Bahía Blanca | Sabado, 05 de julio

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Escenario político: un cambio en el decreto endureció los parámetros para salir de fase 2

La última actualización de la norma modificó las condiciones. Aparte de un porcentaje de ocupación de terapias inferior al 80% se requiere algo más.

Foto: Pablo Presti - La Nueva.

Maximiliano Allica / [email protected]

   A partir de mañana, de acuerdo con los especialistas, debería comenzar a bajar la incidencia de casos en Bahía Blanca gracias al confinamiento casi estricto que duró 9 días hasta el domingo. El "casi" no hace falta explicarlo. Si bien fue la etapa más parecida al aislamiento inicial, probablemente en el encierro hayan influido más las bajas temperaturas que la voluntad de respetar la norma "a pie juntillas", como gusta decir el jefe de Gabinete bonaerense, Carlos Bianco.

   Mano derecha de Axel Kicillof, en su última conferencia de prensa junto con el ministro Daniel Gollan, Bianco enfatizó una frase que en nuestra ciudad debe tomarse con atención, porque se refirió a la modificación de una palabra, una letra, en un artículo clave de los últimos decretos nacional y provincial.

   Vamos desde el principio. Cuando el presidente y el gobernador dispusieron medidas restrictivas a comienzos de mayo, la norma establecía que los distritos serían ubicados en situación de Alarma Epidemiológica, equivalente a fase 2, cuando tuvieran una tasa de incidencia de 500 casos cada 100 mil habitantes en los últimos 14 días y una ocupación de camas de terapia intensiva del 80%. Hay que subrayar la "y".

   Allí Bahía retrocedió a fase 2 porque reunía ambas condiciones negativas. Pero, a los pocos días, la ocupación de terapias bajó y el Municipio solicitó volver a fase 3 aunque la tasa de incidencia se encontraba al doble de lo requerido. La Provincia concedió.

   En ese momento se discutió si la conjunción "y" implicaba que un distrito debía tener los dos indicadores a favor o solo uno para salir de la situación de Alarma, pero en La Plata primó el criterio de que la "y" es acumulativa, por lo tanto recién se entraba en la categoría más crítica cuando las dos premisas negativas se sumaban. O sea, con que una diera bien, se esquivaba la jerarquía más dura.

   En la última renovación del decreto nacional, el 22 de mayo, todas las miradas se fueron con el confinamiento estricto pero pocos observaron una modificación en ese artículo. Cambió la "y" por la "o". Quedó redactado así:

   "Los grandes aglomerados urbanos, departamentos o partidos de más de 300.000 habitantes, serán considerados en SITUACIÓN DE ALARMA EPIDEMIOLÓGICA Y SANITARIA cuando la incidencia definida como el número de casos confirmados acumulados de los últimos CATORCE (14) días por CIEN MIL (100.000) habitantes sea igual o superior a QUINIENTOS (500) o el porcentaje de ocupación de camas de terapia intensiva sea mayor al OCHENTA POR CIENTO (80 %)."

   El nuevo criterio pide observar la incidencia "o" las camas. La modificación, fundamental, se ve en estas imágenes.

Decreto nacional del 30 de abril:


Decreto provincial análogo del 2 de mayo:


Decreto nacional del 21 de mayo, con la modificación:


Resolución provincial del 28 de mayo, adhiriendo al nuevo criterio:


 

   Es una alteración pequeña pero inmensa porque la "o", en la práctica, es más restrictiva: una u otra condición alcanza para ingresar en el casillero de Alarma. Si la incidencia de casos da mal o dan mal las camas, cualquiera de ambas, un distrito queda en la fase con más limitaciones. La información fue confirmada a La Nueva por la Jefatura de Gabinete. "Con una de las variables mal, el Municipio está en esa categoría".

   Las últimas cifras en Bahía hablan de un porcentaje de camas apenas inferior al 80%, un 76% para ser precisos. De todos modos, la regla provincial indica que se toma como referencia que la ocupación "hubiere superado en algún momento de la última semana el 80%". Es decir, si en los 7 días de análisis, en cualquier momento, se supera ese número, se cuenta al dato como negativo.

   En cuanto a la tasa de incidencia, en Bahía aumentó al triple de lo requerido en el decreto. Nuestra ciudad registró casi 1.455 casos cada 100 mil habitantes en los últimos 14 días, muy por encima de los 500 necesarios para tener la cifra a favor.

   En resumen, la ciudad no solo permanecerá en fase 2 durante esta semana y la próxima sino que, de no mediar otro cambio en el decreto cuando se renueve el 11 de junio, las chances de subir de fase son remotas. Al menos, desde lo numérico. Siempre existe la vía política, a la cual se intentará apelar llegado el caso.

   Una regla básica de la diplomacia es que los documentos públicos deben contener premisas muy claras, taxativas, pero sin olvidar alguna cláusula lo suficientemente ambigua como para que funcione de válvula de escape. El decreto presidencial, en el mismo artículo, agrega: "La autoridad sanitaria nacional podrá modificar, en forma fundada, los parámetros previstos en este artículo, de acuerdo a la evolución epidemiológica y sanitaria".

   Léase, si mejoran un poco las cosas, todo es charlable. Al menos eso creen en Alsina 65.

   ¿Qué pasará si la ciudad se estanca en fase 2? Quienes decidieron no respetar la norma por la necesidad de trabajar lo seguirán haciendo, con los gimnasios a la cabeza. Y, en caso de seguir extendiéndose la restricción, lo esperable es que ese grupo se engrose.

   Ya se dijo en esta columna y se repetirá: cuando un bien o servicio es muy demandado pero pesa una prohibición, aquí y en cualquier parte del mundo se desarrolla un mercado irregular, que a la larga termina siendo un problema peor.

   ¿Entonces qué hacer? Tal vez confinamientos estrictos breves (9 días suena razonable) pero con voluntad real de controlar la calle, seguidos por aperturas tipo fases 3 o 4 de al menos un mes antes de cualquier nuevo cierre. Un esquema por el estilo se encuentra en estudio en la Casa Rosada, aunque el período de aperturas contemplado es un poco más corto.

   Lo más importante ahora es verificar si las últimas medidas dieron resultado. Si los casos bajan de manera sensible en los próximos días debido al confinamiento, se podría pensar que se encontró un camino. Caso contrario, el mazo del gobierno se empezará a quedar sin cartas. Un encierro duro y prolongado, la opción sanitaria de máxima a la espera de una vacunación masiva, no parece una alternativa de fácil aplicación.

   A todo esto, el escenario electoral parece muy lejano pero la primera fecha relevante se acerca. Si se confirma la postergación de las PASO para septiembre y las generales a noviembre, el cierre de listas llegará a fines de julio. Una eternidad y nada a la vez.

   En la cancha de Juntos por el Cambio, una de las grandes preguntas sigue siendo qué hará María Eugenia Vidal. Si es candidata en Provincia, es difícil discutirle el liderazgo en la lista porque, encuestas en mano, costará moverla. Sin embargo, si se muda a Capital o directamente este año no juega, la puja por esa punta de boleta se acentuará.

   ¿Quiénes se postulan? Por el Pro, uno de los más interesados es el jefe comunal de Vicente López, Jorge Macri, quien apunta a una candidatura a gobernador dentro de dos años. Un buen resultado ahora podría posicionarlo. Los intendentes amarillos del Grupo Dorrego, entre los que se encuentra Héctor Gay, ya dijeron que para la ejecutiva de 2023 quieren un aspirante que haya sido intendente bonaerense y que no bajen armados prefabricados de Capital. Dicen, sin decirlo, que no la quieren de nuevo a Vidal. Puede haber ruido ahí.

   Por añadidura, también resisten el eventual desembarco este año en el ámbito provincial de Diego Santilli, vicejefe de Horacio Rodríguez Larreta, que está tanteando el terreno desde fines del año pasado. Larreta tiene a su aliada Vidal como ancho y a Santilli como siete bravo. De todos modos, y aunque los intendentes respetan al jefe de Gobierno porteño como líder de proyección nacional, nadie le va a regalar nada de la General Paz para acá.

   Tampoco los Dorrego reconocen un liderazgo indiscutido dentro de ese grupo. La manifiesta intención de competir de Jorge Macri no significa necesariamente que sea el hombre que impulsan para la gobernación en el año 23. El marplatense Guillermo Montenegro podría tener sus aspiraciones o el mismo platense Julio Garro. El pacto interno es no definirlo al menos hasta marzo de ese año, aunque es real que los movimientos que se den en este turno marcarán precedente.

   Un dirigente bahiense con vasta experiencia en armados electorales matiza estas disputas y señala su principal preocupación: "Casi todos están pensando en esta legislativa como plataforma para 2023, sin entender que esta elección es valiosa en sí misma porque define los equilibrios en el Congreso y la Legislatura. Además este año, como pocas veces, la gente va a votar los sellos partidarios más allá de los nombres propios. Hay que buscar una estrategia grupal, la individual no suma".

   Si la exgobernadora no se candidatea en la Provincia y deja espacio para Macri o Santilli, el otro efecto es que animará a las restantes fuerzas de la coalición a pedir primarias. El radical Facundo Manes podría dejar los amagues si el mano a mano es con el vicentelopense o el porteño, ya que no son figuras tan consolidadas.

   Los ganadores de la interna en la UCR quieren al neurocientífico metido de lleno en la campaña y parece que esta vez podría darse, aunque no hay nada asegurado. Y, si se baja Manes, el intendente de San Isidro Gustavo Posse se ve con más chances para esa puja que su vencedor en la interna, el diputado Maximiliano Abad.

   Posse perdió, pero defiende sus aspiraciones sosteniendo que es el único jefe comunal del radicalismo en el Conurbano, lo cual le da territorio, gestión y un mayor nivel de conocimiento que Abad. También sueña despierto con la Gobernación, vale decirlo. En política, las ambiciones no son pecado.

   Otro factor clave es Lilita Carrió. Es un nombre más fuerte que cualquiera de los mencionados, salvo Vidal. Fundadora de Cambiemos, no va a mirar la disputa sin involucrarse. Podría pedir el primer lugar de la lista en ausencia de la exgobernadora, aunque su duda sería de corte personal. En 2017 pidió esquivar la Provincia y ser candidata en Capital, porque el desgaste de la campaña en suelo bonaerense es enorme y no quería exponer tanto su salud. No es fácil que cambie de opinión.

   Y la pata que falta es el peronismo denominado republicano. Emilio Monzó, que postergó una visita a nuestra ciudad cuando se desató la segunda ola, pretende volver a disputar lugares de relevancia y cree que es capaz de atraer a justicialistas desencantados con el Frente de Todos. Otra ambición, digamos así, legítima.

   Todo esto es importante para Bahía Blanca porque es probable que la unidad o la competencia de arriba se refleje aquí abajo. En Alsina 65 juran que todavía no hay nada que se asemeje a un boceto de boleta, pese a que este año tienen pesados pesados que ya no pueden renovar banca al menos en los espacios legislativos donde se desempeñan. Sobre todo, el diputado provincial Santiago Nardelli y el concejal Nicolás Vitalini, cabezas de lista en sus respectivos tramos cuatro años atrás y que están cumpliendo sus segundos mandatos. Eso abre muchas posibilidades.

   Interesados abundan, pero nadie quiere asomar todavía la nariz. En política se dice que al primero que suena, lo hacen sonar.