Bahía Blanca | Sabado, 18 de mayo

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Escenario político: una campaña de bajas calorías en Bahía

Casi no existen expresiones de diferenciación entre los adversarios internos de la coalición Juntos. A quién favorece la quietud. En el Frente de Todos siguen procesando el escándalo de Olivos.

Fotos: Pablo Presti y Emmanuel Briane (La Nueva) y Agencia Télam

Maximiliano Allica / mallica@lanueva.com

   La campaña no termina de arrancar en Bahía Blanca, en especial la interna entre el Pro y la UCR dentro de la coalición Juntos. Si bien en la boleta de concejales hay lista de unidad, a nivel seccional sí chocarán con los tándems Santilli-Compagnoni y Manes-Lorenzo, aunque casi no hay clima de disputa en una ciudad que representa cerca de la mitad del padrón de la Sexta, el terreno a conquistar. 

   La quietud favorece a los amarillos. Así como en el boxeo la obligación de tomar la iniciativa es del retador, en este caso el Pro es el partido reinante y lo será hasta que alguien lo ponga contra las cuerdas. La convocatoria al conductor de radio y TV tenía que ver con mostrar una figura de buena imagen que contribuya a mejorar las chances del radicalismo en la zona. Pero, superado el primer impacto por el advenimiento de Lorenzo Natali a la política, poco se viene haciendo para mantenerlo candente.

   Probablemente tenga que ver con el pacto provincial de no agresión entre ambas fuerzas, en la inteligencia de que un desangramiento en las primarias debilita la propuesta final de Juntos de cara a las generales de noviembre. Tiene lógica, casi no hay antecedentes de primarias que hayan sido realmente competitivas sin dejar heridos graves.

   No obstante, que la UCR se haya decidido a competir para finalmente sacar el pie del acelerador es una estrategia rara. Entonces vale la pregunta: ¿Quiere el radicalismo bahiense, en pleno, una victoria en la interna? ¿O muchos se conforman con hacer un buen papel porque el objetivo de ganar consideración dentro de la alianza ya está conseguido y la idea no es discutirle el liderazgo a la trinidad Gay, Moirano, Nardelli?

   Lorenzo tiene una ventaja obvia sobre el resto, su alto nivel de conocimiento, en contraste con dirigentes como Fernando Compagnoni o Adrián Jouglard, referenciados en los afiches de campaña por sus apodos "Compa" y "Chopper". En teoría, también le suma que viene de afuera del sistema político, en momentos de inmensa desconfianza de la ciudadanía con la clase dirigente. Ese potencial no parece explotado en toda su dimensión.

   Las encuestas locales y regionales dan ventaja a unos u otros, según a quién se le pregunte. Sí hay una coincidencia en toda la provincia de que Manes estaría perdiendo posiciones en el duelo con Santilli y eso tendría un efecto arrastre en la parte baja de las boletas. Sin embargo, todavía falta para el 12 de septiembre.

   Un dato elocuente es que el Pro está sacando a la cancha a todas sus figuras, halcones y palomas, para colectar por cada una de las vertientes. Mauricio Macri, perdedor ante Horacio Rodríguez Larreta en el diseño de las candidaturas, se incorporó a la campaña con entrevistas televisivas y actos junto a Santilli y María Eugenia Vidal, candidatos amarillos en Provincia y CABA. También mantiene protagonismo otra referente del ala dura, Patricia Bullrich, que vendrá a Bahía en los próximos días.

   Larreta, Macri y Bullrich, que no se postulan a nada, están caminando la previa electoral para que al Pro no se le caigan votos por el centro o por derecha. Podría leerse como espíritu de cuerpo. Dicho de otro modo, se trata de vocación de poder y después verán a quién le toca qué parte. No se ve el mismo ímpetu entre sus adversarios internos.

   El jefe de Gobierno porteño, ya fue varias veces dicho, se juega en el éxito de esta elección buena parte de su proyecto presidencial. El radicalismo también se juega el posicionamiento para una candidatura en 2023 dentro de la alianza. Una derrota de Manes, sobre todo por una diferencia importante, mantendría al partido centenario en un rol de subordinación. Eso se empieza a dirimir en apenas 18 días.

   El Frente de Todos sigue sacudido por la foto de Olivos. No obstante, los más optimistas prevén que el impacto electoral no será tan grave y que la mejora del panorama sanitario, más algún atisbo de recuperación en el plano económico, terminarán por cristalizar a su núcleo de votantes.

   El riesgo de esta hipótesis sería un aumento de la circulación de la variante delta, que obligue a pensar en un endurecimiento de las restricciones. Ese escenario volvería a exponer al escándalo presidencial: cómo decirle otra vez a un comerciante que limite su horario, a un chico que no vaya a la escuela, a una familia que no se reúna, si Alberto Fernández bien podría estar cometiendo "el error" de participar de algún brindis.

   Los gobiernos nacional y provincial del Frente de Todos, montados en la mejora de la situación epidemiológica, vienen en plan aperturista. Ayer se anunció que el primer partido de fútbol con público será uno de la selección el 9 de septiembre, justo al filo de la veda electoral, y también se planteó la flexibilización de los protocolos escolares

   Para los gustos de cada consumidor quedará la pregunta de si se trata de aperturas vinculadas con las condiciones epidemiológicas o son medidas electoralistas. Lo cierto es que ambas se comunicaron el mismo día en que se estableció que la delta empezó a circular en el Conurbano. Hasta hace uno o dos meses hubieran sido flexibilizaciones inesperadas, viniendo de un funcionario tan estricto como Axel Kicillof.

   En lo regional, hubo chisporroteos en el peronismo debido a que durante la visita de Victoria Tolosa Paz a Bahía Blanca no se invitó a quien encabeza la lista de diputados provinciales por la Sexta Sección, Alejandro Dichiara. El intendente de Monte Hermoso venía engolado porque el día anterior Máximo Kirchner lo había nombrado en uno de los actos partidarios más importantes del año.

   Pero 24 horas después quedó afuera de la conferencia de prensa en la cabecera seccional y de la presentación de candidatos locales. Un dirigente de muchos años en el peronismo bromeó: "Te regalo el título de la nota. Al hombre que levantó Máximo en el Estadio Único, lo bajó Susbielles del acto en Bahía Blanca".

   La explicación formal es que la actividad en Villa Mitre fue exclusiva de candidatos bahienses, por eso en representación de los diputados bonaerenses estuvo Maite Alvado, segunda en esa lista. La dirigente camporista, además, era uno de los tres rostros en la imagen central, compartida con Tolosa Paz y la primera precandidata a concejal Gisela Ghigliani.

   La imagen se prestaba a la confusión, al punto que Tolosa Paz entendió que Alvado encabezaba ese tramo de la boleta y no Dichiara. Así lo dijo y después lo tuiteó, aunque parece que el aire de mar trajo un llamado donde se le hizo notar la gaffe y terminó borrando el posteo.

   Hay dos miradas respecto de la ausencia del montehermoseño. La maliciosa indica que lo quieren ocultar en el principal distrito de la Sexta porque no es del agrado del bahiense medio y puede espantar votantes. La más diplomática sostiene que nunca en Bahía Blanca se ponen afiches con dirigentes de otras localidades cuando lideran las boletas seccionales. En 2017 encabezó Cuto Moreno y, en 2019, Alfredo Fisher, y jamás salieron en ninguna foto.

   "No tendría ningún sentido electoral", explican en el comando de campaña. "De hecho hace dos años a Federico en las principales imágenes lo acompañaba Marcelo Feliú, pese a que iba tercero en senadores provinciales".

   Como planteo de fondo, el máximo riesgo de corto plazo para el Frente de Todos nacional no es un resultado negativo en estas elecciones. Por supuesto que el termómetro de las urnas va a marcar de manera decisiva la agenda de la segunda mitad de mandato, tanto del presidente como del gobernador. Pero el problema central de la coalición gobernante es mantener la fuente de su poder político, que es el abroquelamiento de todas sus corrientes.

   El impacto de la foto de Olivos todavía es incierto. De inmediato la primera plana del peronismo salió a rodear en público a Alberto Fernández para acolchonarlo en su momento más crítico, incluso peor que con el vacunatorio VIP. No hay que perder de vista que, así como Ginés González García salió eyectado del gabinete, cualquier ministro o dirigente de primera línea también habría sido expulsado si festejaba un cumpleaños en plena cuarentena estricta. Solo al presidente no queda otra que sostenerlo.

   El máximo riesgo para el FdT es que un debilitamiento de la figura presidencial redunde en una puja por cómo gestionar el gobierno prescindiendo casi por completo de Alberto. Una intervención de hecho de Cristina y el kirchnerismo duro encarnado en La Cámpora (quizás quienes más se prepararon para ocupar los distintos resortes del Estado) podría generar disidencias internas que alteren los delicados equilibrios de la coalición gobernante.

   El norte del Frente de Todos si se quiere mantener en el poder debería ser consolidar la unidad, objetivo que se vería facilitado con un triunfo electoral este año, aunque no la garantiza. Asimismo, una eventual derrota no sería una señal inequívoca de ocaso. El kirchnerismo perdió las últimas tres elecciones de medio término, en 2009, 2013 y 2017. Y todavía hoy lleva las riendas de la política argentina.