Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Más bolsos blancos y otras secuencias de una semana inquietante

Apareció otro paquete con cocaína en el estuario, en cercanías de la base militar. Además, un ingreso de decenas de personas al hospital provincial encendió la polémica. Y los datos económicos siguen anticipando la profundización de una crisis que amenaza con llevarse puesto todo.

Maximiliano Allica / mallica@lanueva.com

   La única explicación de que no sea un inmenso escándalo el hallazgo de bolsos con droga en la ría es que existe una crisis económica y política de tal magnitud que nadie tiene tiempo para otra cosa que no sea cuidar su bolsillo.

   Los 170 kilos de cocaína flotando en el agua encontrados hace 20 días frente al puerto rosaleño, más un nuevo paquete con otros 26 kilos detectados este lunes a poca distancia de la Base Naval Puerto Belgrano, implican el mayor secuestro de estupefacientes en la zona marítima regional desde 2017, cuando el operativo Bobinas Blancas permitió desbaratar la maniobra de un cártel mexicano que tenía casi listo un embarque de una tonelada y media de cocaína para sacar por el puerto bahiense.

   A la secuencia de los bolsos hay que sumar la misteriosa aparición de una solitaria lancha a la deriva en Ingeniero White, cuyo dueño aún no aparece.

   Las preguntas surgen obvias: ¿Cómo llegó todo eso hasta ahí? ¿Dónde está el dueño de ese bote? ¿Los bolsos formaban parte de un cargamento para subir a algún buque destinado a Europa? ¿Se cayó todo el cargamento al agua o una parte pudo ser embarcada?

   Más importante todavía: ¿Esta maniobra es un hecho aislado o es más frecuente de lo que suponemos?

   Por ahora en la causa rige el secreto de sumario y entre los investigadores nadie quebró el hermetismo. De todos modos, resulta llamativo que ningún dirigente regional haya tomado el tema para exigir celeridad y que la ciudadanía reciba respuestas. La tibieza de la reacción es pasmosa.

   El caso de los bolsos blancos, gravísimo, será el contexto de una reunión en agosto entre referentes de la justicia federal y provincial, junto con representantes de los principales partidos políticos, instituciones académicas, la Iglesia y organizaciones sociales. La idea es coordinar esfuerzos para la lucha contra el narco y, sobre todo, para intentar dar un mensaje de que hay una comunidad activa que busca impedir que el problema se salga de escala, al menos en Bahía.

   En el concierto nacional, nuestra ciudad no está considerada de altísimo riesgo. Esa conclusión se ratificó en una reciente reunión de jueces federales en Rosario, capital nacional de la mafia narco, hasta donde fueron incluso los integrantes de la Corte Suprema.

   Allí consideraron que en nuestro distrito no existe peligro inminente de una "rosarización", debido a un par de datos clave. Por un lado, en Bahía no hay ningún barrio al cual resulte imposible entrar por estar tomado por las bandas. El Estado y las ONG siguen teniendo acceso a todo rincón donde quieran llegar, lo cual no sucede en Rosario. Por el otro, la ciudad santafesina tiene una larga tradición de crimen organizado, desde la famiglia de Juan Galiffi y "Don Chicho" Morrone en los años '20 hasta la actual familia Cantero, que maneja al clan Los Monos. Una experiencia poco envidiable.

   Sin embargo, no se debe olvidar que hace cinco años un grupo de sicarios mexicanos contratados para exportar cocaína dentro de bobinas caminaba livianamente por las calles bahienses, comía en nuestros restaurantes y paseaba por nuestros parques, hasta que fueron atrapados en el shopping.

   Sobre el origen de esa causa circula una versión oficiosa, bastante inquietante. Pese a que se informó que la investigación arrancó por una advertencia de la DEA, parece que la punta del ovillo en realidad fue un funcionario judicial de nuestro país que se enteró por casualidad, en un comentario de un asado, de que un grupo empresario mexicano estaba comprando bobinas de acero en efectivo, una operación para nada habitual.  A partir de ahí empezó a atar cabos y luego, con el objetivo de no exponer a aquellos comensales, se llegó hasta la agencia norteamericana antidrogas para que sea el mascarón de la denuncia.

   Dicho de otro modo: tal como ahora en la ría, a esa operatoria las autoridades argentinas no la descubrieron tras un fino trabajo de inteligencia. Se la chocaron. Con el agravante, hoy, de que la droga flotadora merodea la base naval militar más importante de Argentina.

   Será fundamental que la justicia logre desentrañar el misterio de los bolsos y la lancha. Para la sociedad, pocos mensajes habrá más potentes que ese.

   La única explicación para tamaño adormecimiento social respecto de esta amenaza narco es un desbande económico que día a día acumula secuencias muy intranquilizadoras. El último dato sobre inflación, del CREEBBA, reportó que durante las dos primeras semanas de julio el capítulo más importante, Alimentos y Bebidas, ya acumuló un 5,3 % de aumento en Bahía. La tendencia reafirma las presunciones de un índice general para todo el mes en torno al 7 % o más, apuntalando la proyección de un piso del 80 % para 2022.

   A su vez, el dólar blue parece que se instalará esta semana alrededor de los 300 pesos y no se sabe hasta qué otra nube seguirá escalando. Los más pesimistas dicen que hay que empezar a otear el número 500 para un futuro no demasiado lejano.

   Si bien se trata de un mercado informal y no muy extendido, la historia demuestra que es una cotización de referencia para muchos sectores de la economía. En ninguna actividad consideran que el dólar a mirar es el oficial. Ahora, ¿qué volumen mueve el blue a diario, en una ciudad como Bahía? Es muy difícil hacer un cálculo pero, según distintas financieras, podría estimarse que las operaciones totales superan los 500 mil dólares, los días de buen movimiento. Si nuestra ciudad es el 1 % del país en casi todo, desde ahí se puede realizar una proyección nacional.

   Ayer, al igual que algunas jornadas anteriores, muchos cueveros locales suspendieron las ventas por el exceso de inestabilidad y ante la suposición de que el billete verde continuará subiendo. Si esto sucede, lo acompañará el resto de la economía.

   Los próximos aumentos de tarifas también contribuirán a la aceleración de los precios. El secretario nacional de Energía, Darío Martínez, aseguró en las últimas horas que la segmentación se comenzará a ver en las boletas de septiembre y que los sectores de ingresos medios y bajos no deberían tener incrementos importantes de acá a fin de año.

   En cuanto a los sectores altos, ejemplificó que en la luz van a ser unos 3.000 pesos adicionales, aunque en etapas. "A partir de septiembre van a llegar primero unos 1.200 pesos a aquel que va perdiendo el subsidio", dijo y agregó que luego se irán añadiendo montos hasta alcanzar esa cifra.

   Pero el desafío mayúsculo al que se enfrenta el gobierno no es que se respeten a rajatabla esos números. En términos sociales, el inconveniente máximo se puede dar si un porcentaje importante de los hogares que podría mantener el subsidio no completa el formulario en forma correcta porque no sabe, no puede o no entiende y termina recibiendo la tarifa plena. ¿Quién pararía la bronca?

   Hasta ayer, dijo Martínez, se había anotado casi un millón de usuarios. Según el Indec, solo en los 31 aglomerados urbanos donde realiza mediciones frecuentes hay 28.800.000 personas constituidas en 9.200.000 hogares. Por tomar como referencia al gas, el 70 % de esas viviendas tiene acceso a la red, o sea, 6.440.000. Son seis veces y media más de los hasta ahora inscriptos. Si bien faltan varios días para cumplir con el trámite, el arranque no parece furioso.

   La segmentación de tarifas, conceptualmente, tiene toda la razonabilidad. Es un delirio que un departamento de Recoleta tenga más o iguales beneficios que una casa de Villa Mitre. Ninguno de los gobiernos anteriores se preocupó de corregir esa inequidad y la incógnita es si la actual administración podrá saldar esa deuda de manera eficiente. Hasta ahora, en otras áreas de la economía, no demostró gran pericia.

   Finalmente, una de las grandes polémicas de esta semana. El ingreso de decenas de personas al Hospital Penna, sobre todo en áreas administrativas y de mantenimiento, se convirtió en una decisión con defensores acérrimos y críticos despiadados.

   Quienes defienden esos ingresos explican que se trata mayormente de becarios del sistema de vacunación que se montó durante la pandemia, cuyas becas tienen vigencia hasta el 31 de diciembre de este año. Al reducirse los vacunatorios de 5 a 1 por la disminución del impacto del coronavirus, se los debe reubicar mientras dure ese contrato.

   Esa línea de argumentación agrega que el Penna cuenta con un déficit muy elevado no solo de personal profesional sino también no profesional y, por ese motivo, se dio prioridad a esos recursos humanos que tomaron experiencia en los vacunatorios.

   Públicamente, la principal defensora de estas incorporaciones fue la titular local de ATE, Viviana Marfil, a cuyo gremio adherirán luego los ingresantes. "Fueron trabajadores becarios que estaban en las postas y que se ganaron el puesto exponiéndose en plena pandemia", sostuvo. Además, descartó que se trate de militantes del kirchnerismo, tal como señaló el diputado provincial de Juntos, Fernando Compagnoni.

   Del otro lado, los que cuestionan estos ingresos afirman que el peor problema del Penna es la escasez cada vez más pronunciada de médicos, en general debido a los bajos salarios, y entonces priorizar recursos para otras áreas no tiene sentido.

   Algunos van más allá y dicen que es muy propio de los gobiernos peronistas decidir altas de personal en cantidades significativas. Agregan que, si bien las becas vencen en diciembre, resulta obvio que quienes entren en esa condición terminarán formando parte de la planta del hospital provincial.

   Al respecto, recuerdan que la flamante ministra de Economía, Silvina Batakis, ordenó congelar el ingreso de personal en la administración pública nacional para contener desbordes en el gasto público. En este caso, vale aclarar, Batakis no tiene jurisdicción sobre los recursos humanos de las provincias ni de los municipios.

   La discusión sobre esta ola de ingresos es larga, porque no se trata de un problema normativo sino de criterios. Como regla general, siempre resulta más virtuoso que crezca el empleo privado por sobre el público: ambos son necesarios pero la productividad del primero sostiene al segundo. En Bahía Blanca, lamentablemente, no hay datos respecto de la evolución de altas y bajas en ambos sectores como para establecer una comparación.

   En términos políticos, uno de los detalles más interesantes de esta polémica no se encuentra en la superficie. Dentro del Frente de Todos hay sospechas de que esta clase de información no empieza a circular por impulso de partidos antagónicos sino de vertientes que conforman la propia coalición. Es decir, suponen que alguien dentro del mismo peronismo quiere pegarle al kirchnerismo duro, o bien, alguien del kirchnerismo duro quiere desgastar a una corriente con la cual compite.

   Cierto o no, la existencia de ese recelo expone que el grado de armonía que se había logrado desde la creación del Frente en 2019 hasta no hace mucho tiempo, se empezó a resquebrajar.

   Encima, desde la cúpula nacional lo último que llega es calma. Los meses por venir serán muy duros.