Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Emisión monetaria, un tema repetido

“La clase política debiera ponerse de acuerdo sobre cuestiones básicas, una suerte de prerrequisitos para la función pública.” Escribe Ariel Espié.

 

   En los primeros días de este año decido entrar en una librería de Claromecó. Hay una increíble cantidad de libros, todos con una particularidad: son muy antiguos. Uno de los libros que compro, “Devaluaciones de la Moneda (1822-1835)” de José Panettieri (Centro Editor de América Latina), lo decido a partir de una curiosidad, la ilustración de su tapa, que muestra a un hombre tratando de detener sobre la cuesta de una montaña a una roca esférica; en esta última, aparecen las palabras “Nueva Emisión”. El dibujo corresponde a la revista “El Mosquito” del año 1891.

   En su desarrollo aparece la relación entre la emisión de moneda y la inflación entre 1822 y 1935. Así se puede leer que “la emisión de billetes aumentó en forma alarmante, provocando con ello una notable inflación (...) Durante el segundo gobierno de Rosas las emisiones aumentaron a un ritmo más acelerado. La función casi exclusiva de la casa de la moneda fue la de emitir billetes… no determinando, la mayoría de las veces, garantía para estas emisiones (...) La característica principal del inestable sistema monetario de Buenos Aires, había sido la continua desvalorización de su papel moneda. Las emisiones constituían un recurso obligado por parte de los gobiernos…” (paginas 9, 10 y 11).

   Estas referencias de nuestra historia nos trasladan inevitablemente hasta nuestros días, como los videos de Tato Bores. El acuerdo con el FMI recientemente anunciado establece que la emisión monetaria bajará del 3,7 del PBI en el año 2021 al 0,6 en 2023; la finalidad es obvia, bajar la inflación. El problema sigue siendo el mismo doscientos años después.

   ¿Qué es la inflación? La pérdida del valor de la moneda; ¿y a quien golpea más? A los sectores mas vulnerables. Por eso, lo más grave es hacer el ajuste en base a la inflación, la forma más regresiva. Los salarios ya llevan algunos años con pérdida del valor adquisitivo. En los últimos cuatro años la pérdida salarial fue del 18 % frente a la inflación.

   Por otro lado, tampoco más gasto significa menos pobreza, pues esta última no para de aumentar desde hace años.

   Lo expuesto me lleva a reflexionar que la clase política debiera ponerse de acuerdo sobre determinadas cuestiones básicas, una suerte de prerrequisitos para la función pública; podríamos incluir aquí cuál es el origen de la inflación y que la emisión monetaria debe ser acorde al aumento de la oferta de bienes y servicios.

   Para cerrar, vuelvo a ese viejo libro con una reflexión: su dibujo de tapa, del año 1891, es más ejemplificativo que todas las palabras que se puedan escribir para describir la situación económica actual; la emisión monetaria es una roca esférica en una montaña, que inevitablemente se nos viene encima sin que la podamos detener.

Ariel Iván Espié es abogado. Reside en Coronel Pringles.