Bahía Blanca | Viernes, 04 de julio

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Cierre de temporada: la Estación de Rescate de Fauna Marina cuida a los pingüinos y es fuente de inspiración

La labor de las voluntarias, voluntarios y profesionales que asisten a los animales que aparecen en la costa es esencial para que puedan volver al mar. Son agentes multiplicadores de la educación ambiental. La temporada 2022 finalizó con un paseo en lancha por el estuario con avistaje de aves, guanacos y delfines franciscanas.

Leandro Marbán, coordinador general de la ERFAM, junto a los pingüinos. Fotos: Pablo Petracci.

   Anahí González Pau
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    Micaela Ibauzá, una de las voluntarias 2022 de la Estación de Rescate de Fauna Marina, Guillermo "Indio" Fidalgo, ama el océano desde que tiene recuerdo.

   En su infancia tuvo la suerte de visitar el puerto de Ingeniero White en varias oportunidades y de conocer las playas de Monte Hermoso y Pehuen-Co.

   Desde entonces se volvió una "fanática" del mar y al terminar la secundaria advirtió que su vocación estaba en la ciencia y en el agua.

   Hoy, a los 23 años, siendo estudiante del 4º año de la carrera de Oceanografía, especializada en Química Marina, en la UNS, decidió donar su tiempo y esfuerzos para rehabilitar a los pingüinos (y otros animales marinos) rescatados en la costa, que por distintos motivos, requerían de cuidados especiales para regresar al mar.

   Sus amorosas intervenciones sobre los animales enfermos o con bajo peso, fueron guiadas y supervisadas por un staff técnico integrado por el coordinador general de EFRAM, Leandro Marbán y los veterinarios Daniela Giménez Rausch y Matías Jiménez, bajo la dirección del investigador y fundador de la Estación, Pablo Petracci.

   La Estación nació el 16 de abril de 2018 y, desde entonces, el trabajo se realiza de forma conjunta con el Consorcio de Gestión del Puerto de Bahía Blanca y la empresa Lanchas del Sur.

   El aporte de "Mica" es tan vital como el del resto de las voluntarias, no solo por el intento de salvar más individuos sino porque todo lo que aprenden durante el voluntariado luego lo difunden en la comunidad, como agentes multiplicadoras del cuidado del ambiente.

   "En Oceanografía, el voluntariado de la Estación es muy comentado y conocido. Es una de las pocas oportunidades que tenemos en la ciudad para estar más cerca de los conocimientos de la carrera que queremos ejercer", dijo.

   Para esta voluntaria, que alimentó por sonda a los pingüinos, aprendió a medicarlos, a darles calor y a rehabilitarlos, uno de los principales aportes de la Estación hacia la comunidad es la difusión de información sobre el estuario y la educación ambiental.

     "Hay quienes piensan que Bahía Blanca no tiene mucho para dar y desconocen lo que es el estuario. Muchos no saben que acá llegan pingüinos y tenemos delfines", señaló.


Las voluntarias fueron invitadas a pasear por el estuario con un familiar. El capitán Daniel Mesa y el marinero Fernando Crocetti, estuvieron a cargo de la navegación.

   Entre otras tareas, las voluntarias asisten a los pingüinos con bolsitas de agua caliente, les miden la temperatura y los pesan. También, les dan de comer por sonda, en los períodos en que están tan débiles que no pueden ni abrir la boca. También les dan medicamentos y vitaminas.

   "Recibíamos a los pingüinos varados en la costa y seguíamos un protocolo indicado por los veterinarios. Primero hacíamos una atención de emergencia porque muchos de ellos llegaban débiles y con las defensas muy bajas", contó.

   Uno de los principales desafíos era atenuar el impacto emocional de ver morir a los animales a pesar de haberles dado todos los cuidados, algo que es habitual que suceda.


Leo, Mica, Aylén, Soledad y Lucas.​​​​​​

   "Salvar y no poder salvar, son conceptos que me llevo como aprendizaje. A veces uno no puede entender la muerte, por qué pasa. Me pasó estar cuidando a un pingüino que falleció y mi primer frase fue: 'Se me murió'. Después aprendí que no 'se me había muerto' sino que el ciclo natural de los animales es así. Nosotros hacemos un esfuerzo para que salgan adelante pero no todo está en nuestras manos, no es controlable.. Todo lo que se podía hacer, lo hacíamos", compartió.

   Cuando se mejoraban, era posible empezar a darles de comer en la boca, con medidas de protección y respetando su espacio.

    "Lo más gratificante es la gente que conocí. Leo (Marbán) fue un coordinador excelente. Compartir con una persona que tenga tanta voluntad para explicar fue hermoso. Nos ha enseñado y nos ha tenido paciencia en todo. Uno siempre tiene miedo de equivocarse", confió.

   "En la sociedad el mar está muy excluido y fue muy valioso conocer gente que esté asociada al mar", dijo.

   Este año los pingüinos empezaron a vararse en los primeros días de febrero y el voluntariado se extendió hasta principios de abril, de lunes a viernes de 9 a 16.   

   La voluntaria Aylén Miglierini, estudiante de Licenciatura en Oceanografía, con orientación en Biología Marina, es la segunda vez que pasa por esta experiencia.

   "Aprendemos mucho de los veterinarios, ellos realizan su trabajo y nos enseñan a nosotros. El coordinador hace sus aportes desde el lado de la ciencia y la biología. Lo más lindo es aprender a recuperar a los animales, salvarlos y liberarlos. Lo hicimos con un lobo marino, gaviotas, tortugas y pingüinos", contó.

   "Hay mucho esfuerzo por parte de todos los voluntarios y es muy lindo el intercambio. Siempre tuve locura con el mar; de grande empecé a hacerme preguntas: por qué la ola tiene esta altura, cómo es el viento, por qué la linea de costa es así y qué es una marisma", confió.

   Recomendó el voluntariado a cualquier persona con ganas y voluntad de participar y aprender. También a quienes están en áreas afines.

   "Los pingüinos hacen un largo camino, disminuyen por causas naturales y uno hace lo que puede. Y eso es un gran aprendizaje. Los respetamos, tratamos de recuperarlos y los devolvemos a su ambiente marino", dijo.

    Cómo se trabaja desde la ERFAM

   Leandro Marbán, Biólogo graduado de la UNS y Coordinador General de la Estación de Rescate, comentó que la época de mayor actividad de recepción de animales es en el verano, cuando se produce la migración de los Pingüinos de Magallanes hacia el norte.

   Son los propios voluntarios los que se contactan expresando sus ganas de participar y colaborar, por lo que ni siquiera se hace necesario realizar convocatoria abierta.

    Las 9 voluntarias de esta temporada fueron: Micaela Ibauzá, Marian Balderas, Victoria Pell, Solange Abadié, Nadia Abadié, Gabriela Chatelain Sartor, Candela Kees, Abril Soria y Aylén Miglierini.

   Este año hubo una gran participación de estudiantes de licenciatura en Oceanografía y también de Biología. El voluntariado es abierto a toda la comunidad, a personas que tengan ganas de aprender y el compromiso de ayudar. 

   "En lo que va de este año la gran mayoría de Pingüinos de Magallanes aventuraba su primera salida al mar y por su inexperiencia en conseguir alimento y otras cuestiones como la sobrepesca, que disminuye la oferta del alimento que tienen disponible, el problema se magnifica y los animales quedan varados en las playas cercanas", contó el coordinador.

   Los casos más críticos son animales que pesan la tercera parte de lo que deberían pesar y están deshidratados, desnutridos e hipotérmicos.

   "Este año llegaron en peores condiciones, algo que corroboramos con otros colegas a lo largo de la costa sur de la provincia de Buenos Aires, quienes nos notificaron sobre eventos de mortalidad masiva, como tormentas muy fuertes que arrojaron hasta 40 pingüinos muertos en la playas", contó.

   Además, se dio otra situación excepcional: la aparición de ejemplares en cambio de plumaje incompleto.

   "Antes de migrar, ellos cambian su juego de plumas. La aparición de pingüinos de cambio incompleto es algo mas común en las playas del norte de la Provincia de Buenos Aires pero en nuestra región no teníamos registro y este año aparecieron tres con estas características", explicó.

   "Eran individuos de mas de un año de vida y habían pasado su experiencia en altamar, estaban más 'cancheros' y si bien también salen con bajo peso sus condiciones son menos críticas y, en general, con una buena alimentación logran recuperar el peso para ser reinsertados", comentó.

   La veterinaria Daniela Giménez Rausch, explicó que desde la Estación se realiza la atención primaria de los pingüinos. Se hace una revisación exhaustiva de cada uno para determinar el grado de deshidratación, hipotermia y si hay una enfermedad concomitante.

   "Se le hace un estudio de sangre y con el diagnóstico son derivados al sector de internación de la estación, bajo cuidados intensivos, con el tratamiento indicado", señaló.

   Permanecen en la estación entre 15 días y dos meses, en promedio.

   Cuando obtienen el alta pasan a formar parte del grupo apto para la liberación.

   "El déficit nutricional de los pingüinos se asocia a anemias severas, parasitosis y muchas veces hipotermia. No pueden volver al mar porque están tan débiles que apenas se pueden mover. Muchas veces ni siquiera se pueden mantener erguidos", consideró.

   "No están en condiciones de alimentarse e introducirse al mar por sí mismos,  menos trasladarse tantos kilómetros en la migración. Por eso quedan en la playa. Muchos de ellos mueren ahí cuando no se los ve ni se los puede rescatar. Cuando llegamos a tiempo es cuando podemos lograr sacarlos adelante", dijo.

   El veterinario Matías Facundo Jiménez, por su parte, explicó que los pingüinos magallánicos llegan entre enero y marzo; en edad juvenil. Es el momento en que están realizando sus primeros viajes, su adaptación.

 


   La estación se encuentra en el Puerto de Ingeniero White (sector 11, Puerto Galván).

   Vías de comunicación: https://www.facebook.com/erfam.estacionderescate/https://www.instagram.com/erfam.estacionderescate/

    "Los pichones vienen con gran cantidad de patologías en conjunto, requieren tratamientos mas largos y es mas dificultosa su recuperación. Son devueltos al mar a medida que se avanza en el año, mas hacia el norte, por un tema migratorio", destacó. 

   Luego de su reproducción en la Patagonia, los Pingüinos de Magallanes migran hasta el estuario del Río de la Plata, Uruguay y sur de Brasil, donde pasarán el invierno. En nuestro país están incluidos entre las especies vulnerables.