Bahía Blanca | Sabado, 04 de mayo

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A 50 años del Milagro de los Andes: pacientes y médicos, hacia los restos del avión uruguayo

La iniciativa, impulsada por el médico bahiense Fernando Petracci, especialista en cáncer de mama del Instituto Alexander Fleming (de Buenos Aires), es un homenaje a quienes descansan en la cordillera desde la tragedia en 1972 y a los sobrevivientes. También se busca motivar a personas que atraviesan una enfermedad. Irán 40 pacientes y 10 acompañantes, entre médicos y asistentes.

 

El oncólogo Fernando Petracci realizó el cruce en febrero de 2021 junto a un grupo de amigos bahienses.

   Anahí González Pau
   agonzalez@lanueva.com

   Vencer a la muerte. No bajar los brazos. Pelearla. Hacerse más fuerte. Atender a los cambios necesarios y seguir adelante. Tener motivaciones. Todo tan esencial para los tiempos que atravesamos como sociedad a nivel mundial.

   Así lo entendió el médico oncólogo bahiense Fernando Petracci, especialista en cáncer de mama del Instituto Alexander Fleming de Buenos Aires, quien el año pasado, luego de internarse en el corazón de los Andes hasta el avión de los uruguayos, en Mendoza (junto a amigos bahienses) tuvo una idea conmovedora: invitar a sus pacientes a realizar la misma expedición, acompañados y acompañadas por más médicos y otros asistentes.

   La gran mayoría dijo que sí, sin dudarlo.

   La expedición se realizará los próximos 4, 5 y 6 de marzo, en el Valle de las Lágrimas, El Sosneado, Malargüe (Mendoza) con un grupo de 40 pacientes y 10 médicos y asistentes.

   Allí, hace 50 años, en octubre de 1972, un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya, que trasladaba al equipo de rugby Old Christians hacia Chile para jugar un partido amistoso, chocó con los picos de las altas montañas.

   De los 45 pasajeros de ese vuelo, solo 16 lograron sobrevivir. Estuvieron 72 días en la cordillera. Las patrullas de rescate los buscaron 10 días antes de dar a todos por muertos. Les parecía imposible que alguien pudiera sobrevivir en la montaña sin víveres, medicamentos y a tan bajas temperaturas. Por eso se lo llamó posteriormente "El Milagro de los Andes".

   

   Los 16 sobrevivientes lograron salir de allí por su tenacidad, fuerza de voluntad y amor por la vida.

   Cualquier parecido con la realidad de un paciente oncológico o de cualquier otra enfermedad crónica, no es mera coincidencia. Tanto los sobrevivientes del avión como las pacientes, cada uno a su modo, han debido enfrentar con valentía situaciones adversas, momentos de profundo dolor, desazón y desconcierto. Han requerido fortaleza. Y, a la vez, esos mismo desafíos se convirtieron en grandes aprendizajes.

    "Es un año muy especial, vamos a estar ahí a 50 años del accidente, médicos y pacientes, juntos en un escenario ajeno al consultorio, rindiendo homenaje y respeto a los que descansan en el corazón de los Andes, muchos de ellos pelearon por vivir y no pudieron. Son ejemplo para nosotros, como lo son nuestros pacientes", dijo Petracci.

    El itinerario contempla la llegada hasta un altar, donde hay una cruz, un monumento con placas (en recordatorio a quienes perdieron la vida en la tragedia y a los sobrevivientes) y un ala del avión.


El altar al que llegarán luego de realizar el trekking.

   "Es gratificante demostrar a pacientes y personas sanas que el cáncer no te debilita, sino que debe ser utilizado como una fortaleza para reevaluar lo hecho en tu vida y lo que vas a hacer con ella después", expresó.

   Habitualmente el trekking al Valle de Las Lágrimas es una expedición abierta a todo aquel que quiera vivir esta experiencia pero, en esta oportunidad, será exclusiva para pacientes que se encuentran en control luego del diagnóstico y tratamiento previo de cáncer de mama.

   Se trata de pacientes sanos y sanas que han sabido enfrentar la enfermedad y su tratamiento con entereza y reencaminarse para continuar en todos los ámbitos de sus vidas.

   La travesía durará tres días, será de 50 km en total, con pernocte en camping y una caminata de dificultad moderada sin que sea necesario tener experiencia previa en actividades de alta montaña. 


Fernando Petracci es médico y ultramaratonista: es uno de los dos argentinos que finalizó 6 veces la Spartathlon de Grecia, de 246 K.

   El trekking contará con gran apoyo de guías de montaña y de silleros, caballos con montura que se utilizan para el cruce de los ríos que no puedan cruzarse a pie o de soporte para aquellas personas que por cansancio no puedan seguir caminando hasta el campamento o hasta los restos del avión.

   En total, serán cinco los bahienses que realizarán la expedición: el Dr. Fernando Petracci, su hermano Pablo (como fotógrafo); Martiniano Acuñas -gran compañero suyo y gestor de este proyecto-; el médico emergentólogo Juan Ignacio Carchini (cabeza de SAME) y la paciente recuperada Cristina Caldarelli.

   Además, habrá pacientes de La Plata, Pilar, Gran Buenos Aires, Coronel Suárez y una paciente que vendrá desde Ecuador. 

   Petracci se contactó con 4 sobrevivientes de la tragedia y todos expresaron su agrado y entusiasmo ante esta original experiencia que será documentada por un equipo de especialistas en realización audiovisual, para convertirse en un inspirador documental.

  Cristina Caldarelli: "Dejé de ser médica para ser una paciente más"

   Cristina se jubiló en 2019 como médica laboralista del Servicio de Reconocimientos Médicos de la Municipalidad de Bahía Blanca, está en pareja, tiene tres hijas, yernos y dos nietos. Es bahiense y una de las pacientes recuperadas que hará este trekking.

   "Primero, me siento una elegida por poder vivir esta experiencia porque mi estado físico me permite hacerlo; segundo, vamos a ser un grupo homogéneo porque quienes vamos tenemos algo en común, que no es poco. Y tercero, concretaré el sueño que tenía pendiente", dijo.

    "Cuando supe que tenía cáncer no fue fácil. Fue todo muy rápido, me descubrí el nódulo, me lo punzaron y a la semana ya tenía la histopatología", contó. 


La vida de Cristina cambió completamente luego del tratamiento.

   El 23 de marzo la operaron, justo el día en que iba a viajar al exterior porque se casaba una de sus hijas. No pudo viajar.

   La primera parte del tratamiento la hizo en Bahía Blanca, con ayuda de su familia y amigos, y la segunda, en Buenos Aires, con el Dr. Petracci.

   "En la primera parte me fui acomodando, porque hay cosas que van pasando que uno tiene que ir aceptando, ir viéndolas de otra forma", compartió.

   "Leí mucho, hice yoga, origami y busqué otras actividades. Ni bien me sentía mejor después de una quimio me iba a trabajar. Con todos los cuidados posibles, pero trabajaba", afirmó.

   Con actitud positiva y "poniéndole mucha onda"  llegó al 26 de diciembre de 2017 con la última aplicación de quimio y la última sesión de rayos.

   En febrero de 2018 ya estaba subiendo y bajando los médanos en Monte Hermoso. En agosto de ese año corrió los 21k en Buenos Aires.


Sonriente, en pleno tratamiento, junto a su entrenador, Alejandro Garat.

   "Hay que ponerle actitud y saber que después de esto nada va a ser igual, pero que todo va a ser mejor", aseguró.

   En cuanto a la llegada al sitio en el que descansan los restos de quienes viajaban en el avión uruguayo imagina que sentirá una emoción inmensa.

   "Calculo que será un lugar que tiene mucha energía, porque los sobrevivientes le pusieron una energía increíble, y algo de eso estará ahí, guardadito", subrayó. 

   Señaló que ambas historias tienen puntos similares.

   "Yo aposté a la vida haciendo el tratamiento, haciendo caso a los especialistas. En ese momento dejé de ser médica para ser una paciente más. Ellos -los sobrevivientes- también apostaron a la vida haciendo todo lo que hicieron, aún haciendo antropofagia, era lo menos que se merecían, porque era una forma de poder subsistir", opinó.

   Si bien conocía la historia de El Milagro de los Andes en este último tiempo se informó más para reconocer toda la situación que va a experimentar.

   "Espero que esto sirva para las mujeres que están empezando este camino que al principio es doloroso y una no lo quiere entender o aceptar. Espero que entiendan que cuando la vida nos pone situaciones extremas después nada es igual, todo es mucho mejor", insistió.

   "Valorás más la vida, a tus afectos las cosas que tenés y no te interesan las que no tenés. Ese es mi sentimiento. lo que me quedó después de esta enfermedad", dijo.

   Cristina está preparada físicamente para esta travesía. Corre desde hace varios años, realizó dos cruces Columbia y corrió varias veces los 21K de San Martín de los Andes.

   "Siento una gran conexión con la montaña y todos los días hago algo, incrementé el gimnasio las cuestas y correr con mochila para aumentar la dificultad y salir de la zona de confort", concluyó.

   Por qué se lo llama "El Milagro de los Andes"

   Hace casi 50 años, entre el 22 y el 23 de diciembre de 1972, los 16 sobrevivientes del accidente del avión 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya fueron rescatados de la Cordillera de los Andes. 

   El accidente se produjo porque el piloto se desorientó y empezó a descender para llegar adonde creía que estaba el Aeropuerto de Pudahuel, pero chocó contra una montaña. Con el impacto se desprendieron ambas alas del avión y la cola. La parte restante del fuselaje se deslizó por la montaña más de 500 metros antes de chocar contra el hielo y la nieve.

   En invierno la temperatura desciende en esta zona a 30 grados bajo cero. 


Roberto Canessa, con campera marrón y Tintín Vizintín, con una remera en su cabeza. Roy Harley, de espaldas. La foto la tomó Parrado. 

   Sin comida, con el fuselaje tapado a los pocos días por una avalancha de nieve (debieron cavar un túnel para salir a la superficie) decidieron alimentarse de los cuerpos de los cadáveres para sobrevivir.

   La mayoría eran adolescentes y jóvenes deportistas, con poca o nula experiencia en viajes y montañas. El resto, sus familiares. Y algunos que iban de paseo o por cuestiones comerciales.

    Carlitos Páez, uno de los sobrevivientes, confió en una entrevista que su valija se la había preparado una niñera. Él cumplió los 19 años en el fuselaje del avión, enterrado bajo la nieve.

   Otro sobreviviente, Nando Parrado, perdió a su mamá en el accidente y a los pocos días a su hermana. Murió en sus brazos.

   Él, Roberto Canessa y Antonio Vizintín eran los que salían de expedición. Así hallaron la cola del avión y rescataron unos pocos víveres y trataron de hallar un modo de comunicarse para pedir ayuda. No funcionó. Estaban perdidos en el corazón de la cordillera.

   Había que reunir recursos o inventarlos y tomar decisiones acertadas en medio de la desesperación. Era indispensable trabajar en equipo sin caer en el pesimismo.

   El 12 de diciembre los tres decidieron abandonar el avión, en busca de ayuda, sin saber hacia dónde se dirigían. Escalaron un pico de 4500 metros creyendo que del otro lado estaba la salvación pero al hacer cumbre solo vieron montañas.

   Vizintín regresó al avión para dar el mensaje. Parrado y Canessa continuaron. Diez días y 64 kilómetros después, encontraron un río, flores y una vaca, los primeros signos de civilización.


En verde, la travesía que realizaron Canessa y Parrado, a pie.

   El día 71 del accidente, al otro lado del río, vieron a un ranchero chileno en su caballo. Ante la imposibilidad de ser oídos por el sonido del río, el jinete les arrojó una piedra envuelta en un papel y con un lápiz. Ellos contestaron y 10 horas después fueron rescatados. Estaban en Los Maitenes. El rescate de los demás fue en helicóptero. Parrado tuvo que guiar al piloto.

   


Una de las fotos emblemáticas del Milagro de los Andes.

   En la actualidad, los sobrevivientes se reúnen cada año el 22 de diciembre, fecha en que los rescataron.

   "La vida es más simple de lo que parece. El amor es lo más importante. El amor hacia nuestras familias nos mantuvo vivos”, es el mensaje de Nando Parrado, con el que insiste en cada conferencia.