Bahía Blanca | Miércoles, 08 de mayo

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​​​​​Drogas: las escuchas que comprometen a los hermanos Vidal Ríos

La Justicia dictó la prisión preventiva de 14 de los 15 detenidos, mientras que nada se sabe sobre el paradero de los supuestos líderes de la organización. Detalles del contenido de la acusación fiscal.

 

   Desde el 15 de abril del año pasado, cuando intervino el teléfono de Ricardo José Miguel Vidal Ríos, hasta el momento de los 29 allanamientos, el 23 de febrero último, la Dirección de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas y Crimen Organizado bonaerense relevó distintas líneas y estableció de qué manera operaba una organización dedicada a la venta de estupefacientes en nuestra ciudad.

   Ese es uno de los puntos que marcó el fiscal Santiago Ulpiano Martínez al formular la acusación contra 15 detenidos, de los cuales 14 quedaron desde ayer con procesamiento y prisión preventiva dictados por el juez federal N° 1, Walter López Da Silva.

   Ricardo y su hermano, Adrián Ángel Ariel Vidal Ríos, supuestos líderes de la banda, continúan prófugos.

   Los que seguirán entre rejas son la madre de ambos, Gladys Ríos y otros familiares y allegados, como Ingrid Vidal Ríos, Brian Moyano, Berenice Moyano, Franco Coria, Maximiliano Toto, Carlos Alvarado Urra, Juan Toledo, Francisco Ferrero, Franco Millar, Susana Chiavetta, Claudio Jofré, Santiago y Agustín Salazar.

   A Juan Manuel Gil, que para los investigadores ocupaba un rol importante en el entramado, se le dictó la falta de mérito.

   El fiscal Martínez argumentó en su planteo que "la falta de mediatez" en la tenencia no afecta la comercialización, desde el momento que "los jefes de las organizaciones rara vez detentan la droga" sino que se dedican a acordar las condiciones, la cantidad, la calidad y el precio en las opciones de venta.

El almacén, una "pantalla"

   Los investigadores establecieron que los hermanos Vidal Ríos, ambos con antecedentes, contaban con un almacén en Vieytes 2931, denominado "El Ricky Papa", que usaban de "pantalla". Tenían vigilancia de cámaras y personal, algunos de "campana" y hasta "soldaditos" para la venta.

   De los contactos con varios vecinos, a su vez, surge como denominador común que "todo el barrio sabe que venden drogas".

   Aquella intervención telefónica del 15 de abril del año pasado permitió ratificar -siempre según los investigadores- que los hermanos eran los líderes, que Toto oficiaba de "mano derecha", mientras que Gladys Ríos, la madre, tenía un rol de intermediaria y de logística.

   Berenice Moyano (hermana), Juan "Camacho" Toledo, Brian "El Oso" Moyano, Susana Chiavetta, NN Gregorio, "El Gordo" Franco y un tal "Cachín" eran supuestamente los punteros.

   Ingrid Vidal (otra hermana), la propia Moyano y su pareja Mariano también tenían actividad secundaria y había vendedores minoristas, como Claudio Jofré, Juan Toledo, Franco Millar y los Salazar.

   A Juan Gil lo tenían apuntado como el proveedor de vehículos y locaciones para ocultar la droga, aunque la justicia no encontró suficientes elementos como para procesarlo, al menos por el momento.

   De la causa surge que Ricardo era quien compraba (cocaína y marihuana) y pagaba a medias con su hermano, para luego repartir a los punteros y tomar distintos puntos de venta.

   También advirtió la investigación cierta "connivencia" de algunos policías. Las escuchas demuestran que "en reiteradas ocasiones" anteriores a los allanamientos contaban "con alertas" sobre dichos procedimientos.

   Como resultado de la economía criminal, hicieron constar varias propiedades, sistemas de vigilancia, alarmas y cámaras en distintas propiedades, viajes para comprar la droga y cambio constante de vehículos, lo cual dificultaba los seguimientos.

   "Tenían un evidente nivel de vida que no se condice con un almacén de barrio", establecieron.

   En cuanto a los vehículos, detentaron varios como dos Volkswagen Vento, un BMW X6, un Audi A4, un BMW 33OI, un Audi A5 y un Toyota Etios, entre otros.

   En una llamada de fines de septiembre, Ricardo también aludía a una deuda de "700 palos", que tampoco se condice con sus presuntos ingresos como monotributista, categoría F, de un millón de pesos anuales.

Cambiar de teléfono, no de chip

   El día posterior a los recientes allanamientos, "un profesional, presumiblemente abogado", como se lo identifica en la acusación, se comunicaba con Ariel y le advertía por los cambios de teléfonos.

   "Viste cuántas veces yo te dije que cambiar el teléfono, no solamente el chip, ¿entendés? porque el teléfono tiene un IMEI, si vos no cambiabas el teléfono cualquier chip que le metas..."

   En una conversación de Gladys, la madre, el 14 de octubre pasado, con otro presunto abogado que tiene conocimiento de la organización, se referían a una causa contra Claudio Jofré.

   "Hay que ser precavido y tener cuidado", "hay mensajes con el Richard", le advierte el posible profesional a la mujer. De esos mensajes, según los investigadores, se desprendería que la droga la guardaban en autos.

   También hay conversaciones de interés entre Santiago Salazar y Toledo con "Richard".

   "Le di las cosas a mi papá, sino te la daba, el vecino de enfrente me dijo que va ver 35 allanamientos lo tengo todo donde mi papá preguntale agusti ni el faso tenemos acá" se escucha. Y más tarde uno de ellos dicen: "Pa podés guardar algo en tu casa por hoy nomás es mío y de Agustín".

Madre protectora

   De distintas comunicaciones surge que Gladys Ríos era casi intermediaria entre sus hijos y el resto y también resolvía cuestiones ejecutivas.

   El 10 de octubre, Ariel le contaba que la noche anterior había tenido un accidente por estar alcoholizado con Juan Gil y también la alertaba de un posible allanamiento. "Bueno, bueno, no hables", le decía la madre, a lo que le respondía "dale, no importa, pero el mío no, chau" y cortó rápidamente. Esa situación, para los investigadores, marcaba el "cuidado extremo" que mantenían.

   La tarea de Gladys también se traslucía de una charla con una hija, el 27 de septiembre pasado, cuando la joven le pedía interceder con Richard porque "Cachín" la estaba pasando mal en la cárcel.

   "En una familia no hay cadena de mando así", opinaron los investigadores.

   La madre siempre estaba en alerta. En octubre se comunicaba con sus hijos: "Está el jefe de calle me parece", "vi pasar dos...la DDI para allá arriba". Y en enero llamó a un tal "Seba" y después de preguntar por su hijo le avisó que "estaban allanando en lo de Tartuferi".

   Gladys también ordenaba que cerraran el negocio de inmediato cuando había procedimientos policiales.

"Invasión" y disputa

   De una captura de WhatsApp del teléfono de uno de los Salazar, surge una pelea entre la madre y los hermanos Vidal Ríos, porque Ricardo habría sufrido una "invasión" de territorio de parte de Ariel.

   En una charla con su novia, Santiago Salazar dejaba entrever que Ariel había roto ciertos códigos y que todo podía terminar con un enfrentamiento armado.

   Los investigadores también determinaron el "uso de menores de edad", incluso para algunas cuestiones como ajustes de cuenta.

   Mariano, pareja de Berenice, también dejaba en claro la actividad del grupo en una charla telefónica con Ingrid.

   Estaban contabilizando en un bolso "40 y un kilos de porro, tranqui, tranqui". "Porro" aludiría claramente a la marihuana y los 40 podrían ser gramos de cocaína o miles de pesos, estimaron los pesquisas.

   "No hay más, eh", también decía, en supuesta alusión a que era insuficiente y que manejaban cantidades mayores.