Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Diccionario básico para hablarle al votante

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   Si hay algo que ha caracterizado esta campaña es la antítesis de Descartes. “Pienso, luego existo” está en proceso de extinción y “hablo, luego pienso” pareciera el leitmotiv en muchos actores y actrices vinculados con el género electoral.

   Siempre reivindico el error pues es la precondición para el aprendizaje, pero el error reiterado se convierte en necedad como consecuencia de una forma de sordera selectiva, que reniega de la autocrítica e inhabilita espacios para la superación.

   En esta cuestión de errores seguramente por desconocimiento, muchos conceptos se han mezclado. Se menciona el desinterés del votante, que las campañas no motivan, que hay desafectación, desmotivación, apatía, poco entusiasmo.

   Ausencia de contenidos y la mezcla de conceptos en relación con el estado de ánimo electoral han dicho presente en la previa a las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO).

   Por lo tanto, así como L-Gante convirtió en canción el abecedario, el objetivo es formular una especie de mini diccionario, pues ya que nos van a etiquetar por lo menos que sea con el rótulo acorde.

   Apatía. Fue la escuela estoica quien definió a la “apatheia”. Para estos filósofos es un estado del espíritu que consiste en la indiferencia emocional ante los conflictos de la existencia.

   A su vez estudios neurobiológicos establecen que la apatía se presenta debido a una deficiencia nutricional del aminoácido tirosina. Para la Psicología generalmente la apatía es una consecuencia ante la carencia de recursos económicos, la inseguridad, la falta de oportunidades laborales y educativas y la ausencia de un proyecto.

   Desmotivación. Pariente cercana de la apatía es la falta de motivos o razones para poder responder de manera acorde a ciertos estímulos. El pesimismo, la desesperanza y el sentirse abatido son características de quien está desmotivado.

   No es casual que en las campañas electorales pretenda “tocar” las emociones, porque tanto la desmotivación como la apatía se caracterizan por un estado de indiferencia en el que no se generan respuestas emocionales.

   La rabia y la tristeza son formas de respuesta pues son emociones como puede ser el asco, la ira o la tristeza, en la desmotivación ninguna se pone de manifiesto.

   Desafectación. Es un concepto más complejo acuñado por McDougall, en esta patología “ni la angustia ni toda la gama de afectos sirven como señales que permitan al sujeto comunicarse consigo mismo. Normalmente se sienten condenados a vivir en un vacío afectivo”.

   Ante esta enunciación de significados cuyo objetivo es aclarar algunas cuestiones es obligatorio definir entusiasmo, pues tal vez organice los pensamientos y discursos de aquellos que están “entusiasmados” por persuadirnos para obtener un voto.

   Entusiasmo. Se trata de una persona, un evento, una manifestación cultural, un vínculo o un candidato entre otros, que cautiva o es admirado produce una exaltación que se denomina entusiasmo. A este estado se lo considera el motor de la conducta humana y es lo que moviliza a realizar acciones, proyectos.

   Queda claro que la motivación es algo interno de la persona y el incentivo proviene del afuera y hace que aumente nuestra motivación, de ahí la razón de ser la campaña y las promesas, pues son una serie de estímulos para motivarnos a que votemos a determinado candidato.

   Luego de las PASO tendremos unos días para recuperarnos de esta saturación de mensajes electorales. El 30 de septiembre, es decir cuarenta y cinco días antes de la elección general dará inicio la campaña, esperemos que en esa ocasión tengamos los contenidos que nos merecemos.