Deseos Vitales
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Culmina un año, con un final atípico, desde hace un tiempo repito que terminaba un Mundial y desembarcábamos, sin escalas, en las garrapiñadas el pan dulce y el brindis…
Es el 9° año de estos “Temas Vitales” y tal como sucedió en enero de 2014, el objetivo se reitera porque no se agota. Tal vez, porque así lo demanda la tecnología, las métricas, las audiencias, se modifica “un poco” el tono, pero el objetivo sigue intacto.
Cada domingo intento aportar preguntas, con el objetivos de que ustedes, mis queridos lectores, encuentren las respuestas o tal vez se habiliten nuevas preguntas, pues de eso se trata la Psicología.
Cada domingo traigo sobre el extinguido papel y sobre el creciente formato digital conceptos aprendidos intentando contagiarte la convicción de que cuando se hace una pausa y se piensa, se reflexiona, se analiza, se pueden descartar rumbos, reposicionaros en el mismo camino o bien elegir otros destinos; cuando hay reflexión algo mejor puede suceder, algo mejor nos puede suceder.
Y en este año, que llegamos a las fiestas empapados, embadurnados de celeste y blanco, donde poco se ven los tradicionales colores navideños en las calles y todo es albiceleste, me invade un sentimiento paradójico, porque si bien reniego de los rituales y de lo repetitivo, destinar cada año, un tiempo a esta tarea de formular deseos, es algo de lo que no que me desprendo.
Y me pregunto ¿qué más se puede pedir? ¿Qué pedir? ¿Qué desear cuando vimos logrado un deseo que se hacia esquivo desde hace 36 años?
¿Qué deseo? Es la pregunta fundamental y existencial que todos debemos hacernos, sí, debemos, porque desde la Psicología afirmamos que es casi una obligación darle respuesta, porque esas respuestas son las que nos ponen en movimiento, son las que habilitan los trayectos a recorrer, son las que posibilitan ir por lo que se anhela.
¡Te gustaría cambiar de trabajo, empezar o terminar una relación, hacer un viaje, estudiar, encontrarte con amigos, bailar? Si no buscas otras opciones laborales, si no das los pasos para encontrar a esa persona, si no tomás la decisión de poner un punto final a esa pareja con la cual no hay puntos de encuentro y de disfrute, si no empezás a juntar aunque sea una moneda para ese viaje, si no vas a la oficina de informes de la universidad, si no llamás a tus amigos, si no agarrás las zapatillas de baile, significa que el deseo va en otra dirección.
El deseo con su fuerza y su potencia, con esa energía “casi superpoderosa”, nos permite visualizar otro trabajo, un viaje, un encuentro, estudiar, inventar; el deseo renueva, nos hace crecer y nos lleva a ir por más o por algo distinto, o al menos intentarlo.
Mi deseo en esta última columna es desear que vos puedas registrar tus deseos. Parece un juego de palabras pero no lo es. Deseo que puedas pensar que es aquello que querés y te animes a la gran aventura pero no menos trabajosa de ir a por eso.
Como en cada final de ciclo agradezco, para mi es casi imposible desear sin antes agradecer. Gracias mi queridos lectores, ustedes le dan sentido a mi pasión y significado a mis letras. Nos encontramos en marzo. ¡Feliz 2023!