La construcción se consolida en la periferia y expande cada vez más la ciudad
Los barrios que en 2021 lideran la cantidad de presentaciones para construir obras unifamiliares son los ubicados en las afueras de Bahía Blanca.
Por Mario Minervino / [email protected]
Ni el microcentro ni el macrocentro, ni los barrios Universitario o Napostá ni tampoco sectores como Santa Margarita o San Cayetano han recibido en lo que va del año una cantidad de permisos de construcción que los ubiquen entre más elegidos por la gente para construir sus viviendas.
Por el contrario, los barrios que en 2021 lideran la cantidad de presentaciones para construir obras unifamiliares son los ubicados en las afuera de la ciudad, consolidando una tendencia verificada en las últimas décadas de poblar la periferia y seguir aumentando así la tierra urbanizada, incluso con los primeros emprendimientos en el periurbano, del otro lado del camino parque Sesquicentenario.
La ciudad que hace 50 años se desarrollaba en 7 mil hectáreas de tierra, hoy ya alcanza un superficie de 11 mil, aunque su crecimiento poblacional no sigue ese mismo ritmo de crecimiento, con lo cual la densidad se ubica cada vez más entre las más bajas del país.
De acuerdo al informe elaborado por la Central Territorial de Datos del Departamento de Catastro del municipio, los barrios que más permisos de construcción presentaron en lo que va del año son los relacionados con el ProCreAr (en tierras de Ejército), con 65 permisos, seguido por Las Cañitas I y II (29), La Huella (11), El Maitén (11), barrio parque Patagonia (12), Campos de Alem (11), Las Acacias II (11), La Merced (10), Villa Harding Green (10) y Villa Hipódromo (11). Esas presentaciones totalizaron 19.674 m2, el equivalente a la ejecución de 245 viviendas de 80 metros cuadrados cada una.
“En el microcentro no hay presentaciones unifamiliares ni bifamiliares”, señalaron desde Catastro, confirmando la prevalencia de los barrios alejados del centro a la hora de instalarse por parte de las familias. A esto se suman apenas tres multifamiliares permisadas en el microcentro y otras tres en el macrocentro.
“Las casas se construyen en la periferia, y más que nada en zona norte. Los edificios en altura en micro y macro centro –señalan como interesante el caso de calle Güemes, donde hubo tres presentaciones—mientras que los de hasta tres plantas se ubican en barrios tradicionales cercanos al área central (Pacífico, Bella Vista, La Falda, Pedro Pico)”, detallaron desde el municipio.
La situación
Hace cinco años, el CIPPEC (Centro de implementación de políticas públicas para la equidad y el crecimiento) definió a Bahía Blanca como la ciudad del país que más se extendía en su crecimiento urbano, pero sin guardar relación con su crecimiento poblacional.
“El aumento de habitantes de Bahía Blanca es casi la mitad del que se registra a nivel nacional. La población argentina se expande anualmente al 1,13%, mientras que la de la Provincia de Buenos Aires lo hace al 1,26%, ambos por encima de las cifras bahienses”, se concluyó.
El informe señalaba que entre 2006 y 2010 la población bahiense aumentó el 0,47% anual frente a un incremento del área urbanizada del 0,81% en el mismo período, es decir que por cada 1% de incremento poblacional se expande 1,7%. Entre 2010 y 2016 esa diferencia se aceleró fuertemente: la población creció 0,5% y el área urbana un 2,71%, anual, pasando la densidad de 29,4 habitantes por hectárea a 27,1. En cuanto a los usos, hay un claro predominio de los loteos residenciales, que promedian un 83% de los permisos.
El CIPPEC concluía que ese ritmo de expansión tiene implicancias severas.
“Una ciudad extensa y difusa demanda mayor inversión en infraestructura y equipamiento comunitario. Requiere de un gasto mayor en la recolección de residuos y dificulta contar con buenos servicios de transporte público. Obliga a mayores desplazamientos y más tiempo destinado a viajar”.
Visiones locales
Consultados profesionales de la arquitectura y la ingeniería, dieron su parecer sobre el crecimiento de la ciudad a partir de una extensión que se opone, coinciden, a los parámetros que se plantean a nivel mundial para el urbanismo del nuevo milenio y que exige la intervención del estado para ordenar y quebrar esa anarquía.
“Está claro una cosa, sobre todo luego de la pandemia: la gente quiere vivir en planta baja, en casas con patio. Eso es algo manifiesto y que se ve a nivel mundial. En lo particular, la gente que va a desarrollos en la periferia, como Las Cañitas o La Huella, tiene un poder adquisitivo importante. Lo que sostengo es que no hay que aumentar más el ejido urbano. Hay que apuntar a completar lo que ya está en marcha y si hace falta hay que corregir los indicadores urbanos para que alienten a construir en áreas que ya tienen los servicios y densificar esos barrios en lugar de tener que llevar cada vez más lejos los servicios. Porque si la inversión para llevar los servicios la hace un privado, quizá a la ciudad no le cambia mucho pero el problema es que en general esas obras las financian entre todos los bahienses”, señaló Aldo Braccini, arquitecto, Presidente del Colegio de Arquitectos de la provincia de Buenos Aires, Distrito I.
Rosana Vecchi, arquitecta, docente UNS y UTN, Magister en Gestión del Desarrollo Urbano, señaló que en nuestra ciudad ya se perciben complicaciones de tránsito que eran impensadas tiempo atrás.
“Se ve en la ciudad esta complicación que para viajar de un extremo a otro se demoran 45 minutos, algo impensado cuando éramos una ciudad de los 15 minutos, como se pregona ahora en el mundo. Esta tendencia a consolidar la periferia genera una ciudad dispersa, todo lo contrario a lo que se entiende ideal para una ciudad del tercer milenio, que debe ser compacta, que la gente pueda ir caminando a cumplir con sus necesidades básicas, mucho más barata y que accede a los servicios con menor tiempo. No es cierto que se tenga mejor calidad de vida viviendo en la periferia, lejos a veces de los amigos y de los familiares. Es un error y el estado no ha generado soluciones para vivir en otros lugares. Los departamentos que se construyen en el centro son para renta o ahorro, de 30 m2, sin balcones, sin terrazas y el acceso al suelo en la zona central es altísimo”.
Y añadió: “El efecto pos pandemia tiende a poner confusión, cuando la gente quiere irse a vivir al medio del campo, aireado, pero después tiene que venir a un centro congestionado. Lo que enseña es la importancia de disponer de un espacio público de calidad. Bahía Blanca ocupa cada vez más territorio, no tiene límites. Sería bueno, por ejemplo, potenciar otros sectores, proponer, por caso, un frente marítimo, en la zona más al sur. El estado debe movilizar el sector inmobiliario hacia tipologías útiles y no que vaya sin rumbo. Estamos generando una ciudad insostenible, lejos de todos los aspectos que destacan a una ciudad del tercer milenio. Estamos haciendo todo al revés, incluso como modelo de ciudad pos pandemia”.
Horacio Varela, ingeniero civil y docente UTN, manifestó que las ciudades tienen una lógica que responde a los cambios en los paradigmas de la producción.
“La ciudad que teníamos hasta los 70 respondía al ferrocarril, tenías puestos de trabajo a pocas cuadras de la plaza Rivadavia. Todo eso migró a la periferia y los centros dejaron de ser los lugares de poder, donde la gente se juntaba y hacía sus negocios. Con esa lógica de desplazamiento de los lugares de trabajo, la gente se va a vivir afuera, sobre todo la urbanización impulsada por la clase media que pretende el contacto con la naturaleza sin perder las ventajas de la ciudad”.
“En nuestra ciudad hasta los 70 teníamos 3 mil hectáreas. En 50 años creció 3 veces la superficie, cerca de 11 mil, y creció al doble la población, por eso tenemos una periferia de una densidad muy baja, a la que cuesta llevar todos los servicios, primera consecuencia de una urbanización tan violenta. La gente se desplaza cada vez más, esos desplazamiento son largos y en auto porque el transporte urbano de pasajeros sigue con los recorridos de hace 50 años. Por eso está bien potenciar el centro, peatonalizar, aumentar el estacionamiento, bajar la velocidad. Todo eso favorece la actividad en el centro y hace que no pierda calidad”.
Y cerró: “En la periferia habría que trabajar, desde la municipalidad, para generar una red de centralidades, vincular los barrios, que se genere movilidad interbarrial. Hoy los barrios están aislados entre sí, no tienen clubes, ni escuelas, casi no hay relaciones sociales. Nos queda una suerte de ciudad gallinero, donde la clase alta vive en la parte alta, la media en el medio y la baja en la parte baja”.
Para Ricardo Kloster, ingeniero civil, vocal del Consejo Superior del Colegio de Ingenieros y director de la revista Obras & Protagonistas, Bahía Blanca carece de planificación.
“Que la ciudad "formal" (la que declara sus construcciones) se extienda o crezca en loteos alejados o en el periurbano tiene que ver con la necesidad de los sectores más fuertes económicamente de replicar sistemas residenciales exclusivos, copiando algunas características de los barrios parques (terrenos de amplias dimensiones, donde se desarrollan generalmente viviendas unifamiliares). Esta forma de crecimiento encarece la ciudad, pues exigen la ampliación de las redes de infraestructura para servir a áreas de muy baja densidad poblacional y con una demanda de transporte urbano de pasajeros, recolección de servicios, seguridad, etc. Asimismo generan un costo ambiental elevado porque requieren del traslado de quienes allí viven -generalmente en vehículos particulares- para satisfacer necesidades de trabajo, estudio, salud, alimentación y recreación”.
Para Kloster, simultáneamente se da un crecimiento del sector "informal", que generalmente no declara sus construcciones, en un cuadrante opuesto al anterior, sin planificación y con una densidad mayor, que reclamará también por los servicios básicos para tener una calidad de vida digna.
“Es necesaria una presencia activa del Estado, con regule y establezca una planificación que defina qué ciudad se quiere (si compacta o dispersa, si segregada o integrada), para que la misma no sea tan desigual ni con contrastes tan marcados”, señaló.
Construcción: se consolida su crecimiento
Julio ha sido el segundo mes más bajo del año en cuanto a presentaciones de permisos de obras, con expedientes iniciados para construir 19.138 m2, un 43% menos que los 33.612 m2 de junio.
A pesar de eso 2021 sigue con muy buenos números, totalizando entre enero y julio un total de 125.785 m2, casi cuatro veces los 36.439 m2 registrados en idéntico período de 2020, con la salvedad de que las restricciones por la pandemia fueron extremas en varios meses del año pasado.
Del total de obras presentadas en lo que va del año, el 47% corresponde a viviendas unifamiliares. Lo siguen las ampliaciones (25%); las multifamiliares (11%), el rubro otros (10%) y dejando en último lugar a los locales, con apenas el 7%.
Por último, en lo que va del año se declararon 54.836 m2 de obras realizadas sin permiso, es decir sin cumplir con las presentaciones correspondientes ante el municipio, un 5,10% por encima de los 52.176 declarados en idéntico período de 2020.