Bahía Blanca | Martes, 19 de marzo

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Cumplió un sueño: quién es la bahiense elegida por uno de los mejores ballets de Europa

Rocío Kappes, con 22 años, obtuvo la beca total como Aprendiz en el Ballet de Barcelona, compañía integrada por 49 bailarines y bailarinas del mundo. Puede probarse para el elenco estable.

Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

Por Anahí González Pau / agonzalez@lanueva.com

   Las piernas torneadas de Rocío, su técnica, su altura, su edad (22 años) el carisma latino, la pasión por la danza, su versatilidad, el talento; todo esto, y probablemente más, tuvieron en cuenta los directores del Ballet de Barcelona, Carlos Renedo (Director Ejecutivo) y Chase Johnsey (Director Artístico) cuando le dieron la beca total a la bahiense Rocío Kappes como Aprendiz para que pudiera formarse en una de las más destacadas compañías de danza clásica de Europa y la más importante de España.

    El ballet, que tiene un equipo de formación de bailarines y bailarinas de todo el mundo, tiene una política de admisión aún para los estudiantes (Trainees). Es decir, no cualquiera puede capacitarse en esta compañía: para ser alumno hay que pasar por una audición y luego abonar los estudios en euros. Sin embargo, no fue el caso de Rocío, quien audicionó y fue elegida por los directores como Aprendiz, beca que incluye los gastos de sus estudios y se otorga una vez por año.

   El siguiente escalón, el más alto, y al que aspira la bahiense, es formar parte del elenco estable que cuenta hoy con 49 bailarinas y bailarines de más de 20 nacionalidades.

   El ballet, formado en mayo de 2019, se convirtió al instante en referente internacional en el mundo de la danza clásica y contemporánea.

   No hay manera de llegar al nivel en que se encuentra Rocío Kappes, sin tener detrás una sólida trayectoria y, a la vez, un futuro prometedor: en una compañía tan selecta, cada bailarín o bailarina que se elige es una inversión y una apuesta.

   “Cuando abrí el mail y leí que había obtenido la beca no lo podía creer. Llegué a casa y le dije a mi mamá: ‘Me voy a Barcelona’. No dormimos en toda la noche”, contó.

   Rocío había enviado, para esa audición, un video de un ensayo que ella misma había grabado en una sola pasada.

   No lo dudó, hizo la valija y fue tras su sueño: destacarse en puntas de pie en los escenarios más auspiciosos de Europa y el mundo.

   En Bahía Blanca vivía con su mamá, Alejandra y con la pareja de su mamá Omar Gutt. Ellos, al igual que su incondicional padrino Raúl Antón, la apoyaron desde muy pequeña.

   No sólo la acompañaron económicamente para que pudiera aprovechar todas las becas que obtuvo en el exterior (en 2017 obtuvo una beca para capacitarse en el American Ballet Theatre, de Nueva York)  sino que fueron la columna vertebral de su estabilidad emocional.

   Ella puso mucho de sí: afrontó largas e intensas jornadas de entrenamiento, con renuncias a salidas y al estilo de vida de cualquier adolescente y, en los veranos, trabajó en la costa argentina y vendió pizzas para solventar los viajes.

   “Más allá de que es mi vocación, y amo bailar, tiene sus sacrificios, como todo trabajo. Y no puedo darme el lujo de ir a trabajar cansada porque detrás está toda una familia que me sostiene y un equipo de trabajo que pone todas sus energías en mí”, dijo.

   “Cuando termino mi rutina, solo voy a casa. No salgo a pasear por ahí, llevo una vida disciplinada y muy tranquila”, contó.

   No es cliché sino más en parte del oficio: una bailarina no puede subir al escenario con mala cara. Debe estar sonriente, con la postura impecable y tener un alto rendimiento físico.

   La altura (1,72) es algo a favor para Rocío porque en el ballet europeo se buscan chicas de su altura y más. Tiene curvas, el cabello largo, es de contextura robusta y de una presencia imponente.

   Entrena de lunes a viernes de 9.30 a 17.30 en clases que implican poner el cuerpo todo el tiempo: ensaya clásico, toma clases de pilates y yoga y lleva adelante un plan de alimentación diseñado por un médico clínico español especializado en Nutrición.

   “Tengo una dieta balanceada que incluye 15 horas de ayuno todos los días. Es algo recetado de forma profesional, al igual que las vitaminas que tomo para complementar la alimentación y estar fuerte, equilibrada y tener energía”, contó.

   “De todos modos, si quiero tomar un helado o comer unas medialunas, o unas papas; lo hago. La dieta tiene que ser balanceada no solo para el cuerpo, también para la mente”, dijo.

   --¿Por qué te eligieron en el Ballet de Barcelona?

   --La forma de mis piernas son mi mayor fuerte, además de tener algunas condiciones naturales las he trabajado desde chica para moldearlas y que me permitan desarrollarme en esta carrera. También tuvieron en cuenta mi altura, en Europa se buscan bailarinas altas. Mis directores remarcan mi pasión y dedicación.

   --¿Con cuántas bailarinas y bailarines competiste?

   --Por la beca competí con más de 600 chicas y chicos de excelente nivel profesional de todo el mundo.

   --¿Se da solo una beca total por año en el Ballet de Barcelona?

   --Únicamente otorgan una beca anual de esta magnitud, por eso me siento orgullosa de ser la elegida y me esfuerzo por dar siempre la mejor versión de mi misma.

   --¿Cómo fue la primera tarde que fuiste a ensayar al ballet?

   --Me sentí en otro mundo, me recordó a mis ensayos en Nueva York. Fue un ensayo fructífero y súper riguroso desde el inicio hasta el final. Hasta el más mínimo detalle es importante y debe ser revisado.

  -- Por tu anatomía y estética ¿estás fuera o dentro del prototipo de bailarina clásica tradicional?

   --Estoy fuera del prototipo de "bailarina ideal", hiper flaca, pero siempre me gustó romper esquemas. Creo que todos los cuerpos son válidos y con esfuerzo y dedicación podemos sacar lo mejor de nosotros mismos para desarrollarnos en la profesión que elijamos. La confianza es nuestro mayor aliado.

   --Como aprendiz ¿ensayás con otras aprendices o con los bailarines y bailarinas estables del ballet?

   --Ensayo con ambos grupos, la Compañía me brinda esa hermosa oportunidad, donde puedo compartir y disfrutar de ambas experiencias. Me llevo muy bien con todos mis compañeros y compañeras.

   --¿En qué obra bailaste por primera vez para la Compañía?

   --Con la Compañía bailé por primera vez El Cascanueces y fuimos de gira. La experiencia fue única, tuvimos 8 minutos de aplausos del público en Gerona, España. Las críticas en las revistas fueron muy buenas. El Cascanueces es muy especial para mí porque fue la primera obra que bailé a los 8 años en el hermoso Teatro Municipal de Bahía Blanca, ciudad donde me crié.

   --¿En qué obras participaste hasta el momento?

   --Pude participar de funciones y ensayos de El Cascanueces, El lago de los Cisnes, Mixed Bill, Pedro y el Lobo, entre otras.

   --¿Es cierto que aprendiste la coreografía entera de una obra en unas clases?

   --¡Sí! Soy muy observadora y con mucha memoria visual, además de que me gusta estar siempre al pie del cañón, lista para cualquier cosa. Un día a mi Director le faltaba una chica para el cuerpo de baile del Vals de las Flores (Cascanueces), yo estaba viendo el ensayo mientras cosía las cintas a mis zapatillas de punta nuevas. Me preguntó si me gustaría aprender la coreografía, dije que sí sin dudar ni un segundo, supe qué hacer a cada instante ya que, como dije, tengo memoria visual. En 7 días ensayé, perfeccioné y pude bailar con la Compañía esta hermosa coreografía.

  --¿Qué es bailar para vos?

   --Es desafiar todas las reglas de la física, sentir que soy inmune a la gravedad. Sentirme libre, casarme con la música y dejarme ir.

  --¿Cuál es tu mayor sueño?

   --Generar emociones en el público y que se acuerden de lo que les hice sentir cuando me vieron bailar en el escenario mucho más que de mi destreza y condiciones físicas. Cuando eso sucede, me siento realizada como artista.

   --¿Qué sacrificios haces a diario y cuál es la recompensa?

   --Ser bailarina es un estilo de vida, y es a tiempo completo. Eso significa que he tenido que sacrificar salidas, cumpleaños, momentos familiares, entre otras cosas, por esta carrera. Pero al final, es lo que elijo, y la recompensa más grande es la satisfacción que me genera tener hermosas oportunidades, conocer nuevas culturas y el cariño de la gente cuando bajo del escenario.

   --¿Cómo es ser bailarín o bailarina en Europa y cómo se lo ve en Argentina?

   --Ser bailarín en Europa es como cualquier profesión de grado en Argentina, está valorado. Se reconoce como lo que es, un trabajo como cualquier otro.

   --¿Cómo haces para evitar lesiones, siendo que trabajás todos los días con tu cuerpo?

   --Escucho a mi cuerpo. Es inevitable que se repercuta con el tiempo, 40 horas de actividad física a la semana no es poco. Pero contrarresto con descanso, buena alimentación y en ciertas oportunidades visitar al traumatólogo, la mirada profesional es la más importante.

   --¿Se puede ser bailarina de tan alto nivel y estar en pareja o formar una familia?

   --Si, se puede. Solo tenés que encontrar la persona ideal que te acompañe en este camino. Cuando uno quiere algo, se da el tiempo para todo.