Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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¿La pandemia vs. la Argentina?

“Debería ser la regla sumarse a un esfuerzo común en el asimétrico combate contra una enfermedad de la que todavía poco se sabe y que está avasallando a la humanidad.” Escribe María Cristina Muñoz

   “Funcionarios de un oficialismo gobernante errático, tanto de Nación como de Provincia, al igual que referentes de la oposición se subieron al ring para protagonizar un nuevo enfrentamiento verbal de “politización” de la segunda ola con la vista puesta en las elecciones de medio término”
(Ricardo Salas, en una nota publicada en La Nueva. el 29-05-21).

   ¡Qué cosa compleja es la condición humana! Contradictoria, cruel, muuuchas veces mezquina, egoísta... Aunque también altruista, generosa, solidaria, coherente,  a veces... Se  podrá decir o pensar: “¡Qué ingenuidad! ¡Qué novedad! Bueno, sí. Es un dilema histórico con intentos de explicación, justificación filosófica, psicológica, sociológica, política,  ética, etc. Lo que ocurre es que esta nota no pretende ser una sesuda especulación sobre ella, solo exponer, como ciudadana común  que observa con estupor la aguda, dramática y trágica situación que vive la humanidad en pandemia y en particular en la Argentina,  el “tironeo” “disociante” que se está dando en la sociedad. La pelea, la beligerancia, la persistente convocatoria a la desarmonía, a la disrupción, al enfrentamiento, a la “destrucción del otro” a la violencia verbal, instalada como un “valor” de la democracia. 

   Solo basta leer o escuchar las diatribas en los medios de comunicación, las mentiras, las injurias, la especulación periodística imprudente (¿bien  remunerada?) que llevan desazón a la sociedad, descreimiento  generalizado y destructivo. Todo eso en momentos en que la necesidad de todos/as  es la mirada común de prudencia y templanza, con las discrepancias propias del disenso pero haciéndose cargo de una situación extrema y única  en lo que va de esta generación y algunas anteriores y que, como tal,  exige comportamientos responsables y tal vez únicos. Comportamientos que den  cuenta  de la obligación del momento en favor de la salud física, psíquica, social,  económica y política. En momentos de necesidad de cohesión, de unidad de objetivo. La vida. El país. La Nación. En esto si deberíamos aprender de Norteamérica, porque más allá de sus discrepancias, fuertes a veces, siempre rescatan a la Nación como unidad.   

   Si hay un tiempo que no da para especulaciones de baja estofa es este. Sabemos que aun en las guerras más cruentas ha habido traidores a su país, a su patria, a sus ideas, a su prójimo, hasta a sus propias familias. Personas que se han subido a la desgracia humana en la búsqueda de beneficios económicos, de “poder”, o por temor. Han existido, existen y existirán. 

   ¿Nos inscribimos nosotros en esa tendencia? No. En circunstancias límite es posible ponerse en el “pellejo” del prójimo.  Debería ser la regla sumarse a un esfuerzo común en el asimétrico combate contra una enfermedad de la que todavía poco se sabe y que está avasallando a la humanidad... de la que  los argentinos somos parte. Médicos/as, enfermeros/as, camilleros/as, personal de limpieza de los hospitales  lo ameritan hoy más que nunca.  Además  de los que sufren  la enfermedad y quienes sufren por ellos, de los que mueren y morirán, de los que temen, padecen limitaciones económicas sociales, afectivas, mucho más allá de lo que es, hasta aquí,   la voluntad de los Estados y la ciencia de modificar esta realidad que, creada en laboratorio o no, existe. Y está sometiendo, aquí y ahora,  a la humanidad.