por sistema tributario distorsivo y regresivo, que le cobra más al que menos tiene.

   “Y tampoco hay reglas, para evitar, por ejemplo, conductas corporativas. Porque no es lo mismo la agenda de una mega empresa, que trabaja alineada con los gobiernos de turno, que los de una pyme, que tiene la cabeza en el día a día, de la misma forma que no es lo mismo lo que le pasa al trabajador que al sindicalista que dice representar al trabajador. Por eso, insisto con que lo que falta es consistencia, más allá del sistema”.  

Déficit e inflación

   Luego de contestar las tres preguntas, La Nueva propuso un disparador y se produjo el diálogo entre ambos entrevistados. 

   --¿Cómo se reduce el déficit fiscal, si es que ahí debe ponerse el foco, y que hacer con la inflación? 

   --GB: Con respecto al problema del déficit fiscal, yo creo que el problema surge porque la quiebra del Estado es un reflejo de la quiebra del capital privado: todos los países del mundo, especialmente en las últimas décadas, han salido a socorrer a las grandes empresas y los grandes bancos, poniendo sobre la mesa recursos públicos que llevaron a un endeudamiento exorbitante y un alza desmedida de la emisión de dinero.  

   “La quiebra del Estado argentino es producto de que las grandes empresas de Argentina se han beneficiado sistemáticamente de grandes exenciones impositivas, regímenes de promoción industriales y regionales, niveles masivos de evasión, desgravaciones tributarias, subsidios, y el pago de la deuda externa. 

   “Eso es lo que ha quebrado al Estado argentino, no los jubilados, no los empleados públicos, que ganan sueldos miserables, no la inversión en educación e infraestructura, que no la tenemos”. 

   --OL: La crisis estatal argentina tiene que ver con el fracaso organizativo del Estado, porque si bien estoy de acuerdo con la intervención pública en la salud y la  educación, tiene que hacerlo con buenos instrumentos. El sistema administrativo del Estado, su organización, se queda con la mitad de los recursos, de forma que arribamos a un Estado que paga salarios de miseria, jubilaciones de miseria, pero que se lleva la mitad del PBI.

   “Es más, haciendo un poco de historia, antes de la Revolución Industrial solo estaban los nobles y los pobres, hasta que aparece el capitalista que dice 'yo te puedo dar crecimiento', generándose un acuerdo entre nobles y capitalistas, mediante el cual estos últimos producían y los otros vivían de rentas, dejando afuera a la gente que labura. De hecho, todas las revoluciones vinieron de los trabajadores que habían quedado excluidos de esos acuerdos. 

   “Pero la Argentina perfeccionó malignamente ese arreglo histórico, porque hoy la nueva nobleza es la política, que en vez de dejar a todo un sector excluido, como pasó antes, asoció a una porción de cada sector. Así, tenés una porción del empresariado que hace negocios con el Estado, sindicalistas que hacen lo mismo....¡nadie queda 100% excluido, con lo cual, siempre querrá que todo siga igual! Por eso digo que si esto no se rompe, no salimos, porque es el mismo Estado el que tiene la responsabilidad de evitar que esto pase y, lejos de impedirlo, desde la política lo fomenta”.  

   --GB: Tenemos una diferencia. Esto no es nobleza, esto es capitalismo. En el feudalismo, el Estado era feudal, de los nobles; en el capitalismo, es de los empresarios. Lógicamente, no de los pymes, sino de los grandes grupos económicos y financieros. Esto se ve en las cadenas globales de valor, donde el 80% del comercio internacional se desarrolla en el marco de estructuras empresariales unificadas, donde hay multinacionales que organizan la producción en determinadas regiones o países de todo el planeta, como es el caso de las automotrices.

   “En ese marco, se explota no solamente a los trabajadores, porque las multinacionales se radican en países de bajos salarios, sino que también hay una superexplotación de las empresas medianas y pequeñas asociadas a esas cadenas de valor, en beneficio de las grandes empresas que las dirigen. Este fenómeno, donde el más grande se come al más pequeño es típico del capitalismo desde que nació. 

   “Uno lo puede llamar nobleza, pero esto es el capitalismo, no se puede separar. Lo vemos en el caso argentino, donde los gobiernos y las personas que los integran están vinculados a empresas, con nombre y apellido, y pasa igual en todo el mundo. Por ejemplo, cuando Donald Trump hizo una reforma impositiva para bajar impuestos a cambio de mayor inversión, las empresas aprovecharon eso para comprar sus propias acciones, aumentar los precios y distribuir más dinero entre sus accionistas. 

   “Algo similar se vive con los paraísos fiscales, que las multinacionales también saben aprovechar. Por eso, el capitalismo está en una encerrona, a mi juicio, terminal”. 

   --OL: Yo no creo que sea así. El capitalismo es perfectible, no perfecto, pero con buenas regulaciones puede funcionar bien. Para mí el problema es el corporativismo, donde se puede acumular poder por concentración, entonces una concentración de voluntades tiene siempre posición dominante sobre la individual. 

   “Hay que bloquear el acceso a concentrar poder, a la posición dominante, porque de esa manera las sociedades funcionan mejor. Y no me importa si eso se hace desde un Estado muy grande que me da muchas cosas, pero me cobra muchos impuestos para dármelas, o un país que no tenga casi Estado pero me cobre impuestos proporcionales. Insisto, me interesa que haya consistencia, que no se tenga esa gran hipocresía argentina donde predicamos los fines más nobles, pero ponemos en marcha los peores instrumentos para conseguirlos”.

   --GB: Yo creo que la movilización y organización de los trabajadores, los jubilados, los desocupados, es la única forma de lograr algo que favorezca a las mayorías, y no, otra vez, una profundización del ajuste.