Escenario político: la Provincia, esa sucursal de la Ciudad de Buenos Aires
La mayoría de las figuras electorales en el ámbito bonaerense no hace su carrera en este territorio y este año no parece la excepción. Además, los discursos de la campaña que viene y el problema del futuro.
Maximiliano Allica / [email protected]
La historia ocurre dos veces, primero como tragedia y luego como farsa. La frase hegelo-marxista tiene una variante en la provincia de Buenos Aires. No se trata de una mera repetición sino de un loop. Los principales candidatos siguen siendo decididos por la política porteña, con una mirada hiper centralista. Casi una farsa de representación. Así parece que va a suceder otra vez este año.
El vicejefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Diego Santilli, está cada vez más cerca de ser la figura del Pro en suelo provincial estas elecciones. ¿Por qué se acepta amablemente este cruce? ¿Qué pasaría si la principal carta del oficialismo o la oposición en terreno bonaerense fuera el vicegobernador de La Pampa, Río Negro o Entre Ríos? ¿Resultaría tan natural?
No es una tendencia nueva, pero se consolida. El actual gobernador Axel Kicillof asumió el cargo en diciembre de 2019 apenas vencer su mandato de diputado nacional, elegido por la Capital. Incluso se manejaba la opción hace dos años, en caso de no postularse a la Gobernación, de que encabezara la lista de senadores nacionales por el distrito porteño, lugar que finalmente ocupó Mariano Recalde.
María Eugenia Vidal también era vicejefa porteña cuando se lanzó a la arena bonaerense para convertirse en gobernadora. Este año probablemente no competirá en Provincia por decisión de su líder político Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gobierno de la Ciudad, quien la quiere liderando la boleta en su propia jurisdicción. Vidal parece esos chicos que juegan saltando con un pie a cada lado de una frontera.
Daniel Scioli, un producto del marketing político de los '90, fue 6 años diputado de la Nación en representación de la CABA antes de convertirse en compañero de fórmula de Néstor Kirchner en 2003, para después saltar a la Gobernación en 2007. Tampoco tenía trayectoria propia de la General Paz para acá en aquel momento.
En la última elección legislativa, de 2017, como pesos pesado pelearon Esteban Bullrich, cuyo primer cargo importante fue diputado nacional por la CABA en 2005, y Cristina Kirchner, que es platense de nacimiento pero hizo su carrera política troncal en Santa Cruz, desde donde accedió por primera vez al Congreso en la década menemista.
Fue dos veces candidata a senadora en representación de la PBA. Una en 2005 (ejerció hasta 2007 cuando asumió la presidencia) y otra hace dos años hasta acceder a la vicepresidencia. Políticamente es discutible catalogarla de bonaerense, salvo que se la considere arraigada por haber vivido en Olivos entre 2003 y 2015.
También platense, Victoria Tolosa Paz perfila para ser la cara del Frente de Todos este año. Más bonaerense que el resto, sus vínculos con otras regiones por fuera de la capital provincial no parecen demasiados. Uno de sus mayores activos es su relación de confianza con el presidente desde hace muchos años. Está al borde. Otro al límite es Facundo Manes, potencial referente del radicalismo. Nació en Quilmes, vivió en Salto hasta terminar el secundario, pero luego se instaló entre la Ciudad de Buenos Aires y el exterior.
En casi todos los casos, por no decir todos, se advierte el centralismo desde el discurso básico. Dividen a la Provincia entre "AMBA" e "Interior", como si Mar del Plata, Olavarría, Bahía Blanca y Tres Arroyos fueran un aglomerado. Y cuando salen de su zona de confort y se refieren a regiones específicas fuera del AMBA no dicen más que obviedades.
El sudoeste bonaerense, por tomar el ejemplo propio, está sub representado en el Congreso de la Nación. La Sexta Sección tiene unos 800 mil habitantes y, pese a contar con más población que la mitad de las provincias, a veces no ocupa ninguna banca. Hoy la única legisladora de esta región es la diputada Karina Banfi, que nació en Bahía pero en realidad no construyó su carrera aquí. A su favor, hay que decir que viaja seguido para fortalecer vínculos con la zona.
El exintendente local Gustavo Bevilacqua integró la Cámara Baja entre 2015 y 2019. Y, entre 2011 y 2017, ocupó una silla en el Senado otro exjefe comunal, Jaime Linares, quien entró gracias a que Hermes Binner resultó escolta de Cristina en la elección presidencial de hace 10 años. Considerado por muchos el mejor intendente bahiense desde el regreso de la democracia, Linares sí es un profundo conocedor y defensor de la región, más allá de si se está de acuerdo o no con sus ideas. Similar el caso de su hermana Virginia, exdiputada.
Lo concreto es que las grandes ciudades bonaerenses fuera del núcleo metropolitano no consiguen posicionar figuras políticas relevantes, lo cual es atribuible a la distribución demográfica, pero también a otros déficits que la propia dirigencia deberá dilucidar. En principio, por cómo se están prediseñando las listas para cargos nacionales en este 2021, no va a ser fácil encontrar nombres de acá en sitios de relevancia.
Por supuesto que la presencia de nativos no es una solución en sí misma. Incluso puede suceder que un porteño haga una gran gobernación y un bonaerense del "interior" una pésima. Pero, como tendencia, se ve con claridad que casi no hay nombres que tengan la responsabilidad natural de defender los intereses de regiones diferentes a los distritos más cercanos a la Capital, ciudad desde donde se siguen manejando los destinos de toda la Provincia como si fuera una sucursal.
Todo eso, a modo de sobrevuelo de la estructura política en la zona electoralmente clave del país. Incluso se puede seguir retrocediendo en el tiempo y el criterio no cambia.
Más enfocados en la disputa electoral que se acerca, un punto interesante será ver qué plantean las principales coaliciones en cuanto a perspectiva de futuro. En una campaña se habla de expectativas, de esperanzas, de caminos venturosos por recorrer. Sobre esos conceptos se elaboran esloganes, discursos y, en el muy mejor de los casos, propuestas.
El eje discursivo de las dos grandes alianzas políticas de Argentina hoy discurre por caminos paralelos, dos épicas contrapuestas que presentan fortalezas y debilidades.
Tal como señala el especialista en comunicación política José Fernández Ardáiz, el Frente de Todos convirtió a la vacunación en su centro y, Juntos por el Cambio, a la educación, entendida como la defensa de la presencialidad escolar.
El FdT, por ejemplo con Kicillof, transmite ideas como: "Yo vacuno, la oposición mete miedo y promueve ideas antivacunas". JxC, con Larreta como estandarte, sostiene: "Cada día que se pierde de presencialidad empeora la situación de un país con casi 7 de cada 10 chicos por debajo de la línea de pobreza". Ambas posturas se espejan en Bahía Blanca, donde los dirigentes locales se montan a las mismas líneas discursivas.
Es contrafáctico, pero por qué no suponer que si oficialismo y oposición estuvieran en manos invertidas, cada cual haría lo mismo desde el rol opuesto. En Argentina la discusión es en parte ideológica y, en parte, simple carrera por el poder.
¿Cuál es la debilidad de cada discurso? El ritmo de vacunación en Argentina es bueno al comparar con países equiparables, pero no hay que perder de vista algunas cosas. Alcanzar a la mayoría de la población con una dosis, lo cual podría suceder para agosto o septiembre, está muy bien, pero todas las vacunas que llegan al país requieren de dos dosis para obtener el grado de inmunización deseable. No lo dice un periodista, sino los laboratorios que elaboran las vacunas. A la campaña le falta bastante más tiempo del que plantea el Frente de Todos.
Dicho esto, también hay un yoísmo muy acentuado, en especial en el gobernador. "Yo vacuné a equis cantidad de personas", repite, como si fuera un mérito individual. Todos los países vacunan, es lo mínimo que tienen que hacer los gobiernos.
Los políticos argentinos tienen una inclinación a reclamarle a la gente que les agradezcan o veneren por cumplir con su trabajo. Lo terrible es que hay personas que se lo creen y así nace el paternalismo. Por supuesto que es un defecto que no reconoce camisetas partidarias.
En cuanto a la educación, los cuatro años de gobiernos nacional y provincial de Cambiemos no sirvieron para revertir ninguna curva negativa. Que hoy defiendan algo tan valioso como la presencialidad no mejora su pasado. Ni Macri ni Vidal tuvieron éxito en evitar paros, mejorar salarios docentes o revertir profundos déficits de infraestructura. Un triste caso fue la construcción de 3.000 jardines de infantes para todo el país que se marchitaron en promesa.
El trecho que queda de pandemia será muy duro, tanto en lo sanitario como en lo económico. En el medio hay que salir a pedir el voto, una situación inédita.
"Ojalá te toque vivir tiempos interesantes", dice una maldición china. Cada tanto la historia se repite como tragedia.